El arte que revive cuerpo y alma en Begonte

El begontés José Manuel Ulla dedica su tiempo libre al pirograbado, trabajo al que atribuye que, hace tres años, pudiera prescindir de la silla de rueda en la que se encontraba a consecuencia de la enfermedad degenerativa que sufre desde hace una década
José Manuel Ulla, en su "santuario"
photo_camera José Manuel Ulla, en su "santuario"

"BIENVENIDA a mi santuario". Así recibe José Manuel Ulla al visitante al adentrarse en el cuarto en el que este begontés, de 58 años, desarrolla su mayor afición. Hace aproximadamente una década, Ulla fue diagnosticado de ataxia cerebelosa, una enfermedad degenerativa que llegó a postrarle en una silla de ruedas. Y a través de uno de los centros de Cogami, conoció la que él mismo define como su salvación, el pirograbado. Tanto es así que hace tres años que dejó de lado la silla de ruedas, y ha visto como su presente ha cambiado radicalmente, llegando incluso a volver a obtener su permiso de conducir.

Todo comenzó en 2014, cuando Ulla, que había asistido a clases de pirograbado con el artesano Jesús Varela Quintás, recibió la propuesta de presentar junto a otros cuatro compañeros un proyecto de pirograbado en el programa europeo Artability. Celebrado en Malta y basado en el intercambio de buenas prácticas de movilización de personas con discapacidad, "el evento fue el reconocimiento que necesitaba para seguir con esto", dice el artesano. Viaja por ferias con sus cuadros en contrachapado, aunque también realiza otros proyectos en la que considera "su mejor terapia", como un rótulo de 1,70 metros en madera de castaño que creó para un comercio. Él mismo destaca que su 75 por ciento de discapacidad "no significa que tenga que renunciar a una vida".

"Cuando intentaba fumar, y digo intentaba porque apenas podía sujetar el cigarro, me temblaban las manos y me resultaba imposible", explica, "pero a día de hoy soy capaz de hacer diseños con los que no podía soñar siquiera". Hay ciertas modificaciones que se ha visto obligado a hacer en el proceso creativo, como "utilizar una aguja más ancha para grabar, porque necesito hacer mucha presión para no salirme del trazo". "Pierdo la noción del tiempo cuando estoy haciendo un cuadro, me relajo y disfruto", cuenta.

El proyecto soñado de Ulla es dar clases de pirograbado, tema en el que piensa desde que obtuvo la carta de artesano en 2015


Toda esta alegría se empaña cuando incide en que "aún hay mucho por hacer". "Pese a que existen centros, hay muchas personas que no se atreven a ir, y es algo necesario. Aumenta tu vida social, tienes experiencias nuevas, y pierdes la vergüenza de mostrar tu enfermedad", dice. De hecho, admite que no sabe dónde estaría "de no ser por el pirograbado".

"Es una manera estupenda de no pensar en mi problema y disfrutar de lo que hago. Gracias a él conseguí dejar la silla. Mi vida ha cambiado por completo", explica.Y es por ello que pide "un cambio en las políticas de subvenciones". "Por poco dinero se podría cambiar la vida de muchas personas, no hay apenas ayudas en este ámbito y son vitales", afirma. Y reclama "más implicación porque nunca se sabe cuándo puede pasar algo así ni a quién". "Un par de horas fuera de casa pueden significarlo todo para personas como yo, por ejemplo", afirma Ulla.

Su proyecto más deseado es impartir clases, ya que desde enero de 2015 dispone de la carta de artesano, que acredita de forma oficial y legal que lo es, pero lamenta que no sea posible por falta de ayudas. "No dispongo de medios para montar un taller por mi cuenta", dice. "Me da mucha rabia. Las personas con alguna discapacidad necesitamos, como todos, vivir una vida plena y satisfactoria", añade.

Comentarios