A Manuel

Son tantas las cosas que querría decirte que no sé por cual empezar.

Empezaré por el primer recuerdo que tengo de ti. Hace más de 18 años una tarde de septiembre nos llevaste a Maloli y a mí a las fiestas de la Milagrosa en tu Xsara azul casi recién estrenado, recuerdo perfectamente que aunque era la primera vez que nos veíamos tú ya me abriste tus brazos y tu corazón para acogerme.

Pasaron los años y siempre que nos veíamos me saludabas con gran cariño, tu sonrisa era preciosa, podría decirse que era una sonrisa que sólo los ángeles del Cielo serían capaces de superar.

Y un día se cruzó en tu camino la enfermedad, una terrible dolencia que lenta y silenciosamente te fue minando, enfermedad que tú llevaste con una paciencia y una resignación más que ejemplares, sin perder tu sonrisa, y sobre todo sin perder la elegancia y el señorío de que siempre te caracterizó y que mantuviste hasta el final, incluso cuando tu cuerpo y tu salud ya estaban seriamente dañados.

El día anterior a fallecer dijiste sentir miedo. Manuel, una persona como tu no debía temer a la muerte, porque la muerte es el paso a la vida, y allí en la vida fuiste recompensado por el Padre por todo el amor, la bondad y el bien que hiciste en los años que Dios te concedió de vida terrenal; y sin duda la mejor recompensa fue haberte reunido otra vez con mamá, padrino y madrina, a quienes tanto quisiste y tanto te quisieron, y a quienes tanto echaste de menos en los años que pasaron desde que ellos te precedieron hasta el día en que te reuniste de nuevo con ellos, esta vez ya para toda la eternidad. ¡Cuántos momentos de felicidad y amor que vivisteis en vuestro paso por la vida terrenal estareis recordando ahora todos juntos, en la felicidad eterna!, y todo ello estando siempre presente entre nosotros, sintiéndote con nosotros a nuestro lado siempre en todo momento y lugar.

¡Hemos aprendido tanto de ti! ¡Nos has dado tantas cosas! Fuiste, eres y serás el ejemplo que imitaremos y en el que siempre nos inspiraremos en todo lo que hagamos durante los años que Dios nos conceda de vida hasta el momento en que, por ley de vida, tengamos que recorrer el camino que tú ya recorriste.

Hasta siempre, Manuel, y gracias por todo lo que nos diste. Álvaro Basanta.

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