El arte de la videncia sin preguntas

Todos conocemos, en mayor o menor medida, o hemos oído las leyendas, bulos y elementos del folclore popular que circulan por ahí en cuanto a la buena y la mala suerte. Incluso a veces, aunque no nos demos cuenta, tenemos cuidado de no pasar debajo de una escalera, de no abrir un paraguas en el interior de una vivienda, procuramos no romper espejos, alejarnos todo lo posible del número 13 o por el contrario cortar un trébol de cuatro hojas, tener amuletos o colgantes con búhos...porque bueno, como se suele decir en Galicia: habelas, hainas!

Hay gente que a lo mejor hace esas cosas sin darse cuenta o como pequeñas bromas, pero otros  siguen a raja tabla todos esos indicadores de mala suerte y los mantienen todo lo lejos que pueden. Además, también hay quien cree en los designios del zodiaco y que consulta a diario su horóscopo para saber a lo que atenerse en esa jornada, su número de la suerte en caso de que tenga que escoger alguno o se le presente alguna elección, los signos con los que tendrá más o menos afinidad…

Es cierto que existen personas, que tras un tiempo de estudio, conocen los distintos símbolos y tiene algunas nociones de astrología que pueden tirar las cartas del tarot, para sí mismos o sus allegados, cada día para conocer aquello que le espera e intentar espantar los malos agüeros y propiciar las buenas acciones a su alrededor.

Hay otra posibilidad, que creamos en la astrología y en las cartas del tarot, pero no saber tirarlas o interpretarlas adecuadamente. En estos casos, lo más normal es acudir a alguien que pueda hacerlo o ponerse en contacto con un vidente, preferiblemente un vidente sin preguntas.

Estas personas tienen un don, que normalmente les viene dado de nacimiento, que le permite conocer hechos pasados o futuros. Estos le llegan en forma de imágenes como si ella misma estuviese en el momento en concreto observando lo que ocurre. Siempre ha habido conocimiento sobre este don y las personas que lo poseen a lo largo de la historia y en algunas épocas han sido más respetados que en otras. Por ejemplo, en Grecia y Roma se tenía en alta estima a los vates y a las sibilas que tras experimentar un trance arrojaban predicciones sobre si se debía hacer una guerra, cuando era el día más favorable para ello o para emprender una obra importante. En la edad media también se tenían muy en cuenta o más bien la gente los temía y procuraba no tener mucha relación con ellos o no desagradarlos por las posibles consecuencias. A partir de la edad moderna cada vez han sido más cuestionados, ya que la llegada de la razón y la ciencia parecía demostrar que hay otra forma más razonable de explicar y entender las cosas. Pero también es cierto que algunos sucesos o hechos que tienen lugar a veces escapan a toda explicación razonable, así como se producen casualidades o tras algunos accidentes o desastres personas quedan totalmente ilesas sin saber como. Por lo tanto siempre hay lugar para el azar, la suerte y las casualidades. Quizás eso es lo que se piensa pero a lo mejor todo pasa por algo y esas cosas inexplicables estaban designadas.

Con la llegada de las nuevas tecnologías es más fácil consultar los tarots y acceder a los videntes, pero también es verdad que surgen personas con mala fe y aprovechándose de la desesperación de buena gente los engañan.

En caso de querer consultar a un vidente, para averiguar aquello que tanto nos preocupa o para que nos ayuden a tomar las decisiones correctas, parece que lo más seguro y acertado sería contactar con un vidente sin preguntas. Estos, a diferencia de los que se hacen pasar por videntes y no lo son, pronostican aquello que queremos saber sin la necesidad de hacernos preguntas, ya que con ellas le estamos dando datos para que puedan elucubrar o decirnos aquello que esperamos oír o se inventan cualquier cosa a partir de los datos que tienen. Estos, sin embargo, ya nos dicen en todo momento cosas sobre nosotros sabiendo solamente nuestro nombre y nuestro signo del zodiaco, muchas veces nada más ponerse en contacto nos dicen aquello que nos ronda la mente o que nos preocupa.

Si el contacto lo hacemos por teléfono, no nos tienen media hora dando rodeos para no decirnos nada, sino que van al grano. A veces, si les cuesta más visionar lo que le pedimos echarán alguna carta del tarot para guiarse. Además, este tipo de adivinación se diferencia de los falsos videntes en que no necesitan ningún gabinete que les asesore, solo necesitan saber dos datos y una buena concentración para que la energía fluya y puedan alcanzar así las imágenes precisas.