Yoe 33, viviendo del arte y también de la calle

Tiene 40 tacos y su profesión es grafitero. También es ilustrador y hace diseño y vídeos corporativos, pero reconoce que el grafiti es lo que más le llena
Yoe 33, frente a uno de los grafitis que hizo en Fonte dos Ranchos. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Yoe 33, frente a uno de los grafitis que hizo en Fonte dos Ranchos. VICTORIA RODRÍGUEZ

Su firma es también su identidad. Yoe 33 es como se hace llamar y como quiere que lo identifiquen. También es el nombre de su empresa, con la que hace ilustración y diseño y vídeo corporativo. Rebautizado por sí mismo a los 13 años, cuando empezó a hacer grafitis, eligió Yoe por tres motivos: "Porque era un nombre sencillo, por un afán diferenciador del inglés Joe y porque, si separas las sílabas, dice yo e, como si hiciese referencia a mí mismo", explica el protagonista de esta página.

El Yoe está claro, pero el 33 también tiene su lógica: "Mi pandilla era la Circo Crew. Si te fijas, las dos iniciales de estas dos palabras son la C y esta ocupa el puesto número tres del abecedario. De ahí que le pusiese 33", comenta.

"Mi madre hizo Bellas Artes y mi padre pintaba. ¡Tenía el caldo de cultivo en casa para que me desarrollase como artista!"

Nada queda al azar en esta mente creativa. La que con solo 2 años comenzaba a hacer dibujos, mezclar colores y dar formas. "Mi madre hizo Bellas Artes y dio clase en el antiguo Femenino. Mi padre también pintaba cuadros. ¡Tenía el caldo de cultivo perfecto en casa para que me desarrollase de forma libre como artista! Y ellos nunca me impusieron nada, tan solo me sugirieron", afirma.

Las ilustraciones y el diseño y vídeo corporativo los canaliza a través de Yoe 33, su marca y su empresa. Sin embargo, los grafitis los hace a través de Concepto Circo, otra empresa que comparte con su socio, Bure, nombre también de guerra. "Me metí en el grafiti a los 13 años porque me gustaba el hip hop. Ese fue el nexo. Entonces, en Lugo, había muy pocos grafitis. Empecé haciendo letras, throw up les llamamos en la jerga que utilizamos los grafiteros; luego, vinieron las firmas, los tags, y, finalmente, aquellos que mostramos más inquietudes artísticas seguimos por las caras, los personajes, las composiciones... la obra", indica.

Yoe 33 se vio enganchado rápidamente por el grafiti, con el que fue ganándose respeto entre los lucenses, muchos de los cuales ahora son sus clientes.

"Cuando yo empecé, la gente miraba mal a los grafiteros. Ten en cuenta que necesitamos espacios grandes para desarrollar nuestra creatividad, ajenos y no siempre la gente te va a dejar pintar. De ahí surge la ilegalidad de esta actividad. Sin embargo, aquí en Lugo, el Ayuntamiento nos abrió las puertas y, durante años, estuvimos organizando unas jornadas en las que traíamos a reputados grafiteros de otros países, que pintaron varios muros en la antigua Frigsa. Era el Style Fighters. A partir de ahí, los lucenses empezaron a ver los grafitis de otra manera y a los grafiteros como gente con inquietudes creativas", cuenta.

"El grafiti aporta color, motivos y sensibilidad a paredes que no tienen nada. Es impresionante"

Yoe 33 se formó en la Escuela de Arte Ramón Falcón y en la Fundación TIC, pero también aprendió todas las técnicas pictóricas y artísticas habidas y por haber: grabado, serigrafía, óleo, acuarela... pero, de todo esto, se queda con el grafiti y la ilustración digital.

"El grafiti es impresionante porque, al ser tan grande el dibujo, te ves dentro de la obra y, a veces, es tu propio cuerpo el que se adapta a lo que tú estás pintando. El grafiti te permite una recreación personal en el dibujo, los fondos, las atmósferas. El formato es impresionante, pero también reconforta mucho que tu obra esté en la calle y pueda ser vista por todos. Además, aporta color, motivos y sensibilidad a paredes que no tienen nada", dice.

La interacción con el grafiti fue tal que, con 17 años, ya tuvo sus primeros encargos para la decoración de locales y fachadas de edificios. Y el mundo grafitero le abrió las puertas a su vocación, vinculada a la expresión artística. "A partir de ahí, tuve claro que la marca artística iba a estar presente siempre en mi vida. Mi mejor forma de comunicar es esta", afirma.

Para mantener esa creatividad constante, Yoe 33 tiene su entrenamiento: sus tres horas diarias de bocetos plasmadas en su cuaderno de dibujo. "Veo cosas y creo otras diferentes y todo eso está ahí", cuenta.