Los usuarios del Banco de Alimentos son ahora más jóvenes y con hijos a su cargo

La notable subida del precio de los alimentos propició un incremento considerable de las colas del hambre en Lugo
►Personas que permanecen en el país de forma ilegal y con escasos recursos también recurren a ONG para sobrevivir
Reparto de comida en el Banco de Alimentos de Lugo. SEBAS SENANDE
photo_camera Reparto de comida en el Banco de Alimentos de Lugo. SEBAS SENANDE

Los últimos meses de 2021 y el comienzo de 2022 están marcados por un aumento del precio de varios servicios y productos, como consecuencia de la histórica subida del coste de la luz y de otras fuentes de energía. Los alimentos tampoco han escapado de esta espiral inflacionista. El coste de la cesta de la compra y de productos de primera necesidad ha repercutido en el bolsillo de los consumidores, sobre todo en el de las personas más necesitadas. Así las cosas, las colas del hambre aumentaron notablemente su número de usuarios impulsadas por este momento económico, que arrastra a personas cada vez más jóvenes y con hijos a su cargo.

Estas cifras repercuten directamente sobre los bancos de alimentos y organizaciones benéficas sin ánimo de lucro. Reciben más peticiones que nunca. Las estadísticas revelan que muchos de estos nuevos usuarios son cada vez de una edad menor y, en un alto porcentaje, migrantes. Llegan a España con escasos bienes y buscan la ayuda social para poder salir del paso y encontrar una oportunidad de una vida mejor a la que dejaron en sus países.

El Banco de Alimentos de Lugo es una de las organizaciones que reúne las donaciones de particulares y empresas. Cada martes y viernes, cientos de personas acuden a O Ceao para recibir alimentos que aprovisionen su necesitadas despensas.

Si no fuese por la ayuda de la gente y las empresas de Lugo no sé dónde estaríamos ahora

Amadora Núñez, coordinadora de esta entidad, asegura que aproximadamente el 50% de los usuarios proceden de fuera de nuestras fronteras, y "son personas de mayor edad", dice, mientras que las personas de nacionalidad española "suelen ser más jóvenes", aclara. Núñez percibe que un alto índice de estos jóvenes son madres solteras, a cargo de uno o dos hijos, que no tienen otra salida que acudir al Banco de Alimentos, ya que "sus exparejas no le pasan ningún tipo de pensión o ayuda económica" para mantener a los hijos de ambos.

La coordinadora del Banco de Alimentos no entiende a la gente que "critica nuestra labor, deberían ver a las personas que esperan su turno durante horas para recoger alimentos a cuatro grados bajo cero", reprocha Núñez, que durante una de las jornadas de esta semana contabilizó más de 21.000 kilogramos de alimentos repartidos entre los usuarios. "Si no fuese por la ayuda de la gente y las empresas de Lugo no sé dónde estaríamos ahora", comenta.

Mientras el Banco de Alimentos siga con sus puertas abiertas "nadie se irá de aquí sin comida", agrega, tajante, Amadora Núñez. El Banco de Alimentos se encarga de almacenar los víveres de primera necesidad en dos naves industriales, mientras que el reparto de los mismos a las familias lo realiza en exclusiva Aviva.

CÁRITAS. Por su parte, desde Cáritas Diocesana de Lugo también contabilizan un importante incremento de usuarios que solicitan la ayuda social para hacer frente a la necesidades diarias.

Explican que el aumento del precio de los alimentos golpeó con más fuerza a los hogares que ya partían de una mayor privación material. Por ello, notan un aumento significativo en los servicios de personas migrantes y en situación irregular con respecto al pasado ejercicio.

En Caritas Lugo perciben un repunte en las ayudas económicas repartidas en los primeros días de 2022. La alimentación y las ayudas al alquiler ocupan los dos primeros lugares en esta lista.

"Si no fuera por el Banco no me llegaría la comida ni a la mitad del mes"
María es una madre soltera que hace cola dos veces por semana para que a su hija no le falten alimentos
María, nombre ficticio, es una de las cientos de personas que cada martes y viernes esperan su turno en las interminables colas del hambre que se forman delante del almacén del Banco de Alimentos de Lugo. Es madre soltera de una niña de corta edad, y gracias a esta organización sin ánimo de lucro puede contar con víveres para ella y su primogénita.

Actualmente está en paro. Con anterioridad trabajó en una empresa de limpieza. Cuenta que espera que la vuelvan "a contratar dentro de poco, según me dijeron el otro día por teléfono", y mientras, la ayuda de esta ONG se muestra como un apoyo vital porque "si no fuera por el Banco de Alimentos no me llegaría la comida ni a la mitad del mes", explica.

Ambas viven solas, el padre hace tiempo que las abandono: "Mejor, así, las dos solas", opina María. "Cuando conocí al padre de mi niña me pareció una buena persona, pero con el tiempo vi que no, y terminó por marcharse", comenta.

ESPERA. A las once del mediodía la cola de familias que guardan su lugar a las puertas del Banco de Alimentos da la vuelta a la esquina. El termómetro marca dos grados bajo cero. Amadora Núñez, la coordinadora en Lugo de esta organización solidaria, advierte también de que muchas de las personas que esperan por el reparto de comida, que se produce los martes y viernes, "están muy enfermas, y muchas veces son los abuelos los que tienen que estar ahí de pie, con el frío que hace", argumenta.

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