La simbiosis entre el ser humano y los animales se remonta al comienzo de los tiempos. Ese vínculo se ha perpetuado hasta mostrar una extraordinaria compatibilidad entre ambas especies en multitud de campos.
Las terapias asistidas por animales son intervenciones en las que un animal es incorporado como parte del tratamiento, con el objetivo directo de promover la mejora en las funciones físicas, sociales, emocionales y cognitivas de la persona. Siempre deben estar dirigidas por profesionales de la salud o de la educación.
Para que este método terapéutica resulte satisfactorio es fundamental adaptarlo a las necesidades de los usuarios. Para ello, se establecen objetivos específicos para cada caso y se conjugan estas características en equipo junto con psicólogos, educadores o logopedas marca la diferencia.
"Las terapias con animales son válidas para personas con daño cerebral, niños con necesidades especiales o problemas de movilidad"
Judit García y su perra Duna, un ejemplar de raza golden retriever, son el remedio a la enfermedad. Esta pareja tan bien avenida está especializada en integración sensorial, rehabilitación neurológica en niños y adultos, y en terapia asistida con animales.
"El primer paso para que la terapia cause un efecto positivo es evaluar cada caso y personalizar la terapia en cada usuario del centro en concreto", comento Judit García, quien en la actualidad se ocupa de asistir a personas tanto con patologías psicológicas como físicas.
"Las terapias que realizamos en Terocu albergan tratamientos para personas que presenten daño cerebral, niños con necesidades especiales, trastornos del desarrollo, mobilidad reducida o problemas de psicomotricidad", argumenta la terapeuta lucense que abrió su clínica en 2017.
"Hacemos un estudio inicial para saber cómo podemos introducir a Duna en la terapia"
La primera sesión es fundamental para valorar en profundidad el tratamiento a llevar a cabo en cada caso. "Hacemos un estudio inicial para saber cómo podemos introducir a Duna en la sesión terapéutica. Es un ejercicio diseñado a medida, y no es tan fácil como puede parecer", advierte Judit García, mientras recibe un lametazo de su fiel compañera, con la cual presente un grado de afinidad extraordinario.
DUNA. El carácter de Duna favorece al tratamiento. Su interacción con niños y personas mayores roza la perfección. "Le encantan la gente. Desde el primer momento responde muy bien, sobre todo con niños que pueden ponerse más nerviosos", explica su dueña.
"Gestiona muy bien las situaciones delicadas y establece vínculos rápidamente. Es feliz cuando realiza esta tarea", matiza Judit.
Así las cosas, no es de extrañar que, después de 9 años de vida, "ya es una veterana, y sabe perfectamente lo que tiene que hacer, aunque hay un trabajo importante detrás", admite su cuidadora, quien advierte de que la afinidad entre ambas es fundamental a la hora de trabajar con los pacientes.
DESCANSO. Como todo profesional que se precie, Duna recibe los mejores cuidados. "Entra súper contenta a trabajar, y se le da descanso entre sesiones, ya que es un refuerzo positivo para ella", agrega Judit García, quien revela que su fiel coterapueta disfruta cuando "nada, se tiende a tomar el sol y salimos a dar un buen paseo", concluye.