Una tesis recoge dos siglos de reformas en la catedral de Lugo

Marcos Calles recoge los cambios sufridos por la seo a lo largo de 200 años en los que se levantaron las torres y se remozaron sus muros e interiores 

 

Marcos Gerardo Calles Lombao, en el claustro de la catedral. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Marcos Gerardo Calles Lombao, en el claustro de la catedral. VICTORIA RODRÍGUEZ

La catedral, que hoy es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se hizo un importante lavado de cara entre los siglos XVII y XVIII. El templo -cuyos orígenes datan del año 1129, según recogió en su día el conde Pallares haciéndose eco de un contrato de Raimundo de Monforte- sufría un fuerte deterioro y, si no llega a ser por la determinación de los sucesivos miembros del cabildo, la catedral no llegaría hasta hoy.

El historiador Marcos Gerardo Calles Lombao hizo un seguimiento de todos estos trabajos que dieron forma a lo que es, actualmente, la catedral de Lugo a través de un arduo trabajo de investigación y documentación con el que acabó haciendo una tesis doctoral, dirigida por Ana Goy, que presentó esta semana en la USC. El trabajo lleva por título Promotores y artistas en la Santa Iglesia Catedral Basílica de Lugo durante los siglos XVII y XVIII.

Para que viese la luz, revisó las actas capitulares, los libros de fábrica y los legajos con contratos del Archivo Catedralicio, además de los protocolos de los escribanos y las actas del Concello, en el Arquivo Histórico Provincial.

Cuatro años de trabajo en los que se tejieron los mimbres de la que, según cuenta su autor, es la primera tesis doctoral sobre la catedral lucense. ''Es el primer vaciado documental que se hace de la catedral y también la primera tesis. Hasta ahora, se habían hecho muchos estudios sobre algunos de los artistas más conocidos que trabajaron en la basílica como Domingo de Andrade o Fernando Casas, pero no sobre la construcción del edificio, en la que participaron más de 200 maestros entre pintores, campaneros, escultores o maestros de obras'', afirma Calles.

El objetivo del trabajo era reflejar los cambios en el edificio. Sin embargo, la propia investigación obligó a Marcos Calles a ir más allá y hacer un estudio sobre los cabildos catedralicios, los canónigos fabriqueros y secretarios y los escribanos que había en la basílica.

''En las actas capitulares, hacían referencia habitualmente al cargo pero no al nombre de las personas. Se habla del deán o del chantre, por ejemplo, pero no se dice quiénes eran. Para enterarme de ello, tuve que hacer otros estudios paralelos con la relación de estas personas que tuvieron algo que ver con las obras de la catedral. Así, la tesis incluye el primer estudio del cabildo catedralicio anterior a la primera Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia, en 1669, o también el primer estudio de los canónigos fabriqueros (responsables de las obras) o de los canónigos secretarios (que redactaban las actas capitulares)'', apunta.

''Los oficios se elegían el 11 de junio, día de San Bernabé, para todo el año. Esto lo impuso el obispo Fernando de Velosillo y se mantuvo así durante esos 200 años'', dice Calles.

En los dos siglos que revisó este historiador para su tesis doctoral, pasaron por la diócesis de Lugo un total de veintiocho obispos. Tanto ir y venir de prelados se debe, básicamente, a una razón: la diócesis lucense era la tercera más pobre del país y, por una parte, nadie se quería quedar y, por otra, algunos de los que venían ya tenían su edad y fallecían al poco tiempo.

''Lugo era una diócesis de paso. Por eso, hubo dieciocho obispos en el siglo XVII y diez, en el XVIII. Y también, por eso, no todos los obispos mostraron interés por reformar la catedral salvo excepciones como Alonso López Gallo, que financió el coro realizado por Francisco de Moure, por el que pagó inicialmente más de 2.000 ducados, o Manuel Santamaría Salazar, que en 1726 financia la capilla de la Virgen de los Ojos Grandes. Pero quienes más aportaron para las obras fueron los miembros del cabildo, que esos sí se mantenían en el tiempo. Los canónigos son los grandes olvidados pero ellos pagaron de su bolsillo las reformas'', cuenta Calles.

Las obras se hacían por contrato -con el que los maestros cobraban por obra y dejaban una fianza antes de iniciar los trabajos por si no los acababan a tiempo- o por asiento -por trabajos específicos-. ''Lo más habitual eran los contratos. Las torres se hicieron así. En el siglo XVII, la catedral no las tenía. Solo había la de las campanas. El proyecto del resto de las torres se hizo en 1769. En cambio, las obras no se llevaron a cabo hasta 1879, cuando Nemesio Cobreros hizo la fachada principal. Eso fue porque no llegó el dinero'', apunta Marcos Calles.

El obispo que se encontró con un edificio ''indecente y ruinoso''

La decisión de que era hora de hacer reformas en la catedral de Lugo para no verla caer la tomó un obispo de Burgos. Alonso López Gallo. El prelado llegó a la diócesis a principios del siglo XVII y, según cuenta Marcos Calles en su tesis, se encontró con una catedral que, en aquel entonces, estaba en un estado lamentable.

''Cuando llegó a Lugo, se encontró con un edificio indecente y ruinoso, en una diócesis superpobre. No tenía coro, ni claustro, ni sacristía. Todo estaba en ruinas. Por no tener, tampoco tenía dinero ni para las velas de la Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia. Por eso, decidió que había que hacer algo para que no cayese del todo'', explica el investigador, Marcos Calles.

El cambio fue espectacular e incluso afectó a sus dimensiones. De medir solo 80 metros de largo a principios del siglo XVII, la catedral pasó a tener los 115 actuales. También creció a lo alto y a lo ancho.

Un monopolio de canteros oriundos de Trasmiera, en Cantabria

Gran parte de los maestros de obras de la catedral en estos dos siglos procedían de la comarca cántabra de Trasmiera. Tanta era su presencia que Marcos Calles se atreve a decir que ''formaban casi un monopolio ya que se pasaban el trabajo de padres a hijos y de familia en familia, recayendo siempre en los mismos''.

En Galicia, entonces no había la necesaria especialización para estos trabajos y los maestros cántabros fueron los que, finalmente, dieron forma a la catedral.

''La merindad de Trasmiera trajo a Lugo maestros como Simón de Monasterio, responsable de las obras del trascoro; Juan de las Tijeras, maestro de obras de la catedral; Gaspar de Arce, que se ocupó de la Torre de los Signos o de las campanas (esta anterior, del siglo XVI, y que incluiría un reloj —el primero que hubo en Lugo— por iniciativa del obispo Fernando de Velosillo) o Fernando de la Portilla, que hizo el Seminario'', dice Calles.

Ojos Grandes: Se usaron pinceles de pelo de ardilla
Para conocer los detalles de las obras, Marcos Calles tuvo que revisar los protocolos notariales de los escribanos de la catedral de esos dos siglos. Las obras se hacían por contratos, que se reflejaban en los protocolos. En uno de ellos, se da cuenta de los trabajos para hacer la capilla de la Virgen de los Ojos Grandes donde, entre otro material, se incluyen doce pinceles grandes de pelo de ardilla «para dorar», se especifica en el protocolo.

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escribanos pertenecían al cabildo catedralicio. Sus contratos de obras y cartas de pago están en el Archivo Histórico. En todo el distrito de Lugo, había 150
 

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