A Elvira Tuñas Dugnol, de 65 años y funcionaria de la Diputación, la pandemia la convenció de que era más conveniente el uso de la tarjeta que el pago en metálico. El miedo a un posible contagio por andar tocando las monedas y los billetes la llevó, como a mucha otra gente, a hacer uso del dinero de plástico pero también de la compra online, que empezó a hacer en un sitio, hasta entonces, insólito para este tipo de transacciones: la plaza de abastos de Lugo.
"Uso mucho más la tarjeta a raíz de la pandemia, sin duda alguna. Y descubrí otra cosa más. Descubrí una comunidad maravillosa entre los comerciantes de la plaza de abastos de Lugo, donde hacía el pedido por teléfono y me lo traían a donde estuviese. Tan encantada quedé que sigo haciéndolo de esta manera. Y es más, en la frutería a la que iba acabaron instaurando el pago con tarjeta porque también vieron ellos que resultaba mucho más cómodo para todos", cuenta esta funcionaria.
Elvira Tuñas se aficionó al tirar de tarjeta a raíz del covid. "Me sentí tan bien, tan agradecida de pagar y no tocar que me quedó eso, lo de pagar con tarjeta siempre", afirma.
Y, efectivamente, tan encantada se quedó que, incluso, sigue utilizándola pese a que, en una ocasión, le hackearon la tarjeta y le timaron 1.000 euros, que consiguió recuperar gracias al seguro de la propia tarjeta.
"Cuando compro por internet, me voy a sitios seguros como Amazon pero también reconozco que es más cómodo y más rápido que ir a las tiendas. Y también prefiero ir al cajero que al banco. Voy poco ya a la oficina. Las transferencias las hago online. Cada vez uso menos el efectivo", cuenta.