Pugna contra los vecinos ruidosos

Denuncian que unos jóvenes "no paran de organizar fiestas" en su piso y ellos alegan que solo juegan a la Play "de forma acalorada". Las quejas por alboroto movilizan a diario a la Policía Local
La calle Nicomedes Pastor Díaz. ADRA PALLÓN
photo_camera La calle Nicomedes Pastor Díaz, donde la Policía Local intervino en un piso por ruidos. ADRA PALLÓN

No pasa una noche sin que los agentes de la Policía Local de Lugo tengan que intervenir en una vivienda particular por los ruidos que provocan sus moradores. La música, la risa y los gritos que surgen de cualquier jolgorio que se precie animan a los asistentes, pero ponen al límite la paciencia de los vecinos que no forman parte de la celebración. De hecho, desde que se levantó el estado de alarma y se aliviaron las restricciones, la Sala del 092 recibió decenas de llamadas de ciudadanos quejándose por algún tipo de algarabía que les impide conciliar el sueño.

Una de las últimas intervenciones de este tipo tuvo lugar el pasado jueves, alrededor de las diez y media de la noche, cuando varios vecinos de un inmueble de la calle Nicomedes Pastor Díaz llamaron a la Policía Local para denunciar los ruidos "molestos" procedentes de una vivienda. Según los afectados, en ese piso residen varios jóvenes "que no paran de organizar fiestas".

Como cada vez que reciben una queja, una patrulla del Grupo Operativo Nocturno se desplazó de inmediato hasta el edificio y comprobó que los vecinos protestaban con razón, ya que desde las escaleras y los rellanos del inmueble se podía escuchar "música en tono muy alto". Los agentes identificaron al responsable del piso y el chico les contó que se había reunido con unos amigos y que estaban jugando a la Play Station "de forma acalorada". A pesar del escándalo que estaban montando, el joven dijo que no eran conscientes de las molestias que le estaban ocasionando a otras personas.

En este caso —y en prácticamente todos los incidentes similares— las molestias cesan con la intervención policial y los vecinos recuperan el descanso, pero los responsables no salen inmunes, sino que son denunciados por una infracción a la Ordenanza de Protección ambiental, una conducta que acarrea sanciones económicas cuantiosas. Así, la multa mínima en estos casos es de 600 euros y la máxima alcanza los 30.000, una cuantía que se fija en función de la actuación llevada a cabo por el infractor y también teniendo en cuenta otros factores, como la reincidencia.

OTROS CASOS. Cuando se movilizan tras recibir una queja por ruidos, los agentes se preparan para disolver una fiesta, pero no siempre se encuentran a un grupo de amigos o familiares en plena celebración. Recientemente, los policías se trasladaron a la Rúa Couselo por las protestas de varios vecinos y comprobaron que se trataba de un grupo de música en pleno ensayo. En el mes de agosto, también acuideron a un piso de la Rúa do Seixo y comprobaron que no había ningún festejo, sino que la dueña estaba realizando tareas domésticas en la terraza, a las dos de la madrugada, con la puerta abierta y el televisor encendido.

Otro caso curioso fue el de un hombre que estaba solo en casa y achacó los ruidos a que estaba "jugando" con el altavoz inteligente Alexia. Pero el caso sin duda más curioso de todos los registrados en los últimos meses en la capital lucense fue el de la gata Luna, que encendió ella sola el equipo de música —cuando sus dueños no estaban en casa— y despertó a todos los vecinos de un inmueble de Fontiñas a golpe El bacalao, una canción de Julio Iglesias.