"No se puede proclamar una república ni imponer una autonomía contra el 50% de la población"

Polémico, odiado y respetado a partes iguales, Rufián es uno de los políticos más reclamados de un momento en el que el diálogo se abre paso a empujones y se airean contradicciones propias y ajenas
Gabriel Rufián, este sábado en el IES Lucus Augusti. SEBAS SENANDE
photo_camera Gabriel Rufián, este sábado en el IES Lucus Augusti. SEBAS SENANDE

Histriónico para unos y brillante para otros, Gabriel Rufián es una de las figuras más provocativas de la nueva hornada de políticos en España. Y provoca tanto rechazo entre sus rivales como afinidad entre sus simpatizantes. Aquel chaval de crítica impertinente que convertía cualquier intervención en la tribuna del Congreso en una anécdota, se ha ido transformando poco a poco, aupado por las circunstancias, en una de las figuras claves del momento político actual, como uno de los guardianes de las llaves de la gobernabilidad.

Este sábado estuvo en Lugo para participar en un coloquio del Ateneo Galeguista en torno a su libro El 15-M facha. El jueves encontró un hueco en una agenda de locos para realizar esta entrevista en la que, fiel a su estilo, no esconde ni sus contradicciones.

¿Qué se le ha perdido a usted por Lugo?
Antes de la pandemia ya contactó con nosotros la gente del Ateneo y nos pidieron que pasáramos un día para hablar y hacer un coloquio. Nos pareció bien, pero luego pasó lo que pasó y hubo que posponer todo. Al final hemos podido cuadrar fechas para un viaje a Lugo y a Santiago. Así que pasaremos el fin de semana en Galicia.

Y de paso aprovecha para la presentación de su libro. ¿Viene usted a vender o a convencer?
Voy a hablar sobre todo. Mucha gente que me dice que es la primera vez que va a una presentación de un libro y el autor no habla del libro. Me cuesta mucho, siempre me ha dado cierto pudor eso de hablar de mi libro. Lo que intento, como apasionado de la política, es hablar de cómo veo el momento político actual, el futuro y hacer muchas preguntas, que yo creo que tenemos pocas respuestas.

Creo que si a las izquierdas no nos une el amor, debe unirnos el espanto por la alternativa

El punto de partida, El 15-M facha, no deja de ser un título muy de su estilo, un tanto provocativo. ¿En qué consiste ese fenómeno?
El libro lo escribí durante los 94 días que estuve confinado en Madrid; fue a raíz de un día que iba al Pleno del Congreso y me crucé con unos chavales que salían de una obra, cuatro albañiles jóvenes, y recuerdo que me gritaron: "¡Rufián, cabrón, España es tu nación!" y "¡Rufián, vete a tu país!". Me hizo ver que la clase trabajadora estaba siendo interpelada por la ultraderecha, o por la derecha. Eso que antes te podía decir un señor engominado y con mocasines, ahora te lo estaba diciendo un chaval que trabajaba diez horas al día en una obra. Lo que yo estaba viendo es que la derecha estaba aprovechando una crisis para inocular sus mensajes a la clase trabajadora. Y saben que cuando lo consiguen, ganan.

¿Hasta qué punto señalar a la ultraderecha no se está convirtiendo en una coartada de la izquierda para no hablar sobre sí misma, para no hacer autocrítica?
Me parece un diagnóstico absolutamente acertado. Yo creo que la responsabilidad de que un chaval de un barrio obrero vote a Vox o vote a Ayuso es principalmente de la izquierda. Es un fracaso de todas las izquierdas, tengamos la bandera que tengamos. No hemos sido capaces, primero, de explicar la realidad de una manera simple ni, segundo, de idear medidas para que la gente tenga tiempo de pensar y ser consciente de su precariedad. Pero también creo que hay que señalar a la derecha española que, al revés que sus homólogas europeas, está pactando con la ultraderecha. En Europa a la ultraderecha no la está frenando la socialdemocracia, la frena la derecha, como Merkel negándose a pactar en un land. En España, sin embargo, nadie duda de que Casado y Arrimadas, si pueden, llegarán a la Moncloa con el apoyo de Abascal. Eso es una anomalía democrática. Así que señalaría tanto a la izquierda como a la poca base antifascista que tiene la derecha española.

El cambio de discurso del PSOE tampoco es gratuito, pienso que hay horizontes para la esperanza

¿No podría considerarse anómalo que gobiernos supuestamente progresistas hagan políticas liberales? ¿O, centrándonos en ERC, que por un lado sostenga al Gobierno de Sánchez y, por otro, vete al PSOE en Cataluña o que gobierne con la derecha liberal catalana y, además, le ceda el control de la economía?
Esta me la sé porque es de primero de progre que vive fuera de Cataluña. Primero, el supuesto veto de ERC al PSOE: es un veto mutuo, ya que Illa dijo hasta tres veces en las elecciones que jamás iba a pactar con un partido independentista. Sí que es cierto que quizás para ERC sea más difícil que para el PSOE pactar con ellos, porque al fin y al cabo el PSOE contribuyó con el 155 a meter a nuestros compañeros en la cárcel; es un detalle que a veces impide hacer política con ellos. ¿Por qué se hace una política en Madrid y otra en Cataluña? Porque la alternativa a la aritmética actual en Madrid es Vox. Nosotros como demócratas nunca vamos a facilitar la entrada del fascismo en ninguna institución. Por lo que respecta a Cataluña, yo sé que el espacio de Convergencia que ahora ha eclosionado en diversos partidos tiene muy mala prensa, y probablemente merecida, pero siempre intento poner ejemplos frente a la gente que tiene esos prejuicios: hoy mismo (jueves), el PSOE ha anunciado que llevará al Constitucional una ley aprobada en el Parlament de Cataluña, con los votos de lo que llama la derecha liberal catalana, para regular el precio de los alquileres; y, además, el PSOE se niega a hacer una ley así aun habiéndolo prometido en su campaña y habiéndolo firmado. Pero es que no es la única: PSOE y PP han llevado al Constitucional 34 leyes inequívocamente sociales aprobadas por ERC en el Parlament con la peligrosa derecha neoliberal catalana. Es curioso, en los últimos días se criticaba mucho el nombramiento de Jaume Giró como conseller de Economía, un tipo que viene de La Caixa. La gente dice: "Es que es de derechas". ¡Igual es que Nadia Calviño es marxista-leninista! En definitiva, el futuro de la política es este, nos guste más o nos guste menos: el pacto entre diferentes, el diálogos entre diferentes, los gobiernos entre diferentes. Asumir las contradicciones, sobre todo por parte de la izquierda, porque aquí ya nadie va a ganar por mayoría absoluta.

Siguiendo con ese planteamiento de diálogo entre diferentes y contradicciones, está marcando la agenda el reciente pronunciamiento de Junqueras renunciando a la vía unilateral de independencia si no hay un apoyo popular mucho más significativo y aceptando los indultos como punto de partida hacia el diálogo. ¿Es realmente un giro de timón o forma parte de una hoja de ruta ya marcada mucho antes? ¿Vamos hacia algún sitio, hay siquiera una posibilidad de arreglar este problema?
Sí. Yo creo que a las izquierdas nos tiene que unir el espanto; si no nos une el amor, que nos una el espanto por la alternativa. La apuesta de ERC por el diálogo y política es muy clara. No se puede proclamar una república contra el 50% de la población, pero tampoco se puede imponer una autonomía contra el 50% de la población. Por tanto, tenemos que hablar, y esto lo decimos desde hace dos años y los resultados electorales nos avalan. Y el cambio de discurso del PSOE tampoco es gratuito, las acciones que pasen en los próximos días seguramente tampoco serán gratuitas. Creo que sí, que debe haber horizontes de esperanza, la izquierda no va a ganar por olas de nacionalismo, sino por olas de esperanza.

Si se agota la legislatura será que se han hecho las cosas a las que todos nos habíamos comprometido

Hay, por tanto, una hoja de ruta común...
La hoja de ruta es hacerse cargo de la realidad, aunque sea terrible.

¿Es lo que ha hecho el señor Junqueras, por ejemplo?
Bueno, me refería a una realidad terrible desde el punto de vista económico, social, sanitario... Luego, a nivel político, intentar hacer aquello por lo que nosotros nos presentamos, hacer posible el diálogo para dar una salida democrática a todo esto. Lo que esta claro es la otra vía que se ha intentado hasta ahora, la de los puños y la de los jueces, no funciona. No hay nadie en Cataluña que haya dejado de ser independentista porque le hayan pegado o porque le hayan metido en la cárcel por votar. Hay que hablar y hacer política.

¿Cree, entonces, que una vez iniciada esta vía del indulto y el diálogo esta legislatura se agotará?
Si se agota será una buena noticia, significará que se han hecho las cosas a las que todos nos habíamos comprometido, que el Gobierno lo ha podido culminar y que es el inicio de cosas aún mejores. Lo que nosotros no vamos a hacer es dejar que la ultraderecha entre en Moncloa.

 

"Creer que lo de Cataluña va solo de nacionalismo es miopía"

Hablando de hacer política, desde la otra esquina del país, desde la España vacía, muchas veces se tiene la sensación de que el problema catalán se está usando para ocultar o posponer otros problemas igual de importantes, como si el nacionalismo periférico y el centralista se retroalimentasen para que el ruido oculte otros asuntos. ¿Ambos se necesitan?
La verdad es que no me doy por aludido porque no soy nacionalista y mi partido tampoco lo es. Somos republicanos y de izquierdas y la lucha por el derecho a la autodeterminación es de primero de izquierdas. Mi republicanismo no es identitario. Y el que crea que todos de ese 52% que vota independentista llevan una foto de Pujol en la cartera, bailan sardanas y son del Barça se equivoca enormente. ERC es segunda fuerza en poblaciones del área metropolitana de Barcelona, que son hijos y nietos de andaluces, gallegos o extremeños que llegaron para trabajar y ahora votarían por el derecho a la independencia. Hay también un componente heredado del 15-M, de querer romper con el régimen del 78. Creer que lo que pasa en Cataluña va solo de nacionalismo es de una enorme miopía.

Insisto en la pregunta.
Si compramos ese marco podemos llegar a una especie de equidistancia perversa. Te puede gustar muy poco el nacionalismo catalán, pero no ha metido en la cárcel a nadie. En el momento en que envías un barco con 14.000 policías a pegar a la gente en colegios electorales o mandas a un gobierno al exilio o a la cárcel, pierdes la razón. Y uno de los grandes errores de la izquierda española, en este caso de Podemos, fue cuando durante todo aquello del 1 de octubre nos decían que estábamos despertando el fascismo. Nosotros les decíamos que no, que estaban escondidos pero existían y que los siguientes iban a ser ellos. La pulsión violenta del fascismo en España siempre ha existido.

Voy a plantearlo de otra manera: ¿En qué transporte viajará usted para llegar a Lugo?
Te entiendo perfectamente. Pero, por ejemplo, el primer tren que se inauguró en España fue entre Barcelona a Mataró, la distancia es exactamente la misma que hace cien años y se sigue tardando lo mismo. Evidentemente, no se puede comparar, pero las carencias territoriales, las injusticias que hay en un barrio obrero de Hospitalet son las mismas que hay en un barrio obrero de Lugo.

"Me prometí no regalar excusas para que no se hable del fondo" 
He leído últimamente entrevistas suyas en las que reconocía que su manera de decir las cosas tapaba muchas veces el fondo, o afirmaciones como "Twitter es mentira", cuando de usted se destacaba al darse a conocer como político que hablaba como si lanzara tuits. ¿Cuándo fue consciente de que el personaje perjudicaba el mensaje y decidió frenar?
Al final, un tuit es una frase. Sí creo que debo sentirme orgulloso, aunque también me sorprende, de que mucha gente me diga que le gusto porque me entiende. A un político se le tiene que entender, es nuestro trabajo, me sorprende que me lo digan. Intento sobre todo que se me entienda. Pero cuando tú eres portavoz, asumes otro rol, otras responsabilidades, aunque sí que es cierto que un día que me di cuenta fue cuando interrogué a José María Aznar en una comisión de investigación. Recuerdo que fui con una camiseta con la foto de José Couso y creía, en mi inocencia, que después del interrogatorio se iba a hablar de la invasión salvaje a Irak, de la gestión de este señor... Y no: se hablo de la talla de mi camiseta, del color de las cortinas, de la corbata de Aznar... Ahí me di cuenta de que tú el juego no lo vas a cambiar, está montado como está y tú solo vas a poder ganar alguna partida. Así que lo que tienes que intentar es no regalar excusas para que se hable de tus formas en lugar del fondo. Me lo prometí a mismo y creo que, más o menos, lo voy cumpliendo, aunque a veces cuesta.

¿Cómo se ve desde Madrid y desde Cataluña la situación en Galicia?
Son lugares, como puede ser Extremadura, absolutamente olvidados desde hace muchísimos años por el Estado, por los diferentes gobiernos. Nosotros hemos creado con el BNG y otros partidos un espacio de coordinación y de ayuda para todo lo que tenga que ver con lo que nosotros consideramos nuestros respectivos países. A nivel personal, entré en el Congreso con cinco diputados y diputadas gallegos de la órbita de Unidas Podemos, de los que queda Yolanda Díaz, y lo viví desde el principio; he visto muchas veces su frustración, incluso dentro de su espacio, porque los asuntos de Galicia siempre se trataban como temas secundarios. Sí que es cierto que la imagen es la un lugar abandonado.

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