Pilar de Lara: Una magistrada en su laberinto

El 2019 estará marcado en lo judicial por las macrocausas que gestiona la jueza

Pilar de Lara. SEBAS SENANDE
photo_camera Pilar de Lara. SEBAS SENANDE

PILAR DE Lara, año 11. Su llegada en 2007 al juzgado de instrucción número 1 marcó un antes y un después en Lugo. Desarrolló las mayores macrocausas de la historia de la ciudad: Carioca, Pokemon, Pulpo, Cóndor, Garañón...

Hoy, es ella la investigada en el CGPJ por los reiterados retrasos y por su particular forma de instruir, con riesgo incluso de ser suspendida. ¿Cuáles son las claves de esta situación? Y, sobre todo, ¿por dónde pasa la solución al lío? El juzgado 1 está sufriendo la resaca de un cóctel fatal, con expedientes despistados en los cajones, funcionarios desbordados y el férreo marcaje de los inspectores del Consejo. La máxima responsable también pagó esa presión con su salud y tuvo que apartarse durante unas semanas.

No hay una única causa. Como en el refrán, el hambre se juntó con las ganas de comer, y a la sobreinstrucción, las resoluciones con innecesarias decenas de folios y los incumplimientos de plazos se le juntaron la falta de medios en el juzgado y el papel de una Fiscalía que por momentos estuvo de perfil.

Por partes. Es casi un hecho objetivo que hubo trámites prescindibles, solicitados en su día por la jueza en la creencia de que todo el sistema judicial funcionaría a su frenético ritmo. Y no es así. Aduanas, Guardia Civil y Policía tardaban meses en hacer informes y las macrocausas de Pilar de Lara no son las únicas en marcha. Quizá le faltó concreción para atar acusaciones en momentos puntuales y en cambio decidió seguir abriendo caminos, investida de justiciera.

Una reprimenda quizá daría la puntilla a unas macrocausas ya de por sí heridas casi de muerte

Parecía como si no fuese capaz de trabajar de otra manera. Autos que se solventarían con dos líneas De Lara los convierte en tratados de derecho penal.

Sí, tuvo refuerzos. Juez de apoyo, secretario de apoyo, pero el verdadero tapón estuvo en funcionarios y medios técnicos. Un lento escáner (sustituido estos días por uno más veloz tras las quejas de la jueza en el Consejo) fue la única herramienta durante años para digitalizar miles de folios.

La Fiscalía, con cuatro jefes diferentes en una década, tampoco ayudó mucho. Claramente dejó correr los asuntos al no asistir a muchas declaraciones y registros en pleno apogeo de las investigaciones. Que el fiscal estuviese citado y no apareciese se convirtió en una constante. Bien podría haber sido una pista para que ella frenase... pero no es su carácter.

La Fiscalía tiene ahora el papel protagonista, con las acusaciones previas a los futuros juicios, y ahí es donde se ven las consecuencias de aquellas ausencias. El caso Carioca, repartido entre prácticamente todos los fiscales de la plaza, se desinfla al ritmo que llegan las piezas a su punto clave. Y este parece que va a ser el futuro también de Pokemon, Pulpo o Cóndor, distribuidas del mismo modo entre los fiscales.

El papel de la Audiencia como segunda instancia merecería igualmente mención aparte. Pasó años contestando a los recursos escurriendo el bulto: no era el "momento procesal".

¿Y ahora? El poso de impunidad puede acarrear un efecto rebote. En Lugo siempre funcionó el amiguismo. Bien para quitar una multa o para agilizar una licencia. Tras las macrocausas estas actitudes cesaron en gran medida. ¿Qué pasará cuando todo lo que investiga el juzgado 1 se diluya?

Lo más grave es que detrás de todo esto haya personas, decenas de imputados que llevan años en el limbo. La Justicia no es tal si es lenta. Las investigaciones pusieron fin a carreras políticas, destrozaron personal y familiarmente a empresarios y condenaron a pena de telediario a otros muchos implicados. La lista de imputados ahora exculpados parece que seguirá creciendo. Todo por ese cóctel fatal del juzgado 1.

En cualquier caso, de alguna manera habrá que salir del embrollo en el que, curiosamente, no todos pierden (las cifras de los abogados estrella serán de infarto).

Un CGPJ capaz de dejar sin castigo a la jueza vidente o a un magistrado que se duerme en la sala tiene ahora sobre su mesa la carrera de Pilar de Lara. La ausencia de sanción validaría su manera de instruir. Una reprimenda quizá daría la puntilla a unas macrocausas ya de por sí heridas casi de muerte.