Muere el fotógrafo lucense Carlos Valcárcel

Para los fotógrafos de Lugo era un maestro, un sabio en el manejo del blanco y negro en el laboratorio
Carlos Valcárcel. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Carlos Valcárcel. VICTORIA RODRÍGUEZ

El fotógrafo lucense Carlos Valcárcel (Lugo, 1929) falleció este domingo en su ciudad natal. Se trata de un profesional de gran prestigio que fotografió la Galicia rural de los años 70 en blanco y negro: las ferias, los mercados, las viudas de marineros, agricultores arando, personas comiendo pulpo… Trabajó en un banco hasta que se jubiló y nunca se planteó vivir de la fotografía, que practicaba como aficionado, pero se convirtió en un referente para los profesionales del ramo en Galicia.

Una pasión consistente, mantenida en el tiempo, dedicada. A ella entregó su tiempo libre de forma absorbente y por ella secuestró para siempre el baño pequeño de su casa que pasó a ser su eterno cuarto oscuro.

Llevaba meses encamado en su vivienda de la Praza de Alacante. Para los fotógrafos de Lugo era un maestro, un sabio en el manejo del blanco y negro en el laboratorio.

Nació en 1929 en la Praza da Santo Domingo y tuvo 4 hermanos, de los que dos murieron siendo niños. En un Lugo por entonces vacío de tráfico, uno fue atropellado por un camión cuando paseaba con su primo, que corrió igual suerte. A su hermana se la llevó la difteria.

Estudió en los Maristas y fue muy deportista. No solo le gustaba correr, saltar, lanzar jabalinas, también marcar músculo. Además, le encantaba dibujar y leer cómics.

Cuando un amigo le prestó la primera cámara de su vida, una Kodak Retina, la estrenó retratando a su hija Tere, la mayor de ocho que acabaría teniendo con su mujer, también Tere.

Los domingos y festivos, Carlos, que no tenía coche, madrugaba, se metía una docenita de carretes en el bolsillo y se iba con el fotógrafo Hipólito Galván a peinar Galicia haciendo fotos. Regresaba de noche, después de haberle acribillado a preguntas, gastado toda la película y arrepentido de no llevar más. Daba largos paseos por Lugo con su cámara y entraba cada tarde en su cuarto de baño con la intención de revelar y hacer pruebas hasta la hora de la cena. Milagrosamente, el tiempo parecía diluirse y salía de madrugada, a las tres o las cuatro.

Sería la suya una pasión de las horas libres, pero al contrario de lo que les ocurre a otros artistas, contó con el apoyo de la familia. El talento se le notó enseguida y ganó premios nacionales e internacionales; menciones en libros, la consideración de sus colegas.

Este lunes se celebrará una misa por Carlos Valcárcel a las 17.00 horas en Velatorios Lucenses. El entierro será el martes. Su cuerpo será incinerado.