La mayoría de las extorsiones a menores en Lugo son casos de ciberbullying

Las víctimas tardan meses en pedir ayuda porque tienen miedo a que el acosador le haga daño a su familia. Los psicólogos recuerdan que la adolescencia es una etapa "muy sensible" y recomiendan vigilar los cambios de conducta

Dos jóvenes pendientes de un móvil. EP
photo_camera Dos jóvenes pendientes de un móvil. EP

Las extorsiones a menores como la que saltó a la luz esta semana —tras el arresto de una pareja que amenazó durante meses a un chico de 16 años para que les consiguiera dinero y joyas— son escasos en Lugo, donde la mayoría de los chantajes a menores se enmarcan en el ciberbullying.

Sin embargo, el hecho de que la extorsión se realice a través de internet o del móvil, y por parte de otro menor de edad —ya que si es mayor de 18 años sería ciberacoso— no le resta ni un ápice de gravedad al problema, ya que las víctimas lo viven como un auténtico calvario. Tanto es así que los psicólogos lucenses reciben cada año más consultas por casos de ciberbullying, una realidad que crece pareja al uso de las nuevas tecnologías.

Según explica la psicóloga lucense Belén Vázquez Rodríguez —de Clínica Santo Domingo—, las víctimas suelen tardar meses en pedir ayuda, en ocasiones incluso más de un año. Pero, ¿qué lleva a un adolescente a callar una situación que le atormenta y de la que no es culpable?

La psicóloga Belén Vázquez señala que los adolescentes son muy vulnerables, "ya que todavía no tienen formada su identidad"

"Por lo que vemos en la consulta", explica la psicóloga, "su mayor temor es que le hagan daño a su familia, más que a ellos mismos. La adolescencia es una etapa en la que los niños son muy sensibles, ya que todavía no tienen su identidad totalmente formada ni son maduros en la toma de decisiones".

Otro factor que contribuye a explicar que los menores extorsionados guarden silencio es la vergüenza que sienten al ser víctimas de otros chicos. "A esa edad se sienten adultos y se avergüenzan de esas situaciones", apunta.

COMPORTAMIENTO. Belén Vázquez señala que cada caso concreto es diferente y que entran en juego muchas circunstancias, pero reconoce que cuando un menor está siendo extorsionado suele haber un cambio a nivel comportamental y a veces también se refleja en el rendimiento académico. "Es importante analizar mucho la conducta de los niños, porque si hay cambios importantes puede haber detrás un problema, bien sea un caso de ciberbullyng o cualquier otro", dice.

Tal y como destaca la psicóloga, lo fundamental en estos casos es que la familia intente acercarse al menor. "Es muy importante la comunicación con los niños. Ya lo es en la infancia y muchísimo más en la adolescencia, ya que se trata de un periodo tremendamente sensible", asegura.

Este acercamiento, en ocasiones resulta complicado, ya que el miedo y la vergüenza hacen que las víctimas se cierren en banda. Si esto sucede, Belén Vázquez recomienda a las familias que no duden en pedir ayuda. "Los padres pueden acudir al centro escolar para preguntar si el menor ha tenido algún problema o si los profesores han detectado algo. También se puede acudir a un psicólogo para que intente que el menor se decida a contar lo que le sucede. Lo importante es buscar soluciones cuanto antes".

Muchas veces, las víctimas tampoco se atreven a dar el paso por temor a represalias. "Tienen miedo y son muy reacios a denunciar por todo lo que implica", señala. Finalmente, cuando lo cuentan, supone una liberación.

En el caso del menor que soportó la extorsión de una pareja durante meses —llegando a entregarles numerosas joyas de sus familiares, la gota que colmó el vaso fue una agresión física por parte del acosador— que le partió el labio de un puñetazo para robarle el móvil y 20 euros.

Armarse de valor y contarlo sirvió para poner fin a su pesadilla y detener a los extorsionadores —un joven de 22 años y una chica de 24— que tendrán que responder por un delito de robo con violencia y otro de coacciones.

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