El mayor incendio en la historia de Lugo causa daños millonarios en seis empresas de O Ceao

Las llamas se iniciaron alrededor de las seis y media de la madrugada en la nave de Castro Parga y se extendieron a los negocios próximos ►Los bomberos tardaron 6 horas en controlar el fuego, que provocó una intensa columna de humo negro visible desde toda la ciudad ►Bomberos, Policía y Protección Civil movilizaron a más de cien efectivos 

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La capital lucense amaneció este domingo custodiada por una intensa nube de humo negro que se podía percibir desde cualquier punto de la ciudad. El rastro de la humareda llevaba hasta el polígono de O Ceao, donde un voraz incendio, que se inició en las instalaciones de Castro Parga, afectó a seis empresas —en las que provocó daños millonarios— y amenazó incluso con alcanzar una gasolinera.

Las llamas se iniciaron alrededor de las seis y media de la mañana y una hora más tarde ya habían destrozado por completo la tienda y la zona de oficinas de la citada empresa de pinturas. De hecho, el humo que se vislumbraba desde la ciudad no hacia presagiar el alcance de lo que estaba sucediendo en el polígono, donde la estampa resultaba desoladora.


A las ocho de la mañana, en O Ceao hacía frío y el aire aumentaba la sensación gélida, pero la temperatura subía al acercarse a la Rúa da Industria y a las calles contiguas, en las que los efectivos de bomberos trabajaban sin tregua. El calor del fuego se fijaba en los rostros de muchos empresarios y trabajadores de los negocios afectados, algunos de los cuales no podían contener el llanto ante la impotencia que deja un enemigo tan atroz como el fuego. "Es terrible ver lo que está pasando y no poder hacer absolutamente nada", comentaban.

Así, afectados y curiosos se fueron mezclando con el amplio dispositivo desplegado por las fuerzas y cuerpos del orden, que trabajaban mano a mano con los bomberos para garantizar la seguridad en toda la manzana. Los agentes organizaron el tráfico, alertaron a los propietarios de varios vehículos estacionados que corrían el riesgo de ser alcanzados por las llamas y frenaron a los trabajadores que se acercaban a zonas arriesgadas movidos por el impulso de poder colaborar. Uno de los momentos más tensos se registró cuando el viento desplazó las llamas hacia una gasolinera próxima, donde los responsables vaciaron el combustible de los depósitos con un camión cisterna para evitar una posible explosión.


A lo largo de la mañana, O Ceao se fue llenando también de autoridades, congregadas en la zona cero para interesarse por el suceso, organizar efectivos y optimizar recursos. La alcaldesa de la ciudad, Lara Méndez, recorrió el lugar acompañada del jefe de la Policía Local, Jesús Piñeiro. Y también hicieron acto de presencia la subdelegada del gobierno, Isabel Rodríguez; el portavoz del grupo municipal del PP, Ramón Carballo; el presidente de la Diputación, José Tomé; el director Xeral de Emergencias, Santiago Villanueva, y el delegado de la Xunta en Lugo, Javier Arias, que fue uno de los primeros en llegar a la zona y permaneció en ella hasta que se controló el fuego.

La alcaldesa de Lugo, el delegado de la Xunta en la provincia y la subdelegada del Gobierno recorrieron la zona afectada 

Antes de las once de la mañana, la regidora municipal realizaba un primer balance del suceso y explicaba que las llamas afectaban ya al menos a seis empresas. "Neste momento, donde se están volcando todos os esforzos é en conter o lume para que non se siga propagando e intentar minimizar os efectos que está a producir este devastador incendio. Ademáis", confirmaba, "o vento está dificultando as labouras de contención, pero xa está moito mellor
do que estaba hai unhas horas", afirmaba.

A pesar de que las llamas iban a menos, el trabajo de los todos los efectivos antiincendios continuaba con la misma intensidad que a su llegada para evitar que algunos focos se reavivaran. De hecho, el humo y los estallidos que de vez y cuando se escuchaban desde el interior de la nave de Castro Parga recordaban que el peligro seguía latente.

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Así, a las doce de la mañana, la actividad en O Ceao seguía siendo frenética, pero los bomberos comenzaban a ganarle la batalla al fuego. "Parece que lo están consiguiendo. Yo llegué a las ocho y media de la mañana y me temí lo peor. El fuego llegaba tan alto que parecía imposible que lo pudieran sofocar con las mangueras. En algún momento", comentaba un trabajador, "parecía que las llamas se iban a tragar a los bomberos. A mí me asustó muchísimo, pero ya parece que todo va a mejor".

Desde el cordón policial, que a media mañana ya fue retirado, la gente alababa la actuación de los efectivos. "Llevan ya varias horas y siguen trabajando con la misma fuerza que al principio. No han parado ni para reponer fuerzas. Yo salgo todos los domingos temprano a andar en bicicleta y al ver el humo me acerqué al polígono y me quedé atónito. Al llegar pensé: esto no lo sofocan como no intervengan los hidroaviones, pero lo han logrado", comentaba un testigo.

CONTROL. Alrededor de la una del mediodía —y tras más de seis horas de intervención—, los bomberos daban por controlada la situación y la zona comenzaba a vaciarse muy lentamente, ya que los afectados se resistían a marcharse del lugar con la triste imagen de la devastación en su retina. Algunos, en un intento a la desesperada de recobrar el optimismo, se consolaban pensando que el incendio no provocó daños personales, por lo que las ambulancias del 061 desplazadas hasta el polígono regresaron a su base sin haber tenido que intervenir. A la memoria de muchos de los lucenses que se congregaban este domingo en O Ceao regresaba inevitablemente el recuerdo del fuego registrado hace ya dos años en la fábrica de Tableros Hispanos, en Nadela, que se cobró la vida de dos personas. "Hay que pensar que, a pesar de todas las pérdidas materiales, al menos aquí no murió nadie", comentaban.

Los bomberos, en o Ceao. SEBAS SENANDE

A medida que se vaciaba el polígono, las fuerzas y cuerpos de seguridad también replegaban efectivos. Sin embargo, el incidente no se daba por finalizado y tanto los bomberos como la Policía Local y la Nacional dejaban un retén en la zona para actuar de inmediato si el fuego se reavivaba. Durante toda la tarde —que transcurrió sin incidentes—, el polígono continuó siendo un ir y venir de empresarios y trabajadores, que intentaban recomponer en la medida de lo posible sus 
instalaciones para poder recobrar este lunes la normalidad y continuar trabajando y prestando servicio a sus clientes.

El trasiego diario dio paso al vacío impuesto por el toque de queda y, además del retén de bomberos, las fuerzas y cuerpos de seguridad montaron un dispositivo nocturno para vigilar las naves afectadas, ya que algunas instalaciones tuvieron que permanecer abiertas para proceder a su ventilación y los empresarios temían que se registraran robos tras un día que ya se había hecho demasiado largo.

Bomberos, Policía y Protección Civil movilizaron a más de cien efectivos
El incendio movilizó lunes a la plantilla completa del cuerpo de bomberos de Lugo, que trabajó sin descanso para controlar las llamas y evitar que la tragedia cobrara aún mayores dimensiones. Los efectivos lucenses —cerca de medio centenar— recibieron también la colaboración de los bomberos de Vilalba, que no escatimaron esfuerzos para apoyar a su compañeros. A los servicios antiincendios se sumaron además el personal de Protección Civil y una decena de patrullas de la Policía Local, Nacional y Autonómica. En total, el suceso movilizó a más de un centenar de efectivos.

TRÁFICO. El subsector de Tráfico de la Guardia Civil de Lugo también brindó su apoyo para colaborar en la organización del tráfico y en el control de la zona si fuera necesario. El jefe de la Policía Local, Jesús Piñeiro, fue uno de los primeros dirigentes policiales en llegar a la zona cero, hasta la que también se desplazó el jefe de la Policía Autonómica de Lugo, Javier Amigo y el jefe de este cuerpo en comunidad gallega, Jorge Rubal.

 

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