Una lúcida y feliz centenaria

La vecina de Sanfiz Asunción Castedo entra este miércoles en el selecto club de los centenarios, que en la provincia de Lugo suma 276. Lee prensa, come de todo y ayuda a pelar patatas y legumbres
Cuatro generaciones de la familia, la centenaria Asunción, con su hija Teresa, su nieta Monse y su bisnieta María, y su yerno Manolo. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Cuatro generaciones de la familia, la centenaria Asunción, con su hija Teresa, su nieta Monse y su bisnieta María, y su yerno Manolo. VICTORIA RODRÍGUEZ

Las vicisitudes de la vida no le han hecho perder la sonrisa. Asunción Castedo Vázquez, que entra este miércoles en el selecto club de las centenarias —en la provincia de Lugo hay 199 mujeres y 77 hombres—, intenta en todo momento mostrar su mejor cara en la sesión fotográfica a la que pacientemente se sometió para este artículo. A la reportera gráfica le cautiva lo fotogénica que es.

A esta vecina de Sanfiz, en la capital lucense, no le fallan los pulmones. Sopló holgadamente para apagar las tres velas que conformaban el número 100 que presidía su tarta de chocolate. Aunque reconoce que es "golosa", le encantan sobre todo los helados, cuando nos atendió a media tarde, tras echar una siesta de una hora y media, rehusó probar el suculento postre conmemorativo para respetar así su pauta de comidas.

"Come bien y de todo", cuenta su única hija, Teresa. Suele acompañar las comidas con un vaso de vino con gaseosa y hasta no hace mucho también tomaba una taza de café con una pinga. Esta centenaria reconoce que lo que más le gusta es "o touciño, que como cun anaco de pan, todo o que sexa de porco e tamén o caldo".

Asunción Castedo, que enviudó hace 35 años, vive con su hija y su yerno, Manolo. Para su edad no tiene una familia muy prolífica. Las cuatro generaciones de su saga se completan con tres nietos y cuatro bisnietos.

"A vacina doer, non me doeu. Non me lastimou nada o enfermeiro que veu á casa poñerme a vacina, que foi agradable"

La longevidad le viene de casta. Sus cuatro hermanas, ya fallecidas, vivieron entre 85 y 102 años. Tuvo también tres hermanos, pero ellos murieron a edad temprana. Su yerno considera que una de las claves para que esté tan lúcida y feliz es que "está con la familia".

AGILIDAD. Aunque precisa una silla de ruedas para desplazarse —a los 95 años tuvo que someterse a una operación quirúrgica de rodilla con anestesia general—, se asea sola a diario y conserva una llamativa destreza en las manos. Pela patatas y las vainas de guisantes y habas. También echa una mano para doblar la ropa. Sus familiares recuerdan que con más de 90 años sachaba la tierra.

Lo que casi no precisa esta vecina de Sanfiz, que tiene ciertos problemas de audición, es tomar medicinas. Solo recurre a un analgésico —parche o pastilla— para combatir el dolor porque la rodilla intervenida le trae a veces por la calle de la amargura.

Su hija dice que tiene "una increíble fuerza de voluntad". Su nieta Monse destaca su lucidez, pues hoy en día aún se acuerda de cuándo tiene que pagar el Ibi de las fincas de su propiedad.

"Gústame moito o touciño, que como cun anaco de pan, todo o que sexa de porco e tamén o caldo"

También fue "muy trabajadora y con mucho carácter", añade su bisnieta María. Cuando tenía 9 años perdió a su padre, así que, junto a sus hermanas, se dedicó a labores agrícolas. Su yerno Manolo recuerda que solía cargar piedras de una cantera en un cesto, que transportaba en la cabeza.

Esta centenaria recibía hace dos semanas la vacuna contra el covid-19. Le inocularon la de Jansen. "Doer, non me doeu. Non me lastimou nada", dice al referirse al "agradable" enfermero que acudió a casa a inyectarle la monodosis.

Tiene muy presente la pandemia. Su trágico balance le hace viajar en el tiempo a la Guerra Civil española para compararla con la hambruna que sufrieron entonces miles de personas.

Su nieta Monse dice que ella no comprendía por qué en los momentos más duros de la emergencia sanitaria recibía menos y más espaciadas visitas de sus seres queridos y por qué ya no le daban los besos que tanto aprecia. Su familia, como hicieron muchas otras, trataba así de protegerla.

LECTORA DE PRENSA. Asunción Castedo es una persona que conserva la curiosidad de estar informada. Lee a diario El Progreso y las revistas de papel couché, sin necesidad de usar gafas. Se pirra por los cotilleos. No se pierde los conocidos programas del corazón en la televisión.

Estos días anda "preocupada", según cuentan los suyos, por el caso de las dos hermanas de 1 y 6 años desaparecidas en Tenerife, a las que presuntamente secuestró su padre.

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