La cocina de los que no pueden

El comedor San Froilán que gestiona la diócesis de Lugo ofrece diariamente comidas a familias con escasos recursos. El número de usuarios aumentó hasta casi el doble.
Preparación de la comida en el comedor San Froilán. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Preparación de la comida en el comedor San Froilán. VICTORIA RODRÍGUEZ

Son días donde la colaboración ciudadana y la ayuda al prójimo se convierten en imprescindibles. La población atraviesa por una etapa convulsa que nunca había experimentado sobre su piel. Cuanto mayores son las restricciones impuestas, más se agudizan los ejemplos de empatía y el trato con el vecino. El egolatrismo dio paso a un periodo en favor del bien común. Así, el factor humano dota de vida al movimiento solidario en la ciudad de la muralla.

El confinamiento y la falta de recursos económicos hizo que el número de lucenses que atraviesan por una situación de vulnerabilidad aumentase exponencialmente a medida que el estado de alarma se prolongaba.

Comedor San Froilán. VICTORIA RODRÍGUEZ

El comedor San Froilán cubre las necesidades alimenticias de familias y personas con escasos recursos los siete días de la semana. Su número habitual de comensales se vio incrementado "en case un cen por cen", asegura Miguel Gómez , delegado de bienes de la diócesis de Lugo y responsable del comedor.

DESBORDADOS. Atienden a más de 160 personas todos los días y se encuentran "desbordados" ante las numerosas peticiones que cubren a diario. "O número de persoas ás que atendemos multiplicouse debido a dous factores principais; o primeiro deles ao confinamento, as persoas non poden saír de casa e así é imposible que unha familia xere recursos económicos, e a segunda é o peche dos colexios e con iso o dos comedores escolares. As familias podían contar con este servizo antes da pandemia e agora teñen aos nenos en casa", manifiesta Miguel Gómez.

La pandemia obligó a extremar las medidas higiénicas. Todas las comidas son entregadas en fiambreras no reutilizables

La pandemia obligó a variar el sistema asistencial del comedor. Ahora todas las comidas se reparten, en fiambreras de un único uso, a las puertas del comedor por estricto orden de llegada. De esta labor se encargan las hermanas sor Faustina y sor Montse asistidas por varios voluntarios y dos empleados contratados para tal cometido que prestan su labor durante todo el año.

Comedor San Froilán. VICTORIA RODRÍGUEZAs persoas que se acollen a este servizo xa non poden comer dentro das instalacións porque só dispoñemos de mesas cunha capacidade para tres comensais e así é imposible manter a distancia de seguridade para evitar os contaxios. Por iso dámoslles a comida en friameiras de usar e tirar, así como culleres e garfos de plástico", matiza Gómez, quien añade que esta labor no sería posible sin la colaboración desinteresada que les prestan una entidad bancaria y una empresa de alimentación lucense. "Temos unha gran demanda de alimentos durante este periodo, pero grazas á axuda económica de La Caixa e os produtos que nos envía Ingapan podemos manternos", dice.

COLABORACIÓN. La colaboración popular es la raíz de la que fluye el comedor San Froilán. Sin la ayuda de unos pocos, son muchos los que pasarían un calvario más allá del simple confinamiento. Por ello, Miguel Gómez hace "unha chamada á colaboración cidadá, unha chamada a solidariedade. A maioría temos algo que comer sempre, pero as familias que non teñen nada, ¿qué fan?", concluye el responsable del comerdor.

La ciudadanía lucense siempre ha cerrado filas a favor de los derechos de los colectivos más vulnerables, porque la caridad no entiende de pandemias y siempre es necesaria.

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