El hombre que indujo al suicidio a un lucense fue denunciado 20 días antes

Otra víctima a la que amenazaba con revelar que era gay informó a la Policía de su chantaje
Sin nombre
photo_camera Parte de la conversación con la que Rojo extorsionó a la víctima. EP

Francisco Rojo, el hombre que indujo al suicidio a un lucense que se negó a pagarle para que no revelara su bisexualidad, había sido denunciado ante la Policía apenas veinte días antes por otro hombre al que estaba sometiendo al mismo chantaje. La denuncia se presentó en la comisaría de A Coruña el 18 de septiembre de 2019; el 8 de octubre, Ángel -nombre ficticio del lucense- se lanzó por la ventana de un séptimo piso, dejando una nota de suicidio y pruebas que incriminaban a Rojo, tal como publicó el viernes este diario.

El método seguido por Rojo, un delincuente reincidente de 28 años y natural de la localidad coruñesa de Coristanco, fue el mismo que días después utilizaría contra Ángel: tras contactar con el hombre a través de una red social, consiguió su teléfono y le exigió dinero para no hacer pública su orientación sexual. En el caso del lucense, aceptó un primer pago de cien euros, pero cuando el delincuente le exigió otros 300, decidió que no lo permitiría y se suicidó. Rojo ha sido condenado a dos años y medio de prisión por un delito de amenazas condicionales.

Pero antes de que se celebrase el juicio por estos hechos, ya había tenido otro por la denuncia anterior, aunque en esa ocasión salió mucho mejor librado. El 18 de septiembre de 2019, un hombre residente en A Coruña informó a la Policía de que unos días antes un usuario con nick Franciño Gesville había contactado con él por Facebook y que le había pedido su teléfono personal; a partir de ese momento empezó a mandarle mensajes de Whatsapp en los que le decía "que era gay, que le había metido mano a un chico en su despacho y que todo eso se lo iba a decir a su hija y a sus amigos de Facebook si no le daba cien euros", para lo que, al igual que días después hizo con Ángel, le mandó un número de cuenta.

Los agentes avanzaron rápido en su investigación, ya que tenían el número de teléfono del sospechoso, que resultó ser Francisco Rojo. Este incluso llegó a prestar declaración como investigado el día 1 de octubre, pero quedó en libertad acusado simplemente de un delito leve de coacciones.

El juicio se celebró el 28 de diciembre de ese mismo año en el juzgado de instrucción 1 de A Coruña, donde salieron a relucir más mensajes amenazantes: "Voy a enterarme de dónde vives así sea lo último que haga. Tu suerte acabará aquí, todo el mundo sabrá que eres un puto maricón".

En una de sus declaraciones, Rojo reconoció que sí conocía a la víctima, que sabía que tenía una hija y que sí le envió unos SMS, pero que en realidad la denuncia se debía a que el hombre quería tener relaciones con su pareja y que le mandaba mensajes. El delincuente fue condenado, pero al tratarse de un delito leve la condena fue una multa de 360 euros y la prohibición de comunicarse con su víctima en tres meses.

Todo apunta a que aquel 1 de octubre en el que declaró como investigado en el juzgado ya estaba preparando su siguiente ataque, que resultó ser un hombre lucense que no vio la salida tan clara como su otra víctima. Ángel, como escribió en su nota de suicidio, decidió que "antes muerto que dominado por quien sea", aunque no logró superar su miedo a que se conociera su bisexualidad y se suicidó.

"No me creí que se fuera a suicidar"
 Antes de lanzarse por la ventana, Ángel había advertido a su chantajista: "Si no te hablo más me maté. No aguanto más". Sin embargo, no encontró la más mínima piedad en Francisco Rojo y le respondió: «Mira, a mí chantajes emocionales no. Conmigo eso no funciona». Cuando se le tomó declaración dijo sin darle más importancia que simplemente "no me lo creí". Durante el juicio llegó a mostrar arrepentimiento por lo sucedido, pero porque, según dijo, "en la cárcel se pasa muy mal".
Un largo historial
Francisco Rojo acumula un largo historial de problemas con la Justicia. En aquel momento le constaban ya al menos trece detenciones, dos por la Policía Nacional y once por la Guardia Civil, no solo en diversas localidades de Galicia, sino en lugares tan lejanos como Elda. Los delitos de su peculiar currículum también son variados: estafas bancarias, con tarjetas de crédito y con cheques, sustracción de vehículos, amenazas y apropiación indebida.

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