Baldomero Fernández: "Foi terrible, era de pánico ver as chamas ao lado"

Un lucense que vive frente a las naves incendiadas relata cómo vivió la situación y cómo tuvo que huir de casa ante el miedo de las explosiones
Baldomero, junto a su vivienda. EP
photo_camera Baldomero, junto a su vivienda. EP

Baldomero se despertó a las seis de la mañana, como le marca el cuerpo a fuerza de costumbre, aunque por ser domingo remoloneó un poco en la cama. "Ás seis e media, máis ou menos, empecei a oír ruídos, coma explosións regulares. Soaba coma eses canóns de ruído que poñen nas aldeas para asustar aos xabaríns", relataba unas horas después, con el miedo aún en el cuerpo, "pero xa vin que o trono non era e dixen: Me cago no demo, estanme os ladróns petando na porta para entrar".

Antonio Castro: "Se salvó la fábrica de pinturas y eso nos permite seguir funcionando"

 

Cuando este empresario maderero abrió la ventana se encontró con algo aún peor que los ladrones: enfrente, a cuatro carriles de su casa, las llamas comenzaban a devorar la nave de Castro Parga. Ante el fuego, dos coches de la Policía, todavía no habían llegado los bomberos. Las explosiones regulares era probablemente botes de pintura estallando.

Baldomero Fernández lleva allí mucho tiempo, así que conoce a buena parte de los empresarios y los trabajadores de la zona. Comenzó a llamar a conocidos. "As chamas eran moi grandes, eran onde ten a tenda Castro Parga. Nunha hora ou así ardeu todo. Logo cambiou o aire e levou as chamas para atrás. Chamei a Paco de Fraín, porque sé que ten as naves atrás. Serían as sete e media e xa lle dixen: Segundo vai ou lume, vai para as túas naves. Eu sabía que había miles de rodas, non é un almacén pequeno, son tres naves as que ten el".

Francisco Dorado: "Las pérdidas pueden andar por los 15 millones. Es muy amargo"

A unos pocos metros, las llamas. Bajo su casa, el resto de su vida: a un lado del portal, el almacén y la oficina de su empresa de maderas; al otro, otra nave que tiene alquilada, precisamente a Fraín.

Hasta le dio tiempo a tomar unas fotos y grabar algún vídeo, hasta que la prudencia se impuso sobre la curiosidad: "Eu pensei nun momento que ían arder as naves e que o lume ía chegar á gasolineira", cuenta este fonsagradino, "así que pechei todo e funme coa miña muller ata a rotonda da entrada da rúa, porque me daba medo que a onda expansiva rebentase todo e igual ata cae o edificio. Foi terrible, era de pánico ver as chamas á beira".

Comentarios