"El hurto es una costumbre social para muchos ciudadanos, casi nadie hurta por necesidad"

Un lucense con once años de experiencia como jefe de seguridad en grandes superficies alerta del incremento de los clientes que roban ►Explica que el caso de Cifuentes es muy común y que no hay un perfil determinado: lo mismo jóvenes, que hombres y mujeres adultas

Un hombre es observado a mientras coge un producto de una estantería. AEP
photo_camera Un hombre es observado a mientras coge un producto de una estantería. AEP

LUGO. Las imágenes de Cristina Cifuentes, vestida de marcas de lujo de arriba a abajo, humillada en una sala trasera de un Eroski tras ser sorprendida intentando hurtar dos botes de crema facial no solo le han costado su puesto de presidenta de la Comunidad de Madrid, sino que han dejado estupefacto a medio país: ¿Por qué? ¿Qué necesidad tenía una persona así de robar dos cremas valoradas en 40 euros?

Sin embargo, para Roberto (nombre simulado, ya que presta este testimonio a condición de que no se revele ni su nombre ni los de los lugares donde trabaja) la sorpresa no existió: «Las imágenes que se vieron de Cifuentes son las típicas, las que vemos cada día. Pasa constantemente. Para mucha gente hurtar se ha convertido en una costumbre, no sé si por vicio, por morbo o por jeta. Y lo mismo ves jóvenes, que hombres, que mujeres de 60, de 40 o 15».

Roberto, vigilante jurado, acumula once años de experiencia como responsable de seguridad en centros comerciales y grandes superficies en Lugo. Lo suficiente como para haber visto de todo y haberse formado una opinión al respecto bastante descorazonadora. Y eso partiendo de que en los últimos años «los grandes hurtos, al menos en Lugo, han bajado mucho; son los relacionados con bandas profesionales, que eran generalmente de países del Este. Quizás la crisis ha hecho que muchos se fueran del país, o ya no es tan rentable. Pero la inmensa mayoría, los que siguen creciendo, son los pequeños hurtos, los que cometen los clientes».

EVOLUCIÓN

«Los grandes hurts, los de las bandas, están bajando, al menos en Lugo. Los que suben son los que cometen los clientes»

PERFIL

«Lo mismo ves jóvenes, que hombres, que mujeres de 60, de 40 o de 15. Y los coges y al día siguiente vuelven, con toda la cara»

Regresa al caso de Cifuentes, que sigue definiendo como paradigmático. ¿Por qué? ¿qué necesidad tenía? «No hay necesidad. En once años, solo me he encontrado un caso de robo por necesidad. Fue a un pobre hombre con dos hijas que se acababa de quedar en paro, y fue dos días antes de Navidad. Se llevaba unas bandejas de carne. Nos dio mucha pena y le prohibimos volver, pero salió con dos bolsas de comida que le dio el propio supermercado. Pero es una minoría, los demás no roban cosas de primera necesidad, se llevan ropa, perfumes, cremas, bisutería... productos de lujo. Lo que está pasando no tiene ni pies ni cabeza», resume Roberto.

Este vigilante sigue poniendo el énfasis tanto en la cantidad como en la disparidad de la gente que hurta, así como en la normalidad con que parecen hacerlo: «Si a mí me pillasen robando en algún sitio, no volvería por allí porque se me cae la cara de vergüenza. Pero a muchos los coges y al día siguiente vuelven, con toda la cara, están acostumbrados. La sensación que tengo es que buena parte de la sociedad ha interiorizado que robar no está tan mal, que es algo normal. Ni siquiera creo que piensen en puede quedarles antecedentes, no lo valoran».

«Lo de los jóvenes», relata, «es una pasada, pero el problema lo tenemos todos, como padres y como sociedad. Cuando coges a uno llamas a los padres y buena parte de ellos encima se ponen en tu contra: "Cómo se le ocurre tratar a mi hijo como un ladrón, mi hijo no hace eso..!"». El resultado es que los chavales se vienen arriba, porque ven que no hay castigo y les compensa: «La gente puede fijarse por la calle: hay muchos chavales y chavalas que llevan las camisetas con una agujero a la altura del cuello por la parte de atrás, que es donde se ponen siempre las alarmas. Pues muchos de ellos es porque las han hurtado, pero otros muchos han pagado esas camisetas, pero les han hecho el agujero para presumir de gallitos ante los demás, para presumir de que han robado», ejemplifica Roberto.

MOTIVACIÓN

«En once años solo me he encontrado un caso de robo por necesidad. Nos dio tanta pena que le dimos dos bolsas con comida»

DISCULPAS

«Es normal que digan que lo traían de fuera, que están a tratamiento psiquiátrico o que lo echaron al bolso por error»

Pero, insiste, no es solo una actitud que se pueda achacar a la juventud. El modelo Cifuentes es también habitual, como «un alto directivo, muy conocido, al que vigilamos con las cámaras porque cada vez que venía desaparecía un determinado perfume, de 120 euros. Pasó tres o cuatro veces, y al final lo pillamos. Su reacción fue: "No sabe usted con quién está hablando". Le respondí: "Lo sé perfectamente, con un delincuente"».

Los ejemplos son inacabables: «Pillamos a la esposa de un directivo de banca, una señora sin ningún problema económico. Venía y se llevaba tres o cuatro camisas para el marido y varias corbatas, lo que le daba la gana, siempre en una conocida tienda. Y le dio lo mismo, con toda la cara».

También las peculiares explicaciones que ofreció Cifuentes son paradigmáticas: «Cuando los coges», explica Roberto, «la primera disculpa es: "Esto es mío, lo traía de fuera". También es muy común el "estoy a tratamiento psiquiátrico", y cuando se les identifica antes de pasar por las cajas registradoras es típico el "me equivoqué sin querer y las metí en el bolso, pero iba a pagarlas".

Consejos para los comerciantes

Maximizar la visibilidad Controlar las mercancías es el primer paso para prevenir pérdidas. Seleccione estanterías que no obstaculicen la vista. Utilice espejos para eliminar los puntos ciegos en los pasillos y esquinas y los de tipo convexo para mayor visión.

Tenga sistemas de seguridad visibles Si usted utiliza espejos de seguridad, cámaras CCTV, sensores de movimiento o vigilantes de seguridad, asegúrese de que sus sistemas de seguridad son visibles para los clientes. Coloque todos los carteles disuasorios necesarios.

Tener empleados bien entrenados y atentos El instinto es una parte fundamental en la detección de posibles robos en el negocio, por tanto es importante enseñar a los empleados a reconocer actitudes sospechosas.

Guardar los productos de alto riesgo cerca de la caja Los productos más caros deben colocarse en expositores o mostradores cerrados bajo llave. Otros productos no tan caros pero sí muy llamativos, como pueden ser maquillajes, bebidas, y tubos de pegamento, deben estar guardados en cajas de plástico individuales.

Coloque adhesivos de seguridad En invierno, los clientes vienen con más ropa y pueden robar más fácilmente. Coloque alarmas escondidas bajo las etiquetas del precio.

Aprenda cómo detectar a un ladrón Esté atento a los clientes que parecen nerviosos, que miran a los empleados u otros clientes, que vagan sin rumbo por la tienda o pasan mucho rato en zonas difíciles de monitorizar.

Cree un código propio Así los vendedores podrán comunicarse entre sí que hay un ladrón entre los clientes.

Muestre su presencia Salude a cada cliente y ofrezca su ayuda durante todo el proceso de compra. Esto es bueno para ayudar a su cliente y también para recordar a los potenciales ladrones que están siendo observados.

Controle la zona de probadores Si puede, coloque una barrera adicional. Ponga a una persona que controle el número de prendas que entran y salen.

¿Quién vigila al empleado? Usted La realidad es que los propios empleados se suman también a las preocupaciones del comerciante. Un porcentaje de estos pequeños robos pueden ser cometidos por el personal.

 

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