Un superviviente lucense a dos décadas enganchado a la heroína: "Son un afortunado"

Cruz Roja no detecta un repunte de consumo de heroína en Lugo pese a lo que sucede en Estados Unidos

Un drogadicto fuma heroína en Kabul. AEP
photo_camera Un drogadicto fuma heroína en Kabul. AEP

El repunte de consumo de heroína, que está causando ya miles de muertes en Estados Unidos, todavía no se constata en Lugo, según afirma Ana León, enfermera de la Unidad Asistencial de Drogodependencias de Cruz Roja, un centro de referencia para el tratamiento de distintos tipos de adicciones. "De hecho, la proporción de pacientes que están aquí a tratamiento por consumo de opioides bajó el año pasado con respecto a 2008.

Así, en 2017 este porcentaje fue del 46,59 por ciento mientras que en 2008 era del 49,61 por ciento", explica. La enfermera de Cruz Roja reconoce, en cambio, que el tratamiento de desintoxicación con metadona es el mayoritario entre los usuarios de la unidad.

"Síntome afortunado porque a droga deixou a moitos no camiño"
Juan, enfermero que rehízo su vida tras dos décadas enganchados a sustancias, es de los pocos supervivientes de aquella pandilla que se pinchaba heroína en los 80. Lo que empezó con un canuto a los 15 acabó a los 35 tras lustros de adicción, prisión y varias recaídas. Ahora es enfermero.
Tarde, pero todavía a tiempo para iniciar otra vida. El Juan de hoy —nombre ficticio para proteger su intimidad— nada tiene que ver con el que era hace diez, veinte e incluso treinta años. Como dice él, ahora está "limpio". Limpio de cualquier tipo de adicción a todas y cada una de las sustancias que consumió durante media vida. Media vida cedida a las drogas.

"Empecei a consumir drogas duras nos anos 80. Daquela tería 16 ou 17 anos. Antes, con 15, foi cando me iniciei co hachís, fumando algún canuto e tamén na bebida. Empecei a deixar a escola de lado e aí empezou todo.  Eu, como os demais, formabamos un grupo de desviados, por así dicilo, no que outros rapaces, máis grandes, empezaban a tocar outras cousas. É dicir, heroína e cocaína. Lembro a primeira vez que tomei heroína. Non fun capaz de pincharme e tivo que facermo outro", recuerda Juan, como si la primera vez hubiera sido ayer.

Eran tiempos en los que Juan no se planteaba las consecuencias de su coqueteo con las drogas. "Non tiña consciencia para nada do que estaba a facer nin dos problemas que podían causar. Só intentaba pasalo ben cos colegas. Lembro cando tomaba Rohipnol, unhas pastillas que che daban sono e saías da realidade", explica. Y así fue cómo, poco a poco, se fue enganchando a todas y cada una de las sustancias que, sucesivamente, iban apareciendo en el mercado.

"Na casa non se enteraban de nada. Soubérano, pero moitos anos despois, cando xa comezaba a ter comportamentos estranos. Ao pouco, xa chegaron os delictos. Os cartos que podía conseguir non chegaban para soster a miña adicción e viñeron tamén as primeiras detencións. Meus pais non entendían por que iba a prisión e por que delinquía. Como sempre, eles foron os últimos en enterarse dos problemas dos fillos", afirma.

Sus ingresos en prisión no lograron separarlo de las drogas. Cuando salía, el ambiente y las relaciones eran las mismas. Tampoco era nada fácil dejar ese círculo y ampliar las amistades: "Quedas marcado ante o resto da sociedade aínda que pasen moitos anos", dice, en la distancia.

Así fue su vida, año tras año, hasta que una médica con la que se encontró en la prisión de Monterroso le despertó la conciencia para decidirse a dejar definitivamente las drogas. "A doutora creou un grupo de axentes de saúde cos presos que pasabamos daquela os días tirados no patio do cárcere. Aí empezounos a cambiar a mentalidade", comenta.

Ahora lleva quince años fuera de las drogas. Le costó, tras varios tratamientos con metadona en Cruz Roja. En su recuperación, también jugó un papel importante la asociación Aliad. Pese a ello, tuvo tentaciones de volver, aunque resistió. "Unha vez quedeime nun piso dun amigo e tiña heroína e cocaína na casa. Ofreceume. Ao final, fun o suficientemente valente para tirar todo polo váter. A verdade é que me sinto afortunado porque a droga deixou a moitos no camiño", insiste. 

 

Una carrera y un trabajo
Pocos son los toxicómanos cuyas vidas terminan como la de Juan. Una vez que logró dejar las drogas, inició enfermería. Tenía 40 años pero era como si acabase de nacer. "Estaba concienciado de que non iba volver caer nesta historia nunca. Paseino tan mal e fíxeno pasar tan mal que quería cambiar de vida e nada máis", afirma.

Antes de iniciar los estudios de enfermería, Juan hizo algún curso en el Ayuntamiento y vio que era posible otra vida sin drogas. Ahora está trabajando. "Estou orgulloso porque me costou moito traballo chegar ata aquí", reflexiona sobre su vida.


Cruz Roja no detecta un repunte de la heroína en Lugo. VICTORIA RODRÍGUEZ

Crece la adicción al alcohol y al cannabis, que es visto como "inocuo"
Si el consumo de opioides –entre ellos, el de heroína–en Lugo bajó en el último año, no sucedió lo mismo con el alcohol y el cannabis, que gana prevalencia entre los más jóvenes, afectando ya en edades adolescentes.

"Lo peor de todo no es solo que aumente el consumo de alcohol y cannabis entre los jóvenes sino el concepto que tienen estos de que esta droga es inofensiva. La gente sigue pensando que no hay tanto problema con fumarte un porrito y sí lo hay porque eso engancha. Lo mismo ocurre con el alcohol, cuyo consumo está totalmente normalizado hasta el punto de que en toda celebración no falla el alcohol en la mesa", comenta Ana León, enfermera de la Unidad Asistencial de Drogodependencias de Cruz Roja.

Similar percepción tiene la asociación Proxecto Home, que también ofrece en Lugo programas de rehabilitación de adicciones. "Danse casos de policonsumo pero non porque aumente o de heroína. Son máis importantes os consumos de cocaína e cannabis. Neste último caso, está penetrando con moita forza a idea de que é inocuo e non é así", dicen desde Proxecto Home.

Comentarios