"Pierdo el piso por un prestámo de 5.000 euros que tenía 4.500 de gastos"

Un lucense de 30 años cuenta las injustas condiciones de un crédito gestionado por teléfono y cómo, tras quedarse en paro y no poder abonarlo, se ve sin una casa que ya tenía pagada

La pareja, junto a Mina Galván, de Stop Desahucios. XESÚS PONTE
photo_camera La pareja, junto a Mina Galván, de Stop Desahucios. XESÚS PONTE

Un hombre pierde su piso, que en su momento abonó al contado, por un crédito que pidió para poder pagar facturas de esa misma vivienda, entre otras cosas. Esta dolorosa paradoja afecta, en realidad, a una pareja, que se podría quedar en los próximos días en la calle si no encuentra solución a un problema que empezó en 2015 cuando el hombre -que había comprado su casa con la indemnización de un accidente y que tenía un trabajo sin contrato por el que cobraba unos 500 euros mensuales- decidió pedir un préstamo.

"Los bancos no me lo daban. Al no estar dado de alta... Encontré una financiera en milanuncios.com. Yo quería pedir 2.000 euros, que era lo que necesitaba, pero me dijeron que tenía que pedir más, 5.000, que total los gastos iban a ser de 4.500", explica este lucense, que ahora tiene 30 años, a quien contaron que esos gastos eran "de papeleo, de que tenía que venir alguien desde Barcelona para firmar...cosas así".

El prestamista quedó con él en Santiago de Compostela y juntos se dirigieron a un notario para firmar el préstamo. "El notario dijo que eso no lo firmaba de ninguna manera. Cuando salimos le dije que yo no quería firmar y él me dijo que ya tenía cita para la tarde para otro notario en A Coruña y que tenía que firmar sí o sí", apunta.

El hombre explica que para intentar eludir ese viaje dijo que no tenía dinero para pagar el gasoil. El prestamista se ofreció a llenarle el depósito y le invitó a él y a su pareja de entonces a comer en un restaurante de la autovía. Aunque cuando fue al baño, pensó en dejarlo ahí y marcharse, no lo hizo. Esa tarde se vio de nuevo en el despacho de otro notario, pero esa vez sí firmó.

"Traía tres cheques, todos a mi nombre: uno de 5.000 euros, otro de 2.000 y otro de 2.500. Yo dije que solo quería pedir 5.000 euros y el notario se fue un momento. El prestamista me dijo que qué estaba haciendo, que tenía que firmar los tres. Firmé, me dio el de 5.000 y se quedó los otros dos", cuenta.

Después de eso pagó dos mensualidades de unos 220 euros y, tras perder su trabajo, dejó de pagar. Explica que enseguida el prestamista empezó a llamarle y reclamarle el dinero, a mandarle whatsapps y decirle que denunciaría los impagos en el juzgado. Lo hizo y en octubre de 2016 se subastó la vivienda, tasada en 60.000 euros, por la que había pagado 90.000 cuando la compró y que se vendió en la puja por 15.000.

En noviembre, el nuevo dueño se presentó en la vivienda y, aunque inicialmente dijo que no le desahuciaría, en marzo de 2017 llegó la notificación del primer lanzamiento. En ese momento, el hombre recurrió a la justicia gratuita y logró pararlo al comunicar un cambio en la situación de la vivienda: tenía una inquilina. Esa mujer es ahora su pareja y su existencia convierte este en un doble desahucio. Ella dice que no pagó el alquiler al nuevo dueño porque, pese a pedir a través de su abogado el número de cuenta donde tenía que hacer los ingresos, nunca le fue comunicado. Después de que le llegara una orden de desalojo, su letrado acordó con el del propietario permitirle permanecer en el piso hasta mediados de enero y perdonarle la deuda contraída. La mujer dice que ese acuerdo no contó con su beneplácito.

La pareja ha recurrido a Stop Desahucios. La plataforma ha conseguido que el desalojo de ella, previsto para ayer, se retrase diez días, e intentará gestionar alguna vivienda social para la pareja contactando con Concello e Igvs. En la actualidad, ambos viven exclusivamente de los ingresos de ella: 350 euros mensuales por un contrato de jornada parcial en el sector servicios.

Por otra parte, el abogado de él repasa la documentación para analizar si se puede presentar una demanda contra el prestamista por suscribir un crédito con condiciones abusivas y usurarias. Emprender ese tipo de acciones legales podría detener temporalmente el desalojo y quizás en el futuro revertir la situación actual, cancelando la subasta y recuperando la propiedad de la vivienda. El hombre admite que nunca creyó que podría perder el piso "por un crédito de 5.000 euros, que tenía 4.500 de gastos".

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