Propaganda negra

La excelencia máxima del arte de la guerra consiste en "quebrar el equilibrio mental del enemigo", escribió hace 2.500 años Sun Tzu. Para doblegar la resistencia de una nación hay que socavar su confianza, sus principios y valores. Sólo cuando se ha dado muerte a su espíritu se le puede asestar el golpe final y derrotarla.

A lo largo de la historia hay ejemplos por doquier de dicha forma de actuar, quizás el mejor de todos es la propaganda negra usada por los nazis y los aliados en la II Guerra Mundial. No se trataba de cantar las excelencias propias y los males ajenos, sino de corromper la moral y los valores de una sociedad y, así, debilitarla.

Aquí de guerra psicológica también sabemos algo, no tanto como Lenin o Goebbels, claro, pero tenemos una vía lucense que es, cuando menos, peculiar.

En política, la calumnia, la insidia o el libelo siempre estuvieron a la orden del día.

En Lugo se han creado bulos de todo tipo. Recuerdo uno inventado por la dicharachera propietaria de una boutique que trató de vender un vestido a la mujer de un concejal, a la que por supuesto no conocía, con el argumento de que también lo había comprado una funcionaria que, según relató, estaba liada con el susodicho concejal, a la sazón esposo de la clienta. Como se lo cuento.

Hombre, es más elegante que esgrimir públicamente la foto de la supuesta querida de un adversario, en plan Miguel Sebastián. Menos mal que el ejemplo no cundió, de lo contrario iría más público a ver los plenos que al fútbol.

Pero en el ámbito de los negocios, hasta la fecha, eran más prudentes. Hay una conocida cadena de supermercados a la que imputaban su cercanía al mundo de ETA, nunca pasó de un rumor de calle. No consta que las cajeras del Carrefour se lo comentasen a sus clientas como argumento de venta.

Pero en Lugo, también en esto, queremos innovar. Circula por nuestra ciudad el rumor según el cual Caixa Galicia está al borde del colapso. Se oyen todo tipo de falsedades: los empleados llevan varios meses sin cobrar, varias oficinas han estado cerradas  con motivo de una inspección del Banco de España, etc.

Lo más llamativo es que los difusores-creadores de tal propaganda negra son, según parece, otras cajas de la competencia. Mal debe de andar alguna entidad para tener que acudir a tales insidias. Es una jugada arriesgada, porque con el paso del tiempo los clientes que, de buena fe, se lo hayan tragado, se darán cuenta del engaño. Y no creo que les guste.

Mientras tanto, ya tenemos otra leyenda urbana más. A Goebbels no le resultó y estos no tienen pinta de ser más llests.

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