"No soy un parásito social, tengo tres hijos y trabajo, pero no puedo más"

A sus 27 años y ahogada por los gastos, una madre soltera de Sanxenxo lanza "un grito de auxilio" para sacar adelante a su familia con 600 euros al mes y la necesidad de encontrar una nueva vivienda
Sara Cernadas, en su vivienda, muestra documentos de solicitudes de ayudas y requerimientos. GONZALO GARCÍA
photo_camera Sara Cernadas, en su vivienda, muestra documentos de solicitudes de ayudas y requerimientos. GONZALO GARCÍA

A Sara Cernadas, vecina de Sanxenxo de 27 años, ya no le importa que su foto salga en la prensa. Su situación económica ha llegado hasta tal límite que se ha visto forzada a lanzar públicamente "un grito de auxilio".

Madre soltera con tres hijos de 5, 4 y 3 años, su vida dio un vuelco desde que su separación la obligó a asumir las riendas de un hogar en el que "me vi sola, con un alquiler de 450 euros", un crédito de 244 euros mensuales de "un negocio que me fue mal" y gastos de comida, ropa y necesidades básicas multiplicadas por cuatro. Este es el panorama diario que afronta desde hace un año, y que ha empeorado desde hace seis meses, con un trabajo a media jornada por el que cobra 600 euros.

"El trabajo me da la vida. Es lo que agradezco todos los días para no tirarme por la ventana", dice. Aunque asegura sentirse "muy valorada" en el establecimiento del sector alimentario en el que trabaja actualmente, ya que "se portan muy bien conmigo, y siempre que pueden ponerme horas a mayores lo hacen", la retirada del cheque de comida del que era beneficiaria anteriormente a través de Cruz Roja y la imposibilidad de acceder a ninguna otra ayuda complementaria han agravado su situación.

"Podría pagar unos 350 euros como mucho, y sé que es poco. Si pudiera coger uno por este precio me iba mañana, pero al tener que pagar dos meses de adelanto y uno de fianza, como piden la mayoría, no me lo puedo permitir"

"En pareja se llevaba bien. Yo estaba en casa con los niños, porque me salió mal el negocio y tuve que coger el paro, pero eran dos sueldos. Al separarme accedí a la ayuda de alimentos pero me la retiraron al empezar a trabajar. Contacté con servicios sociales, les expliqué mi situación, pero me dijeron que los gastos de gasoil, comida y el crédito no cuentan, aunque son gastos reales. El año pasado pedí la mínima vital y me la denegaron, porque el padre de mi hija pequeña convivió conmigo en enero, y también me denegaron la ayuda de madre trabajadora. Intenté pedir una vivienda social pero en Sanxenxo no hay. Me dijeron que buscara algo más barato, pero tengo tres hijos, no puedo meterles en cualquier parte. Me sentí humillada. No soy un parásito social, tengo tres hijos y trabajo por mi familia, pero no puedo más", dice.

SIN VIVIENDA. Precisamente, uno de los problemas inmediatos para esta familia monoparental es la urgencia de encontrar una nueva vivienda. "Mi casero vendió el piso en el que estamos ahora, y tanto él como los compradores están aguantando hasta que yo encuentre otra cosa. Ahora mismo debo tres meses de alquiler y bastante bien se está portando conmigo. Entendió la situación, y no sé ni cómo", cuenta.

Para Sara, la dificultad de afrontar una nueva mudanza radica en los elevados precios del alquiler en la zona, así como en los costes derivados de la operación. "Podría pagar unos 350 euros como mucho, y sé que es poco. Si pudiera coger uno por este precio me iba mañana, pero al tener que pagar dos meses de adelanto y uno de fianza, como piden la mayoría, no me lo puedo permitir. Antes quería un piso que tuviera un garaje para que no se mojen los niños cuando llueva, y alguna habitación a mayores, pero ahora sinceramente me metería en cualquier lugar por Sanxenxo, Portonovo y alrededores. Una vivienda que pueda pagar y empezar de cero es lo único que pido".

"Lo que quiero es salir de este bache, porque cada vez es más profundo"

CONCILIACIÓN. Aunque solucionar el factor económico es lo más urgente para Sara Cernadas, a esta situación "desesperada" hay que sumarle la imposibilidad de conciliar. "Tuve que pelear para que el padre lleve a los niños al colegio, gracias a eso yo puedo trabajar, y mi madre tiene que pedir días para llevar al niño al médico", cuenta.

Y es que el hijo mayor de Sara padece fibromatosis, una enfermedad rara que obliga a la familia a visitar el hospital contínuamente para realizar resonancias, análisis de sangre y las frecuentes pruebas tumorales que requiere la enfermedad. "Cada mes o dos tenemos cita en neurología o logopedia. Yo soy nueva en mi empresa y no puedo disponer de tantos días, por lo que es mi madre quien tiene que pedirlos en su trabajo".

Esta circunstancia, confiesa Sara, "me está sobrepasando", tanto a nivel económico como psicológico. "Tengo depresión, y he tenido que dejar el psicólogo también por falta de dinero. Estoy en un punto en el que se me pinchó la rueda del coche y llevo con la de repuesto tres semanas. Trabajo donde sea y como sea, pero no tengo de donde sacar el dinero". Para ella, cualquier tipo de ayuda es bienvenida: "Lo que quiero es salir de este bache, porque cada vez es más profundo".

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