Multitudinaria despedida a Fernando Santomé en Beluso

Vecinos y autoridades se congregaron para dar el último adiós al cocinero del Villa de Pitanxo
Entierro del marinero del Villa de Pitanxo Fernando Santomé en Beluso. RAFA FARIÑA
photo_camera Entierro del marinero del Villa de Pitanxo Fernando Santomé en Beluso. RAFA FARIÑA

La parroquia de Beluso se reunió esta tarde en una multitudinaria despedida a Fernando Santomé Ferradás, uno de los nueve cadáveres localizados en el naufragio del Villa de Pitanxo, cocinero en el barco que faenaba en aguas de Terranova. Entre los asistentes al funeral se encontraban la conselleira do Mar, Rosa Quintana; el alcalde de Bueu, Félix Juncal, y el patrón mayor de la federación de cofradías de la provincia, José Manuel Rosas.

También Samuel Kwesi, uno de los tres supervivientes del naufragio, quiso acudir a Bueu a despedir al cocinero del malogrado barco. Este marinero ghanés, abatido, estaba recluido en su casa de Marín y no tenía previsto abandonar el domicilio, pero cuando su buen amigo Julio Torres, pastor de la iglesia evangélica de Marín, tras sus dudas iniciales, acabó por contarle que este 22 de febrero se daría sepultura a Ferradás, no se lo pensó. Samuel, según ha contado a Efe Torres, quiso acompañar a la viuda, Lucía, a las dos hijas del matrimonio, y a la madre de Fernando, pues su padre falleció. También a su hermana. El difunto tenía además un hermano que tampoco vive. 

Kwesi, que está medicado, contó a los parientes de Ferradás, que tenía 50 años, que este siempre le había dispensado un trato exquisito y que era un gran restaurador. Como anécdotas, les hizo saber que a veces les obsequiaba con cruasanes y churros y que jamás repetía menú, que lo suyo era la variación. 

Los parientes de Fernando agradecieron mucho su presencia, según ha relatado Torres. 

A Samuel Kwesi le cuesta hablar del hundimiento del arrastrero congelador. Lo resume, ha compartido su amigo, en que transitó de tristeza en tristeza. Primero, por lo rápido que fue el accidente. Después, por haber estado pasando un frío infernal durante cinco horas, hasta que se produjo el rescate. Más tarde, por ver que en la otra balsa, la segunda, no había nadie. 

Y, ahora, de vuelta a su tierra de adopción, Galicia, por haber presenciado la procesión de ataúdes con los cuerpos de los que eran sus compañeros y por saber que hay doce desaparecidos, a los que ruega que busquen

Samuel Kwesi, al que los médicos han recomendado tranquilidad y calma, ha podido hablar con los suyos, los que tiene en África: su madre y su esposa Emilia. Emilia y él tienen cinco hijos. Al menor, Samuel solamente ha podido verlo por fotos. 

No sabe cuando podrá viajar a su país. Su documentación se quedó en el barco y ahora espera un trato especial que no pase por viajar a la embajada a Madrid para volver a tener sus papeles en regla. 

El Villa de Pitanxo, del Grupo Nores, se hundió en aguas canadienses. Había 24 personas enroladas. Pescaban fletán. La armadora ha atribuido el siniestro a una parada repentina en el motor principal que hizo que el patrón, Juan Padín, perdiese el gobierno de la nave. Este capitán se salvó, y también su sobrino, Eduardo Rial. Y Samuel. Nadie más. 

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