La larga mili de Paco Conde

El economista de Lemos formaba parte del núcleo de amigos de Feijóo en Madrid cuando en 2009 lo reclutó como asesor de la Xunta. Su labor lo llevó a conselleiro y, ahora, a vicepresidente
Francisco Conde (Monforte de Lemos, 1968). PEPE FERRÍN (AGN)
photo_camera Francisco Conde. PEPE FERRÍN (AGN)

"Paco, vente que toca hacer la mili en Galicia". Dicen que con estas palabras, literales o aproximadas, Alberto Núñez Feijóo reclutaba en 2012 para la Xunta a Francisco Conde como conselleiro de Economía e Industria, en sustitución del vigués Javier Guerra. Y puede ser cierto, porque al fin y al cabo el presidente tenía con él la suficiente confianza para llamarlo a filas, ya que no solo formaba parte de su núcleo de amigos de Madrid sino que llevaba asesorando al gabinete de Feijóo en materia económica desde 2009.

Desde entonces, Conde se ha convertido en una pieza clave del equipo de Núñez Feijóo. Juntos sortearon los años duros de la crisis, cuando las cifras del paro engordaban sin fin, y juntos diseñaron la estrategia de crecimiento y desarrollo de la Galicia del futuro una vez superada la recesión. La suya es la carrera más meteórica de todos los conselleiros, porque aunque los hay más veteranos, ninguno iguala la trayectoria ascendente de este economista.

En ese camino Conde se apuntó medallas importantes, como el polo industrial de Rozas, del que se puede considerar su auténtico padre —y así lo ha reconocido el propio Feijóo en más de una ocasión—. También llevó a Galicia a cifras históricas de exportaciones, mantuvo el diferencial positivo del paro con España y apuntaló sectores vitales como la automoción y el naval. Pero también sorteó algún que otro bache, sobre todo con la reciente crisis que está haciendo tambalear industrias vitales para la comunidad, como las electrointensivas y las costeras.

El final del anterior mandato no fue fácil para un conselleiro que se vio envuelto muchas veces en un fuego cruzado entre Gobierno central e industrias en el que no pudo evitar algún balazo. Y es que en conflictos como el de Alcoa Conde no se siente especialmente cómodo, dado que es un economista de libro y facultad, no un político que guíe a las masas con mensajes para la historia. Y quizás por ello se llegó a especular con que necesitaba un descanso. Sin embargo, Feijóo volvió a mostrar su confianza ciega en él y, lejos de darle un permiso, lo ascendió en la escala hasta la vicepresidencia segunda, que compaginará con la consellería que ya gestionaba ahora.

Así, aquel asesor económico consiguió en solo cuatro años convertirse en conselleiro, en otros cuatro reforzó su cartera con el epígrafe de empleo y, ahora, llega hasta la vicepresidencia segunda de la Xunta, un movimiento con el que llevaba tiempo especulándose pero que nunca se acababa de producir, quizás para evitar lecturas en clave sucesoria por parte de Feijóo. Porque aunque Conde no tiene ni perfil ni ambición política, para muchos siempre fue uno de los ‘preferiti’.

ENTRE DOS MUNDOS. Más allá de su trayectoria política, Francisco Conde López (Monforte de Lemos, 1968) es el yerno que toda suegra querría tener. El suyo es el perfil de estudiante ejemplar y modélico, aplicado y educadísimo. Ni una palabra más alta que otra, Conde pasaría perfectamente por uno de esos centroeuropeos que susurra en una sala de espera para no molestar a nadie, pero también por un benedictino de El nombre de la rosa sumido en sus libros y sus pensamientos. De hecho, el aspecto clerical del conselleiro ya inspiró alguna que otra broma.

Conde es el mediano de tres hermanos —entre César y Alejandro— y su padre, César Conde, fue director de Caixa Galicia y fundador de una de las primeras autoescuelas de Lemos. De hecho, el propio conselleiro reconoció en su día que conoció y conquistó a su mujer —la periodista de la Radio Galega en Madrid Cruz Martínez— dándole clases de conducir. La madre del conselleiro, Pilar, falleció hace casi un año.

Padre de dos hijos, Pablo e Iria, Conde se vinculó ya de joven a Madrid, donde desarrolló buena parte de su carrera académica y profesional. Allí se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense, donde además se doctoró. Y también en la capital desarrolló el grueso de su carrera como profesor en la Universidad CEU San Pablo, donde ingresó en 1995 y y ocupó diferentes responsabilidades, como las de director del Aula de Estudios Europeos Robert Schuman, secretario del Instituto de Estudios Europeos y vicedecano de la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (2002-2004). En 2004 pasó a ocupar el puesto de director de Relaciones Institucionales de esta misma universidad, que desempeñó hasta que, en 2005, fue nombrado vicerrector de este mismo departamento.

Sin embargo, la llamada de Feijóo en 2009 lo sacó de las aulas y lo devolvió a su Galicia natal, donde el profesor Conde tuvo que aprender política a marchas forzadas, descubrir todos los entresijos de la Administración pública y hacerlo todo, además, a 600 kilómetros de su familia, que continúa en Madrid. Una vida entre dos mundos que el propio Paco Conde confiesa que, en ocasiones, es lo que peor lleva de su mili.

EL LUCENSE PACIENTE. Su regreso a Galicia lo reencontró, sin embargo, con su tierra y sus orígenes. Francisco Conde es, hoy por hoy, un ferviente enamorado y defensor de la Ribeira Sacra, algo que se encarga de recordar en cualquier acto público cuando se le presenta la ocasión, en sus entrevistas o en las numerosas fiestas a las que antes del coronavirus acudía en su agenda de fin de semana como representante de la Xunta.

Aunque se encuentre más cómodo en una oficina que en una verbena y prefiera una comida frugal que una pulpada multitudinaria, el conselleiro es un buen conversador, algo que también le permite tener una buena interlocución con el tejido empresarial gallego, donde también se valora su capacidad de diálogo.

De Francisco Conde cuesta creer que tenga arranques de genio cuando las cosas no salen, pero por lo visto es así. Sin embargo, quienes trabajan con él valoran que es muy de su gente y así lo demostró en más de una ocasión.

Ahora, el único conselleiro lucense en el Gobierno de un Feijóo que jamás comulgó con cuotas territoriales asume un nuevo reto que le otorgará, cuando menos, más visibilidad y proyección política, algo que quizás no maride bien con un tecnócrata capaz de trabajar de sol a sol pero incapaz de convertirse en ese líder político que algunos quisieron o quieren ver en él. Quien interprete la vicepresidencia de Conde como el guiño definitivo de Feijóo a su sucesor puede equivocarse de lleno, porque una cosa es que la mili en Galicia se le haya prolongado más de lo que esperaba y otra muy distinta es que se quede para hacer carrera militar.

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