Las mafias hallan un filón en el chantaje basado en el incremento del sexo virtual

PRÁCTICAS. El Intercambio de vídeos y fotos íntimas prolifera en la era digital y acarrea un nuevo tipo de delincuencia ► TRAMA. Las bandas obtienen imágenes a través de falsas novias o programas espía y exigen dinero para no difundirlas

Sextorsión. ARCHIVO
photo_camera Sextorsión

UN TOTAL de 60.000 euros y meses de angustia. Ese fue el precio que pagó recientemente una familia lucense víctima de sextorsión, una forma de chantaje, basada en el sexo virtual, que se extiende como la pólvora al amparo de internet y con una gran baza a favor de los delincuentes: la vergüenza y el temor de las víctimas.

La sextorsión comenzó a gestarse en el seno de una sociedad que se rindió en tropel a las redes sociales y que fue dejando atrás el pudor a exponerse en público, hasta el punto de normalizar incluso el intercambio de imágenes de contenido sexual a través del móvil o del ordenador.

A priori, realizada de forma voluntaria y entre adultos, esta práctica no merecería ningún debate público más allá de la moral de cada uno. Sin embargo, cuando una persona le envía a otra una fotografía íntima —sea a quien sea— pierde totalmente el control sobre la misma, y ahí radica el problema, ya que los ciberdelincuentes no tardaron en buscar un nuevo filón en este tipo de conductas.

De hecho, las modalidades de sextorsión se han ido multiplicando en los últimos años y actualmente ya son obra de grupos organizados —fundamentalmente de países francófonos— que se especializan en este tipo de delitos. ¿Cómo operan estas bandas? ¿Es suficiente el sentido común para evitar sus embates? La respuesta es múltiple.

1. Utilizan a una mujer como gancho o crean perfiles falsos

Como sucedió en el último caso que se destapó en Lugo, una de las formas de actuar de estas bandas es utilizar a una mujer como gancho para captar a las víctimas, que por lo general son hombres de entre 20 y 40 años.

En algunas ocasiones, la chica que forma parte de la red le hace creer a la víctima que quiere una relación de noviazgo. De este modo, se va ganando su confianza poco a poco y le propone mantener sexo online.

El hombre acepta la sugerencia pensando que le está enviando fotos y vídeos a su novia, pero cuando la mujer reúne el material suficiente, comienza el chantaje y la red le exige grandes sumas de dinero para no difundir sus imágenes comprometedoras.

Otras veces, las mafias ni tan siquiera utilizan como gancho a una mujer real, sino que crean perfiles falsos de chicas desconocidas —siempre jóvenes y guapas— que le proponen a la víctima amistad a través de Facebook u otras redes sociales. La víctima cree que habla con la joven que aparece en las fotografías y acaba accediendo a mantener sexo virtual con ella, cuando en realidad le está enviando directamente a la banda todo el material privado con el que posteriormente lo van a extorsionar.

2. Roban el móvil o el ordenador de las víctimas

En la actualidad, ni el uso del móvil se limita a realizar y recibir llamadas, ni el ordenador se reduce a ser una herramienta de trabajo. Estos dispositivos se han convertido en un auténtico cajón de sastre en el que se acopia todo tipo de información personal, incluidas fotografías y vídeos de carácter íntimo.

Los delincuentes no son ajenos a esta realidad y cada vez son más las bandas que se dedican a robar físicamente smartphones y ordenadores con el objetivo de localizar imágenes de contenido sexual de sus propietarios. Cuando las encuentran, les exigen dinero a cambio de no reenviarlas a todos sus contactos. Ante esta posibilidad, las víctimas acaban haciendo todo lo posible para reunir el dinero que solicitan los delincuentes y recuperar sus dispositivos.

3. Instalan programas espía en los dispositivos

Otro de los modus operandi que utilizan las bandas dedicadas a la sextorsión es la instalación de spyreware (programas espías) en los móviles u ordenadores de las personas a las que quieren chantajear. Se trata de aplicaciones que se autoinstalan en un ordenador o un smartphone sin el consentimiento del usuario y que se ocupan de recopilar información sobre el equipo y de rastrear la actividad que hay en él, para después transmitirla a terceros, en estos casos a la organización delictiva.

Estos software maliciosos son capaces de robar virtualmente todo tipo de datos y además permiten al chantajista controlar de forma remota la webcam o la cámara del móvil para grabar vídeos o realizar fotografías. Con todo el material íntimo que logran recopilar se ponen en contacto con la víctima —que no se imagina ni en su peor pesadilla que la han estado grabando o fotografiando sin su consentimiento— y le exigen dinero para no hacerlo público a través de internet.

4. Consiguen contraseñas de las víctimas y las atemorizan

Hace tres meses, la Policía Nacional detectó en España una nueva modalidad de sextorsión masiva cometida por una banda organizada.

Los delincuentes enviaron multitud de correos a personas de todo el mundo —en los que figuraba el nombre completo de cada una de ellas— e hicieron constar en el asunto su contraseña real de usuario.

Según le explicaban a los perjudicados en el email, tras conseguir su clave personal les habían hackeado el ordenador, por lo que tenían en su poder fotos, vídeos y otro tipo información sobre su intimidad. Los chantajistas les decían además que un programa espía los había grabado frente a la pantalla de su ordenador mientras visitaban páginas web de contenido pornográfico. Acto seguido, les exigían dinero para no difundir esas imágenes. En realidad, en este caso se trataba de una campaña de ingeniería social, ya que la banda no había instalado ningún malware en los dispositivos de las víctimas ni tenía fotos o videos comprometidos. Lo único que habían conseguido era una contraseña obtenida de modo fraudulento, pero resultó suficiente para atemorizar a los afectados. Esta circunstancia pone de manifiesto que, actualmente, guardar material íntimo en los dispositivos e intercambiarlo es una práctica ampliamente extendida.

Tal y como explicaron los investigadores, la red obtuvo estas claves de filtraciones masivas ocurridas hace años, cuando servicios como Adobe, Bitly, LinkedIn, Myspace o Tumblr fueron comprometidos y los criminales consiguieron sustraer información muy valiosa, como los datos de los usuarios y sus contraseñas personales.

5. Solicitan servicios sexuales en lugar de dinero

Las organizaciones criminales definen claramente sus objetivos y la finalidad de la sextorsión es casi siempre económica. Los extorsionadores solicitan dinero a la víctima y no se conforman con pequeños importes, sino que exigen varias entregas y prolongan la estafa todo lo que pueden hasta lograr pingües beneficios que posteriormente se reparten entre ellos.

Sin embargo, aunque es el dinero el que suele mover a este tipo de criminales, las fuerzas y cuerpos de seguridad detectaron algunos casos en los que la moneda a pagar por la víctima para evitar la difusión de sus imágenes comprometidas no son euros, sino favores sexuales. En estos casos, las víctimas suelen ser mujeres.

En algunas ocasiones, los delincuentes más depravados fijan su objetivo en niños y niñas menores de edad. En estos casos, la sextorsión es el paso que sigue al grooming. Este nombre define las prácticas online de ciertos adultos que se ganan la confianza de un menor para conseguir que le envíe imágenes desnudo o realizando actos sexuales.

Esta diversidad de tipos de sextorsión evidencia que cualquier persona que le envíe a otra una imagen subida de tono, o que simplemente la guarde en su smartphone o en su ordenador, puede convertirse en víctima de estas mafias, que, además, según las experiencias que han ido relatando los afectados, nunca se dan por satisfechas.

En algunas ocasiones, los extorsionadores eligen como víctimas a personas que perciben ingenuas o vulnerables, ya que consideran más probable que cedan a su chantaje sin pestañear. Sin embargo, este no es un requisito esencial y las bandas juegan con una realidad indiscutible: a nadie le gusta arriesgarse a ver su intimidad expuesta públicamente sin su consentimiento.

En este escenario, la conciencia y el sentido común ayudan a evitar problemas, pero no garantizan la inmunidad frente a la sextorsión, por lo que nunca está de más extremar las precauciones y separar al máximo la esfera privada del escaparate infinito en el que se ha convertido internet.

Consejos. ¿Cómo actuar ante un chantaje?
Para evitar ser víctima de una sextorsión, los expertos recomiendan vigilar los dispositivos para evitar robos, tener precaución con los sitios web que se visitan, asegurarse de que los softwares y el sistema operativo del ordenador tengan las actualizaciones más recientes, e instalar un antivirus que avise cuando se tope con un código malicioso de una web. Pero ante todo, que las personas no sean reconocibles en las imágenes que envíen al practicar cibersexo. Si aún así llega la extorsión, ¿cómo hay que actuar?

No ceder a la extorsión
Si la víctima paga, la banda suele exigirle más entregas y nada garantiza que sus imágenes no acaben igualmente en la red. Se detectaron casos en los que, tras ceder al chantaje, las fotos y videos de las víctima fueron vendidos a páginas de contenido pornográfico.

Guardar las pruebas
Aunque resulte duro, es importante recopilar todo el material íntimo objeto del chantaje, así como las conversaciones con los acosadores, capturas de pantalla y cualquier otro detalle que pueda ayudar a localizarlos.

Desaparecer de internet
En estos casos es recomendable cerrar temporalmente perfiles en redes sociales, blogs, etcétera. Además, cortar cualquier tipo de comunicación con los acosadores, si no es bajo supervisión policial.

Poner una denuncia
Dejar a un lado la vergüenza y denunciar los hechos en la Policía es la opción más sensata.

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