Las nutrias no tienen que preocuparse por la peligrosidad del tráfico en el entorno del embalse de Cecebre. Un paso adaptado les permite desplazarse por la zona con libertad sin arriesgarse a morir atropelladas, sobre todo porque sus hábitos, que tienden a ser crepusculares y nocturnos, les pone en especial riesgo.
La directora de Patrimonio Natural, Belén do Campo, visitó este miércoles este paso de nutrias junto al alcalde de Cambre, Óscar García Patiño, que le mostró esta estructura "pionera", reconocida incluso en los III Premios a las Buenas Prácticas por la Biodiversidad de la Federación Española de Municipios y Provincias, y que, desde finales de 2020, aporta seguridad a estos mustélidos, cuya presencia sirve como indicador de la calidad de las aguas y que cuentan con una pequeña colonia que acostumbra a moverse entre el río Mero y el embalse.
Según recuerda el Ayuntamiento de Cambre, la iniciativa se puso en marcha después de que el Grupo Naturalista Hábitat constatara, tras los avisos de un vecino, que, entre enero de 2017 y enero de 2018, hasta cuatro ejemplares de nutria habían perecido bajo las ruedas de los coches, y siempre en el mismo punto. El último caso, de hecho, se registró en tiempos del confinamiento por la pandemia.
Así pues, la propuesta inicial de Hábitat consistió en colocar señales verticales en la zona que informaran de peligro por fauna silvestre y que instaran a reducir la velocidad, así como bandas rugosas. Esta opción no tuvo continuidad, pero desde Axencia Galega de Infraestruturas se planteó construir un paso de fauna subterráneo. Tras consultar con múltiples expertos, se determinó que esta podría ser la medida más eficaz para minimizar e incluso erradicar los atropellos de esta especie considerada de especial interés de conservación al requerir grandes áreas de campeo libres de barreras.
En concreto, el proyecto municipal, que contó con fondos Feader en el marco del Programa de Desenvolvemento Rural de Galicia 2014-2020, incluyó la construcción de un paso inferior bajo la AC-221 instalando un caño y boquillas con rampa asociada en cada extremo de la carretera. Con el fin de garantizar que los animales utilizasen la senda, se vallaron perimetralmente los dos extremos de la vía por donde solían cruzar. Y, a partir de ahí, tan solo fue cuestión de que las nutrias cogieran confianza y conquistaran como propio este terreno que, ahora, las deja a salvo del tráfico.
