Caso Asunta: diez años del crimen más sonado de la historia de Galicia

▶ El eco del asesinato que llegó a The New York Times y el Washington Post sigue resonando: Netflix estrenará una serie de vocación mundial sobre el caso ▶ La pequeña asfixiada por sus padres adoptivos, Alfonso Basterra y Rosario Porto, sería hoy una joven a punto de cumplir los 23 años
Porto y Basterra, junto a su hija Asunta en Santiago. AEP
photo_camera Porto y Basterra, junto a su hija Asunta en Santiago. AEP
  1. Un plan conjunto
  2. El porqué del crimen se esconde entre los muros de Teixeiro
  3. Distintas teorías
  4. Cronología: las fechas claves de un caso de película
  5. Una familia "idílica" y devota de su hija que se resquebrajó

Tal día como hoy, pero de 2013, Rosario Porto y Alfonso Basterra perpetraron uno de los crímenes más sobrecogedores de la crónica española de sucesos: el asesinato en Teo de su hija adoptiva, Asunta, que de seguir viva cumpliría la próxima semana 23 años y sería, a buen seguro, y dadas sus grandes aptitudes académicas –lo que llevó a sus profesores a adelantarla un curso–, una flamante licenciada a la que lloverían las ofertas laborales.

Pero sus progenitores truncaron sus sueños hace una década, cuando solo tenía 12 años, tras sedarla con lorazepam y asfixiarla hasta la muerte. El porqué es inexplicable, pero lo hicieron, tal y como dictaminaron primero cada uno de los miembros del jurado popular que juzgaron el crimen y posteriormente, tras sucesivos recursos, la Audiencia Provincial de A Coruña, el TSXG, el Supremo y el Constitucional.

Las cuerdas naranjas al pie del cadáver, que coincidían con las encontradas en el chalé familiar de Teo, el Orfidal con el que fue drogada Asunta y que había adquirido previamente el progenitor en cantidades casi industriales en una farmacia de confianza –cuando aún podía comprarse sin receta–, los continuos cambios de versión de los padres sobre el día de autos y, sobre todo, las cámaras que captaron a Rosario con Asunta en coche rumbo a Teo, los condenaron a 18 años de cárcel por perpetrar el crimen más sonado de la historia de Galicia.

Y es que la crónica negra de la comunidad está plagada de casos espeluznantes, como el doble parricidio de Moraña, el infanticidio de dos mellizos en A Coruña, el triple crimen de Valga o las desapariciones de Sonia Iglesias o María José Arcos, pero solo los casos de Diana Quer y el de Asunta se mantuvieron varios días abriendo los informativos nacionales.

El de la pequeña compostelana llegó, además, a las planas del The New York Times y el Washington Post, y también a las librerías británicas de la mano de Mark Guscin, autor de The murder of Asunta Yong Fang (Cambridge Scholars), quien pasó una temporada en Galicia y llegó a visitar en dos ocasiones a Rosario Porto en A Lama. El libro, editado en 2018, devolvió el crimen a la esfera internacional, algo que podría hacer también la serie sobre el caso que estos días se rueda en Santiago, coincidiendo con el décimo aniversario, y que Netflix podría doblar a otros idiomas.

Esta última producción audiovisual da buena muestra de que lejos de diluirse en el tiempo, el eco mediático del caso sigue resonando incluso una década después. Y es que los años transcurridos no han arrojado un ápice de luz sobre un crimen que condensa todos los ingredientes del enigma: unos culpables que siempre negaron los hechos, con un padre que se decía devoto de su hija y una madre que acabó quitándose la vida en prisión porque, según su abogado, no podía vivir más con "la injusticia de ser condenada injustamente". Y a ello se suma una sentencia que, si bien es contundente, dejó algún que otro cabo suelto.

La memoria de Asunta pervive en el altar improvisado en la pista de Teo. PEPE FERRÍN
El tiempo pasa, pero la memoria de Asunta persiste en la pista forestal de Feros, en Teo. Allí fue hallado su cadáver, que fue "depositado con excesivo mimo para alguien que no la conociese", como reiteró el fiscal en el juicio. La zona se ha convertido en un particular santuario presidido por una cruz y repleto de flores y peluches. Esta imagen tomada este miércoles evidencia que recientemente depositaron flores frescas, además de un nuevo texto en portugués: "Asunta, sempre nos nossos corações". PEPE FERRÍN

Un plan conjunto

La principal incógnita sin resolver es si el padre fue coautor material del crimen. No hay ni rastro de él en las grabaciones que en la tarde del 21 de septiembre de 2013 filmaron a Rosario en su Mercedes 190 rumbo a Teo con Asunta y que una hora más tarde la volvieron a registrar, pero esta vez sin la niña.

En la sentencia se afirma que Basterra estaba en el chalé de Teo y se especuló con que podría haber viajado en los asientos posteriores, pero el TSXG corrigió luego este punto para aseverar que solo "está probado que Rosario" asfixió a la niña. Eso sí, indica que ambos "urdieron un plan conjunto" en el que, como dijo el fiscal, "tan culpable es quien pone el arma como el que aprieta el gatillo".

El porqué del crimen se esconde entre los muros de Teixeiro

¿Por qué unos padres matan a una hija a la que habían dado todo cuando estaba empezando a vivir? Esa es la pregunta que se repite cada vez que asoma el caso en los periódicos, en los juzgados o en los bares, como en el día de hoy, con Asunta y sus padres de nuevo en el centro de la diana mediática por el décimo aniversario del crimen.

Una década después, Alfonso Basterra es el único superviviente de esta negra historia, después del suicidio de su exmujer, Rosario Porto, el 18 de noviembre de 2020 entre los barrotes de la cárcel abulense de Brieva. Con la vida de la madre de Asunta se apagó también la esperanza de conocer el móvil de un asesinato tan atroz como inexplicable, habida cuenta del mutismo casi patológico de Basterra, que sigue con su existencia –gris, según los funcionarios– entre los muros de Teixeiro, el único lugar donde reposa ahora la verdad del crimen.

El progenitor vive su día a día en prisión sin sobresaltos, entregado a la lectura y escritura. Ya no es aquel mediático asesino que estaba en boca de todos cuando ingresó en el penal de Curtis. Los años han pasado y el tiempo disipa los recuerdos, también para lo malo. El caso Asunta es desconocido para los reclusos más jóvenes de Teixeiro y Basterra es para ellos un preso más. En 2025 podría disfrutar de permisos penitenciarios, una vez haya cumplido dos tercios de la condena de 18 años que le impusieron, si bien el escritor inglés Mark Guscin mantiene, tras cartearse con él, que "Alfonso no va a pedir permisos penitenciarios, porque dice que en ese caso estaría reconociendo los hechos".

También él mismo ha contribuido a pasar desapercibido. Atrás han quedado sus enfrentamientos con funcionarios, las agresiones de otros presos y, en buena medida, la actitud desafiante de la que hizo gala durante las actuaciones policiales y judiciales, durante las cuales también mostró un hermetismo que hacen poco probable que vaya a soltar prenda.

Frente a este silencio, Rosario siempre fue más vehemente al cuestionar que ambos pudiesen ser culpables del asesinato de su hija. En vida, reiteró una y otra vez su inocencia, y durante el juicio, respondía a las acusaciones a la gallega, con la pregunta que todo el mundo se hacía: ¿Cómo iba a acabar yo con la vida de Asunta, a la que quería tanto y por quién me preocupaba tanto? Se refería a las clases de ballet, de piano o de chino a la que llevaban a Asunta desde pequeña.

Declaración de Alfonso Basterra durante el juicio. PEPE FERRÍN
Declaración de Alfonso Basterra durante el juicio. PEPE FERRÍN

Distintas teorías

Como sucede en todo caso sonado, hubo espacio para múltiples y variadas teorías sobre el móvil del crimen. Algunas con un poso de realidad, como las que veían en los hechos un encubrimiento de oscuras prácticas sexuales basándose en unas fotos de dudoso gusto de Asunta disfrazada y en el material erótico de jóvenes asiáticas que Basterra guardaba en su ordenador. También se dijo que Porto quería evitar que la pequeña cobrase la herencia de sus abuelos, algo que no podría suceder. La única certeza seguirá por ahora en Teixeiro, y puede que Basterra se la lleve a la tumba.

Cronología: las fechas claves de un caso de película

Alfonso Basterra y Rosario Porto, escoltados por agentes durante un registro en una de las viviendas en septiembre de 2013. XOÁN REY (EFE)
Alfonso Basterra y Rosario Porto, escoltados por agentes durante un registro en una de las viviendas en septiembre de 2013. XOÁN REY (EFE)

Lo vivido en estos diez años es una auténtica historia de cine: un caso repleto de misterios, muerte e inesperados giros de guion que, no en vano, dará pie en breve a una ficción para Netflix, tras alumbrar hace cuatro años una exitosa docuserie de Antena 3.

▶ 21 de septiembre 2013
Porto y Basterra denuncian la desaparición de su hija. Eran aproximadamente las 22.00.
▶ 22 de septiembre 2013
Dos varones hallan de madrugada el cadáver de Asunta en una pista cercana al chalé de Porto en Teo. Junto al cuerpo aparecen restos de cuerda idénticos a los hallados en la citada vivienda.
▶ 27 de septiembre 2013
La pareja es detenida y el juez Taín decreta prisión para ambos. Ingresan en el penal de Teixeiro.
▶ 14 de enero 2014
Dos profesoras de música de Asunta declaran que el 9 de julio de 2013 vieron a la niña "drogada, como sonámbula".
▶ 22 de febrero 2015
Trasciende que los padres de Asunta se hicieron un selfie ante el féretro de su hija, lo que causa indignación pública.
▶ 29 de septiembre 2015
Inicio del juicio en los juzgados de Santiago de Compostela.
▶ 12 de noviembre 2015
Tras un mes de intensa vista oral y una larga deliberación, se conoce la sentencia: 18 años de prisión para cada uno.
▶ 22 de marzo 2020
Conducen a Porto a Brieva (Ávila) ante unos problemas de conducta que ya habían motivado su traslado de Teixeiro a A Lama.
▶ 18 noviembre 2020
La madre de Asunta se quita la vida en prisión, tras varios intentos infructuosos previos.
▶ 21 de diciembre 2020
Sale a la luz la herencia de Porto: deja el chalé de Teo, dos pisos en el Ensanche compostelano y otro en As Sinas a su amiga La Nena. Más de un millón en patrimonio.
▶ 28 de diciembre 2020
Rosario es enterrada en Santiago tras semanas de trámites funerarios en los que llegó a barajarse la fosa común como destino al no hacerse cargo nadie del féretro. Al funeral acudió su abogado pero no Basterra. Dicen que no le dieron permiso en Teixeiro.

Una familia "idílica" y devota de su hija que se resquebrajó

El periodista Alfonso Basterra y la abogada Rosario Porto formaban una familia "idílica", según declaró la cuidadora de Asunta en el juicio. Una pareja que pareció colmarse de felicidad con la llegada de la pequeña, a la que adoptaron siendo todavía una bebé desde China tras una intensa lucha burocrática por convertirse en sus padres. Era habitual ver a los tres paseando por las calles de Santiago, una ciudad donde gozaban de reconocimiento social por su posición acomodada y su origen familiar.

Él, un periodista procedente de Bilbao que se había instalado en la capital gallega y que profesionalmente se especializó en temas económicos, era descrito entonces como campechano y conversador animoso. Basterra colaboró con distintos medios escritos, radiofónicos y televisivos, aunque en los últimos tiempos antes del crimen llevaba una vida discreta apartado de la prensa, precisamente para centrarse más en los cuidados de Asunta.

La madre, por el contrario, llevaba una vida social más intensa. Hasta el año 2006 fue cónsul de Francia en Santiago y tenía un bufete en Compostela –en ambos casos, el cargo y el negocio, fueron herencia familiar–. Hija de Socorro Ortega, una profesora de Historia del Arte en la USC y del abogado Francisco Porto –ambos fallecidos con solo unos meses de diferencia y un año antes de la muerte de Asunta, lo que dio lugar a no pocas teorías–.

Charo, como era conocida por sus allegados, pertenecía a una de esas familias compostelanas de alto copete, como demostraban su estilo de vida y su círculo de amigos, formando parte de la asociación Ateneo de Santiago.

La infancia de la niña fue idílica, como la imagen que proyectaba la pareja compuesta por la abogada Porto y el periodista Basterra. Pero los nubarrones llegaron y el matrimonio se separó. Al poco tiempo comenzaron también los claroscuros en la vida de Asunta; las clases de ballet sedada y las inquietantes confesiones a sus amigas en las que insinuaba que alguien la quería matar. Y el 21 de septiembre de 2013, la macabra secuencia entre Santiago y Montouto (Teo) sobre la que han corrido ríos de tinta.

La imagen de familia feliz, como es lógico, saltó por los aires tras el crimen. Y a la vista de todos. Los padres de Asunta fueron abucheados e insultados cuando, ya encarcelados, volvieron a Santiago a los registros de sus viviendas. La unión forjada por la tragedia se fue agrietando hasta el punto de que en el penal de Teixeiro mantuvieron vidas independientes. Tampoco acudió Basterra al funeral de Rosario, aunque algunas voces dijeron entonces que no le dieron permiso en prisión al no unirlo a ella ningún vínculo familiar.

TERCER AÑO SIN ESQUELA. Con Charo Porto enterrada en el panteón de sus padres en la zona noble del cementerio compostelano de Boisaca, desde 2021 El Correo Gallego no publica la tradicional esquela in memoriam de Rosario a su hija. "Te querré siempre. Mamá", solía dedicarle.