Baiuca, sobre su experiencia en Sudán: "Lo vivieron peor nuestras familias"

Nos volvimos de allí teniéndonos aún más cariño los unos a los otros. No siempre es fácil convivir en una situación así pero eso de alguna forma nos unió
Canoura junto a Baiuca y sus compañeros, en Barajas. @BAIUCA
photo_camera Baiuca y sus colaboradores, ya en Barajas. @BAIUCA

Tras cinco días atrapado en Jartum, la capital de Sudán, el catoirense Alex Guillán, más conocido como Baiuca, ya se encuentra en Barcelona y desde la tranquilidad de su casa relata a Efe la "odisea" que vivió junto a sus compañeros para poder salir del país tras el golpe de Estado del pasado día 25 de octubre contra el Gobierno civil de Abdalá Hamdok. 

"Lo vivieron peor nuestras familias aquí que nosotros, que estuvimos seguros todo el tiempo", explica Guillán por teléfono, y asegura que durante su estancia en el país africano apenas salieron de la residencia de la embajada española en Jartum, lugar donde estuvieron "en todo momento" protegidos por la policía, lejos de las revueltas que han tenido lugar en distintos lugares del país y que este sábado dejaron varios muertos y un centenar de heridos. 

Guillán, creador de Baiuca, proyecto unipersonal de música folk y electrónica, viajó el pasado domingo 24 de octubre hasta Jartum con su equipo, formado por la cantareira Andrea Montero, el percusionista Xosé Lois Romero, el mariñano Adrián Canoura —encargado de la parte audiovisual—, y el técnico de sonido Alfonso García, para participar en el Sama Music Festival, para el que tenían previsto un concierto el martes 26 de octubre. 

Su encierro en la embajada de Sudán fue como "volver a vivir un pequeño confinamiento"

El Festival es un proyecto organizado por el Instituto Goethe en Sudán que tiene como objetivo difundir y promover la música sudanesa a través del intercambio musical entre este país africano y otros países del mundo, en colaboración con entidades como el British Council, el Institut Français o las embajadas española e italiana en Sudán. 

Desde comienzos del mes de octubre el festival había estado desarrollándose con total normalidad y Guillán, junto a su equipo, durmió en Jartum la noche del domingo "con total normalidad", sin esperar que al día siguiente sus planes cambiarían. 

La mañana del lunes la banda se dirigiría a un centro cultural situado en Ondurmán, ciudad gemela a Jartum, separada por el río Nilo, para ensayar con unas bandas locales. Sin embargo, el chófer se retrasó y finalmente nunca llegaron a salir de la residencia de la embajada.  Esa misma mañana el general Abdel Fattah Al Burham anunció la toma del poder en Sudán por parte de los militares y la disolución de los principales órganos del proceso de transición democrática que se inició tras la caída del dictador Omar al Bashir, en abril de 2019. 

Si nos acercábamos al balcón podíamos ver a lo lejos cómo quemaban neumáticos, pero poco más

A pesar de la tensión inicial, Guillán asegura que en todo momento sus compañeros y él se sintieron "protegidos" en la residencia de la embajada, que se convirtió en su refugio durante los cinco días que permanecieron en la capital. Con las redes móviles fuera de funcionamiento y sin internet, Guillán y el resto de músicos no pudieron contactar con sus familiares. 

Aunque apenas unos metros separan la residencia de la embajada española en Sudán del edificio de la embajada, donde sí había internet, por seguridad no se desplazaron hasta él y fue la policía la que contactó con los familiares para tranquilizarlos e informarles de que todos se encontraban bien. "Era un barrio tranquilo, residencial, desde el que no apreciábamos mucho lo que pasaba fuera. Si nos acercábamos al balcón podíamos ver a lo lejos cómo quemaban neumáticos, pero poco más", explica Guillán. 

"Estuvimos en muy buenas manos. Estábamos dentro del mejor sitio posible para estar allí", asegura Guillán, que cuenta que tras la experiencia de la pandemia, su encierro en la embajada fue como "volver a vivir un pequeño confinamiento". 

Y es que aunque estar allí "no fue una fiesta", "tampoco fue un infierno" y a medida que pasaron los días, según relata Guillán, pudieron incluso desconectar de las televisiones y la evolución del conflicto y aprovechar para tocar algo de música. Todo ello con la incertidumbre de no saber cuándo iban a poder regresar, pues el aeropuerto permanecía cerrado. 

En Sudán había alguna gente con mascarilla, pero no se veía que fuera lo prioritario obviamente

Su plan era volar el viernes, emprendiendo el mismo itinerario que tomaron para llegar a Jartum pero al revés: Jartum- Estambul y Estambul-Madrid, a través de Turkish Airlines. Sin embargo, ese plan se frustró cuando la compañía canceló todos sus vuelos.  La alternativa fue Ethiopian Airlines, que sí que estaba operando vuelos desde la capital de Sudán. Así, la madrugada del viernes los cinco músicos se desplazaron a la casa del cónsul, más cercana al aeropuerto, con el objetivo de finalmente poder salir del país. 

"Por el día era cuando más ajetreo había, mientras que por la noche las calles se vaciaban y la gente se iba a dormir y era el mejor momento para estar más cerca del aeropuerto", relata Guillán, que añade que las autoridades españolas querían que la banda saliera antes del fin de semana, por si empeoraba la situación. 

Hasta 36 horas tardaron en llegar a casa, en un viaje que les llevó, primero, a Addis Ababa, la capital de Etiopía, y horas más tarde, a Roma, donde tuvieron que permanecer más de 10 horas en el aeropuerto de Fiumicino debido a las reglas sanitarias del país. Su idea era descansar en un hotel para volar al día siguiente a Madrid pero las reglas sanitarias que tiene Italia con los pasajeros procedentes de Etiopía les obligaba a hacer cuarentena, por lo que tuvieron que hacer día en el aeropuerto. 

"Nos volvimos de allí teniéndonos aún más cariño los unos a los otros. No siempre es fácil convivir en una situación así pero eso de alguna forma nos unió", asegura el músico, que considera que experiencias como esta le hacen darse aún más cuenta de qué es lo prioritario en cada lugar del mundo. "En Sudán había alguna gente con mascarilla, pero no se veía que fuera lo prioritario obviamente", añade Guillán, que critica que mientras aquí estamos pensando en ponernos una tercera dosis hay países como Ecuador -que visitó hace apenas dos meses- que todavía no habían avanzado lo suficiente en la vacunación". 

"Son cosas de Primer Mundo y de otros Mundos", afirma. Sin embargo no renuncia a seguir llevando su música a diferentes lugares, pues asegura que siempre planteó su proyecto con una mirada hacia el exterior, para que la gente conozca la música que se hace en Galicia. 

En España, el gallego se enfrenta a otra realidad, a la de los aforos, un tema que tiene "cansado" a Guillán, ya que en la Sala Capitol, en Santiago de Compostela, donde actuará la próxima semana para presentar su último álbum Embruxo, no le permiten actuar con aforos al 100%. 

"La sala no quiere que entren más de 500 personas, cuando tienen aforo para 800. Ellos dicen que la Xunta permite el 100% de aforo pero que debe ser con distancia de seguridad", explica. Su concierto será de pie, porque según dice "hay que avanzar" al igual que se ha hecho en otras actividades. 

Para reubicar a las personas, el gallego realizará en la Sala Capitol un concierto triple: jueves, viernes y sábado, antes de viajar a Madrid y Barcelona, donde también presentará su álbum. Eso sí, no sin antes pasarse por casa y poder ver a sus familiares y amigos y contarles en persona lo vivido en Sudán. 

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