DE NATXO A TITO 👋 Del líder del ascenso... al mito breoganista

Lezkano deja un buen recuerdo por su trabajo pese a la mancha de San Sebastián ► El futuro del equipo está en manos de Tito Díaz, el maestro de los 80

Celebración del ascenso en Lugo. AEP
photo_camera Celebración del ascenso en Lugo. AEP

CUANDO Suso Lázare se hizo con la presidencia del Breogán no dudó ni un minuto a la hora de elegir su entrenador. Apostó por Natxo Lezkano y, con el inicio de la temporada 2016-17 llamando a la puerta, construyó a toda prisa un equipo que dejó tardes para el recuerdo de locuras anotadoras.

No se logró el soñado ascenso, pero al año siguiente, con todo un verano para confeccionar la plantilla, Lezkano dirigió la nave celeste a la ACB.

El técnico vasco se hizo con un hueco en la historia del Breogán y se ganó, de sobra, el derecho a entrenar al club en la Liga ACB. Pero esta vez, las cosas no fueron tan bien en verano. El fichaje estrella, Henk Norel, se lesionó en verano y todo la planificación se cayó como un castillo de naipes. Alec Brow, que venía para jugar de ‘cuatro’, pasó a ser un ‘cinco’. Tarence Kinsey, el ‘tres’ estrella, se estrelló a las primeras de cambio. Ricardo Úriz, a quien Lezkano veía como base titular, también se lesionó, con lo que Cvetkovic, que tiene mas alma de escolta, se encontró con la batuta del equipo...

Pese a todo, y porque Lezkano es un gran entrenador, capaz de sacar petróleo a base de orden, defensa y riqueza táctica, el Breogán tuvo momentos de gloria en la ACB y hasta el pasado domingo no entró en zona de descenso. Pero la debacle de San Sebastián lo cambió todo. Las sensaciones fueron tan malas que invitaban a un cambio. El tiempo dirá si es para bien.

El viejo Pabellón Municipal guarda muchas historias de breoganismo. De baloncesto entre el humo, de batallas épicas en un ambiente cercano a la locura. ¿Saben eso que dicen por ahí de que Messi es Maradona todos los días? Pues el Municipal era siempre como el Pazo dos Deportes cuando se calienta.

Ganar en aquella pista estaba reservado a los grandes de la Liga, y no siempre. A mediados de los 80, los equipos que viajaban a Lugo sabían que se enfrentaban a no solo a cinco jugadores. También a todo un pabellón. A toda una ciudad.

El Municipal rugía con las canastas de Jimmy Wright, enloquecía con los triples de Manel Sánchez, bramaba cuando los árbitros pitaban hacia el otro lado, pero había un momento en que se ponía solemne para rendir homenaje a un jugador particular. Cuando Tito Díaz sacaba la batuta, la afición resumía el baloncesto cerebral del base lucense con un ‘maeeeeestro, maeeeestro’ que forma parte de la historia del club.

Y en manos del maestro de los 80 está el Breogán que lucha por mantener su plaza en la ACB. Ya no estará en la pista, pero desde el banquillo intentará que el equipo lucense enfile su camino hacia la salvación.

El primer examen será este domingo ante el Fuenlabrada. Ojalá el Pazo se parezca al Municipal de los 80 y la batuta el maestro funcione desde el banquillo.

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