"Un rápido uso del fondo europeo que impulse la inversión pública ayudará a una recuperación sólida"

La primera mujer en ocuparse de los presupuestos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico dirige en París a 120 trabajadores de 23 nacionalidades. De regreso a Lugo en una Navidad atípica, reflexiona sobre una reconstrucción que será "complicada" para España

ANA JOSE VARELA, DIRECTORA FINANCIERA OCDE, EN LUGO.
photo_camera Ana José Varela, directora financiera OCDE, en Lugo. SEBAS SENANDE

Desde la Atalaya de la OCDE, Ana Varela (Bóveda, 1970) observa las heridas desiguales que la pandemia deja en las economías más avanzadas, entre ellas España, que en 2022 no habrá recuperado los niveles precovid. Licenciada en Derecho y Administración de Empresas y con un MBA en Columbia, trabajó en The Boston Consulting Group, en banca y en la Fundación Barrié, además de presidir las tecnológicas Torusware y Nasasbiotech. En 2015, fue distinguida como ‘Eisenhower Fellow’, un programa que premia a líderes volcados en crear un mundo más próspero y justo. Desde 2017, pilota la dirección financiera de la OCDE y gestiona un presupuesto anual de unos 500 millones de euros.

España sufrirá en 2020 la recesión más intensa de las economías más avanzadas. ¿Costará más levantarse que tras la crisis de 2008?

Es difícil hacer esta cuantificación. La pandemia ha desencadenado una crisis sanitaria, económica y social. Es la peor desde la Segunda Guerra Mundial. Pese a la recuperación registrada en el tercer trimestre, en España el PIB se quedó un 9,1% por debajo del nivel de 2019. El aumento de las infecciones desde el fin del verano y las cuarentenas en los viajes introducidas por otros países limitaron la recuperación del turismo. El número de turistas registrado en septiembre fue un 87% inferior a 2019 y las operaciones con tarjetas de crédito extranjeras cayeron un 65% en octubre. Mientras los indicadores de la actividad manufacturera siguen reactivándose, los servicios sufrieron un descenso más pronunciado por las nuevas restricciones.

Queda un largo recorrido...

El camino de la recuperación será extremadamente complicado y dependerá de la velocidad con la que se pueda descubrir y, sobre todo, producir y distribuir a gran escala una vacuna o un tratamiento efectivo.

¿Qué impacto puede tener que los países se recuperen a distinto ritmo?

Podría conllevar cambios duraderos en la economía mundial. Es probable que los países y regiones con sistemas eficaces de testeo, rastreo y aislamiento, donde la vacuna se implemente rápido, tengan un desempeño relativamente bueno, aunque la debilidad de la demanda mundial los frenará. Se proyecta que China, que comenzó a recuperarse antes, crecerá con fuerza, representando más de un tercio de la expansión mundial en 2021. Las economías de la OCDE crecerán al 3,3% en 2021, pero se recuperarán solo parcialmente de la profunda recesión de 2020. La contribución de Europa y América del Norte al crecimiento será menor que su peso en la economía mundial.

¿Y España?

Prevemos una recuperación gradual e incompleta. Ha habido una reactivación importante en el tercer trimestre de 2020, seguida de una contracción en el cuarto. Las restricciones localizadas adoptadas ante los brotes de covid-19 y las continuas alteraciones sufridas por el turismo lastrarán la recuperación hasta que una vacuna se despliegue ampliamente. Se prevé, que el PIB crezca un 5% en 2021 y un 4% en 2022. La incertidumbre y las adversas condiciones laborales incidirán negativamente en el consumo privado. A medida que la demanda externa se recomponga, las exportaciones contribuirán al crecimiento en 2021 y 2022. A finales de 2022, el PIB seguirá por debajo del nivel anterior a la crisis. No habrá recuperación rápida en ‘V’. ¿Qué aceleraría la reconstrucción? Todo depende de los acontecimientos. Existen riesgos a la baja, como unos efectos más persistentes sobre la solvencia de los hogares y las empresas, que restringirían la recuperación de la demanda interna más de lo esperado. Por el lado positivo, veo tres elementos: una recuperación del turismo más rápida de lo previsto; el crecimiento de los socios comerciales de España, y una rápida utilización del fondo europeo de recuperación que impulse la inversión pública. Esto ayudaría a una recuperación más sólida.

¿Sobre qué cimientos cree la OCDE que toca levantar la recuperación?

A corto plazo, las políticas de apoyo a afectados por las nuevas medidas de contención deben seguir. Al mismo tiempo, toca promover la capacitación en los trabajadores afectados por los programas de reducción temporal de empleo y así mejorar sus perspectivas para encontrar un nuevo puesto en sectores y empresas en expansión. Los servicios públicos de empleo deben reforzar el apoyo individualizado, con herramientas de creación de perfiles, para optimizar las competencias.

¿Y del lado de las empresas?

La crisis puede empujar a negocios viables a la quiebra. Hay que abordar las lagunas en los regímenes de insolvencia para acelerar las reestructuraciones extrajudiciales. También hay que reducir los obstáculos al crecimiento de la productividad. Es fundamental aplicar las reformas estructurales que abordan la fragmentación interna de los mercados de productos. Debería aumentarse la coordinación y evaluación de las políticas de innovación regionales y nacionales. Así, se mejorará la estructura de la actividad económica facilitando la digitalización y eliminando obstáculos al crecimiento empresarial. Por otro lado, las inversiones en energías renovables, eficiencia energética y transportes sostenibles permitirán avanzar en la transición verde y crear empleo.

La financiación de la OCDE corre sobre todo a cargo de los socios. ¿Cómo impactó la crisis en el presupuesto?

Acabo de vivir en primera persona la negociación de los presupuestos para 2021-22, que ha sido larga y complicada. La pandemia se ha dejado sentir, pero los 38 países acordaron un aumento anual del 0,7% frente a 2020. Es modesto, pero significativo del valor que el trabajo de la OCDE tiene para sus integrantes. Quedó patente en la Conferencia Ministerial que España presidió en 2020. Por primera vez en cuatro años se acordó una declaración que refleja la visión colectiva de una recuperación fuerte, resiliente, inclusiva y ecológica.

¿Se ha reforzado el multilateralismo?

La cooperación internacional se debilitó en los últimos años y se necesita más que nunca. Esta es la primera crisis global desde la Segunda Guerra Mundial. Las respuestas nacionales han sido masivas, pero con insuficiente cooperación. El proteccionismo no parece la respuesta: impide la distribución de bienes esenciales en todo el mundo y penaliza a las economías que dependen de participar en las cadenas de valor globales. Habría que organizar una producción y distribución amplia, rápida y generosa de vacunas y tratamientos eficaces para todos los países. También hay que atender al endeudamiento de las empresas. El mundo debe evitar que la crisis sanitaria y económica se convierta en financiera.

"Toca ser prudentes, aunque echaré de menos los abrazos"

En el plano más personal, ¿cómole ha afectado la pandemia?

Como a todos. He tenido amigos y compañeros enfermos que lo pasaron mal y, en algunos momentos,sentí angustia. Afortunadadamente,no he estado enferma y tuve la suerte de poder teletrabajar. Los medios técnicos ayudan a mantener el contacto con los seres queridos, aunque, no es lo mismo en absoluto. La pandemia me ha llevado a valorar aún más las cosas importantes de la vida ya aprender a vivir con niveles mucho mayores de incertidumbre.

¿Cómo celebra estas fechas?

Serán unas fiestas distintas para todos. Tengo la suerte de poder estar en Lugo con mis padres, pero tomando todas las precauciones. Las visitas a familiares, desplazamientosy reuniones con los amigos de siempre tendrán que esperar. Hay que ser muy prudente y no bajar la guardia. Toca un ejercicio de responsabilidad colectiva, porque con nuestras acciones tenemos impacto en la evolución sanitaria y económica del mundo. Echaré de menos las celebraciones, los abrazos, los momentos festivos, pero… este año no toca.

Desde su experiencia en París, ¿las restricciones son más o menos intensas que aquí?

En Francia, como en España, ha habido confinamientos, reconfinamientos, aperturas, toques de queda a distintas horas, restricciones a la movilidad y cierres de comercios no esenciales. Una de las diferencias es el uso de un sistema de certificaciones que nos permitían salir cada día una hora en el perímetro de un kilómetro. Recientemente, se amplió a tres horas en 20 kilómetros. Otra diferenciaes que allí las farmacias realizan algunos tipos de test.

¿Cómo ha sido trabajar en estostiempos con un equipo de 120 profesionales de diversos países?

A pesar de lo duro del confinamiento, la carga de trabajo adicional y las complicaciones del trabajo en remoto, he visto al equipo más unido que nunca y manteniendo la moral. Surgieron formas de ayuda espontánea entre compañeros que fueron muy emotivas. En la esfera técnica, avanzamos rápidamente en el despliegue de iniciativas de automatización y digitalización que emprendimos hace dos años. Vencimos obstáculos y reticencias que, en otras circunstancias, hubiese llevado más tiempo sortear.

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