Permuy: "El balonmano en Lugo irá hacia arriba"

El lucense es el máximo responsable arbitral de la Federación Española de Balonmano desde diciembre, tras 22 años de carrera en la élite del arbitraje mundial. En breve tiene previsto dar el salto a Europa
Pablo Permuy
photo_camera Pablo Permuy

TODA LA VIDA ligada a un deporte. Primero como jugador y entrenador, después como colegiado de élite durante 22 años, ahora como presidente del Comité de árbitros de la Federación Española —cargo que ostenta desde diciembre—, Pablo Permuy (Lugo, 1956) ha respirado balonmano desde que el Hermano Tomás lo iniciase en los Maristas en 1965, con apenas nueve años. El siguiente paso será formar parte del Comité Técnico de la Federación Europea. Este lucense conoce al dedillo el momento del balonmano provincial y es optimista sobre su futuro.

Hubo un momento en el que Lugo competía de tú a tú con Pontevedra como potencia del balonmano gallego, ¿Qué ha pasado para que haya tenido continuidad?
En el momento en que los Maristas dejaron el balonmano de lado Lugo lo notó. Ahora estamos atravesando el desierto.

¿Qué llevó a la crisis actual?
La hegemonía de un club, como en aquel momento eran los Maristas, fue retrayendo a otros, que se fueron hacia otros deportes como el fútbol sala. Poco a poco se fue perdiendo y cuando pierdes niños haciendo una actividad deportiva, los equipos de arriba se resienten, porque no hay savia nueva.

¿Es optimista sobre el futuro del balonmano lucense?
Es un momento complicado, pero se está trabajando de nuevo la base otra vez. Hay dos equipos en la ciudad, el Lucus y el Acaluba, que trabajan con los niños. Cada año aumenta el número de practicantes de balonmano. Esto es una cuestión de trabajo. Poco a poco las categorías irán hacia arriba y tendremos bastante más de lo que teníamos. Quiero ser optimista.

Atractivo
"Un deporte en el que prima la ley de la ventaja es muy atractivo para los árbitros. Se disfruta mucho"

Usted es un ejemplo de esa explosión del balonmano en Lugo, con 22 años de carrera como árbitro de Asobal, ¿Cómo empezó?
El juego fue lo que me enganchó. Yo estudiaba en los Maristas y cuando llegó el Hermano Tomás, que ahora es el presidente de honor del Ademar de León, empezó a introducir el balonmano. Empecé a los nueve años y me enganchó como jugador. Cuando jugaba empecé a hacer mis pinitos como entrenador, pero no fue un tema que me convenciera demasiado y comencé a arbitrar. Simultaneé jugar con arbitrar las categorías inferiores y a los 27 años, cuando dejé de jugar, me dediqué solo al arbitraje.

¿Qué hace a un jugador convertirse en árbitro?
Cuando entras lo haces para probar y te engancha por el tipo de deporte que es, con tanto contacto entre los jugadores. Un deporte en el que prima la ley de la ventaja es muy atractivo para los árbitros. Cuando estás en el campo no te enteras de lo que pasa fuera y se disfruta mucho.

Después de 22 años como colegiado, ¿con qué se queda?
Con la trayectoria global, sobre todo por la relación con la gente del balonmano después de arbitrar, ese es el mejor bagaje.

¿Le quedó alguna espina clavada?
Me hubiera gustado haber arbitrado en unos Juegos Olímpicos. Solo estuve en los Juegos de Barcelona como anotador. Arbitré en campeonatos de Europa y del mundo, pero me hubiera gustado estar en unos Juegos Olímpicos.

Juego
"Estás arbitrando y no te enteras. No sabes si estás señalando a favor del de casa o del de fuera"

¿Recuerda algún pabellón especialmente duro?
Lo peor que le puede pasar a un árbitro es un pabellón vacío, porque el nivel de concentración es mucho más difícil de alcanzar. Cuando sales a realizar el calentamiento en León o Valladolid, por ejemplo, ves el ambiente y te vas metiendo en el partido. Es una gozada cuando vas arbitrando y estás oyendo ese murmullo. Como árbitro nunca tuve el menor problema ni dentro ni fuera del terreno de juego. Donde más disfruté fue con los pabellones llenos.

¿El ambiente puede mediatizar la actuación de un colegiado?
En los inicios puede ser que el árbitro se pueda ver mediatizado en cierta medida por el público, pero cuando tienes cierta experiencia eso no influye para nada. Aciertas y te equivocas con independencia de quién es el de casa o el de fuera. Estás arbitrando y no te enteras, no sabes si estás señalando a favor del equipo de casa o el de fuera.

¿Hay conspiraciones contra clubes o es parte de la salsa del deporte?
Creo que todo eso es un poco de salsa. Los árbitros nos equivocamos y por mucho que trabajemos para evitar los errores nos seguiremos equivocando. Al final de una Liga cada equipo está donde debe estar con independencia de los arbitrajes. A Cristina (Fernández) y a mí nos decían que éramos pro Barça, pero es que estuvimos en una época de hegemonía del Barcelona de Valero Rivera. Yo arbitré cuatro finales de la Copa del Rey y el Barça jugó las cuatro y no ganó ninguna.

¿Cuál es la relación de los jugadores con los árbitros en la pista?
Hay protestas, pero son situaciones puntuales porque estamos todos a mil por hora. La relación es de un gran respeto mutuo. Es un deporte en el que el respeto está por encima de todo. Si los jugadores no se respetasen entre ellos habría muertos, entre comillas, por el contacto que existe en el terreno de juego. Donde notas de verdad ese respeto es el día que dejas de arbitrar, porque te das cuenta de la cantidad de amigos que tienes con los jugadores, los entrenadores, los directivos...

Futuro
"Al 80 o 90% de probabilidades es posible que en marzo me incorpore al comité técnico de la Federación Europea"


¿Cuál es el nivel del arbitraje español?
Tenemos a los mejores árbitros del mundo. La pareja formada por Ángel Sabroso y Óscar Raluy arbitró la final de los Juegos Olímpicos, había pitado la final del campeonato del Mundo y está reconocida como la mejor en este momento. Tenemos una segunda pareja que pitó la final del Mundial femenino. El único problema de esta segunda pareja es que tienen a otra por delante y de cada país solo va una a las grandes competiciones.

¿El paso a presidente de los comités gallego, primero, y español, después, fue un proceso natural?
El último año que estuve arbitrando me surgió la posibilidad de trabajar en el comité de árbitros de la federación española llevando todo el ámbito de formación. Fue un paso inmediato. Fue dejar de arbitrar en junio y en septiembre estar dando los cursos de pretemporada en todas las categorías. No noté el dejar de arbitrar. Me incorporé como delegado en la federación europea y, tras varias etapas y varios puestos en el comité de árbitros, me incorporé como presidente del comité de árbitros de la federación española.

¿Cuál es el siguiente reto?
El siguiente paso, con el 80 o 90% de posibilidades es que en marzo me incorpore también en el comité técnico de arbitraje de la Federación Europea y con esto sería el tope, no tengo otras miras dentro del balonmano.

¿En qué consiste su actual cargo?
El trabajo en Galicia o en España viene siendo el mismo. El nivel de las competiciones, de los árbitros y de la exigencia es más alto. Ya estuve en el comité de árbitros de la federación española haciendo las designaciones de la Liga Asobal, de División de Honor, Plata, de formación... Ahora es asumir la máxima responsabilidad. Seguiré llevando las designaciones de la Asobal y el resto es coordinar a un grupo de personas, relaciones con comités territoriales, clubes... Es ilusionante.

¿Es necesario un nuevo cambio de reglas del juego?
Estamos viviendo un cambio de reglas desde que se aplicaron en los Juegos de Río de Janeiro. A mí hay cambios que no me gustan porque pueden cambiar la esencia del juego. El hecho de poder jugar sin portero, cosa que hasta ahora no estaba permitida, está introduciendo muchas variantes y veremos cómo funcionan con el paso del tiempo. En este momento hay cosas que me parecen desvirtuar el juego. La evolución del juego la seguirá habiendo y es cuestión de habituarse.

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