"He visto mujeres poner raíles de tren y eso solo pasaba en Galicia con la emigración"

La periodista Pilar Cernuda debuta en la novela con 'Volveré a buscarte' una historia en la que rinde homenaje a los emigrantes gallegos

Foto Pilar Cernuda ©J. M. C
photo_camera Foto Pilar Cernuda ©J. M. C

UNA HISTORIA de emigración ambientada entre Galicia y Buenos Aires a través de varias generaciones es la propuesta de Pilar Cernuda en su debut como novelista. Siempre vinculada a la actualidad política, para este estreno la veterana periodista deseaba contar una historia que ella ha oído y vivido. Una narración con la que rinde homenaje a miles de gallegos que dejaron su tierra en busca de un sueño y un futuro.

Veintidós libros y su primera novela. ¿Por qué ahora? ¿Cómo surge esa necesidad?
No era una necesidad, era un reto que me había marcado a mí misma como hace cinco o seis años. Además quería que fuese una novela sobre Galicia, sus mujeres, la emigración. Creo que había mucho que contar. Y, bueno, es ficción, novela. Porque siempre que me presentan dicen: "Pilar Cernuda, escritora". Y yo digo: "No, soy periodista". No tiene nada que ver un libro periodístico, de actualidad política, como los que he escrito, con una novela. Ni en el lenguaje, ni tampoco en el hecho de que has de buscar un argumento, unos personajes. Y era un reto que tenía ahí. Y me costó bastante escribirlo. Sobre todo por la parte de la documentación. Me costó mucho la parte argentina. Conozco Argentina, pero no la Argentina de principios o mediados del siglo XX. Y la parte gallega, sin embargo, salió sola. Porque tengo aldea y conocía muy bien las historias de la emigración.

Es un libro de amor, de encuentros y de desencuentros. Es novela, novelón, como los novelones que nos llevamos de vacaciones

¿Fue entonces la labor de documentación la mayor dificultad de este reto?
Sí. Bueno, me ayudó mucha gente, desde el Centro Gallego de Buenos Aires, hasta amigos míos que tengo allí, que buscaron información de tipo legal. Pues cómo funcionaban los permisos de trabajo, el casarse, los bautizos, las viviendas. Descubrí que había un hotel para inmigrantes en Buenos Aires, un hotel inmenso. Y después Google. Hay que hacerle un homenaje a Google, que te ayuda a encontrar muchas cosas. Lo documenté mucho. Pero fundamentalmente lo que quería contar está ahí, que es una historia de emigrantes y de las mujeres, que muchas veces no se habla de ellas. 

Las viudas de vivos.
Bueno, efectivamente, es una definición de Rosalía de Castro, y yo he conocido a muchas. 

El libro, en definitiva, es un homenaje a ellos, a las dos partes, tanto a los hombres, que cruzaron el océano, como a las mujeres que se quedaron aquí, con la familia.
Sí. Y luego lo que yo intenté reflejar también fue la diferencia de las épocas en las emigraron. No tiene nada que ver cuando emigró Manuel en el año 1915 y cómo era aquel Buenos Aires que se construyó con brazos de emigrantes europeos, fundamentalmente, que como era luego el Buenos Aires de Antonio de los años 50, más sólido y más elaborado. Eso me sirvió mucho para diseñar los personajes. Después las convulsiones políticas, los sindicatos... intenté hacer historia también. Pero sobre todo es un libro de amor, de encuentros y de desencuentros. Es novela, novelón, como los novelones que nos llevamos de vacaciones. Hay historias cruzadas.

Sí, la de Antonio, que emigra en los 50 a Argentina y se encuentra con su abuelo Manuel, al que daba por muerto.
Eso es lo que he intentado contar. Eso lo he vivido yo mucho en Galicia, mujeres cuyos hombres nunca regresaron o no sabían en qué lugar del mundo estaban. Ahora es impensable. Pero en la Galicia del analfabetismo, sí. Porque incluso les pasaban cosas como que los desembarcaban en Canarias diciendo que era América. 

Había muchas mujeres que tenían hijos y sus maridos estaban fuera y había un clima de comprensión

Las comunicaciones eran muy difíciles. Había matrimonios que pasaban décadas sin verse. Algunos nunca regresaban. Ellos rehacían su vida. Y ellas también. Me sorprende el ambiente de tolerancia del que habla en Galicia en los años 50 respecto a ellas.
En España hasta no hace mucho ser hija de soltera, por ejemplo, era estar muy marcada. Sin embargo, en Galicia, para bien, y es algo que me hace sentir muy orgullosa, siempre hubo mucha comprensión hacia que las mujeres tuvieran su propia vida. Había muchas mujeres que tenían hijos y que sus maridos estaban fuera.

¿Cree que se ha comprendido el papel histórico de estos hombres y mujeres han desempeñado?
Yo lo he comprendido y por eso lo quería contar. Yo he vivido sabiendo perfectamente el papel que le ha tocado vivir a la mujer de Galicia. Y aún ahora. Las mujeres sacaban a sus hijos adelante y con un respeto enorme hacia la persona que esperaban. Eso lo he visto. Y he visto mujeres poniendo raíles de trenes y eso es algo que solo he visto en Galicia.

"He llorado al releer el libro porque hay momentos de gran ternura y gran tristeza"

Esta novela es ficción, excepto una historia que me gustaría que compartiese brevemente.
No, porque es parte de la trama.

Pero es muy bonita.
No, pero es parte del misterio. No, no te autorizo y si lo haces te perseguiré judicialmente (risas).

Volviendo a la historia de estos emigrantes, los que tuvieron más fortuna pusieron el acento en la educación, tanto la de sus hijos como la de sus pueblos, con la creación de escuelas.
Eso es muy sintomático del carácter nuestro, porque emigraban analfabetos totales en muchos casos y se daban cuenta de la carencia que significaba. Allí aprendían a leer y a escribir y luego cuando volvían su obsesión era que sus hijos tuvieran estudios. Yo cuento la historia de mi bisabuelo, que cuando volvió mandó a su hijo a estudiar en la escuela de peritos en Vigo y después a París, para que estudiara sobre el hormigón. Y mi abuelo, igual. Tenía obsesión con que todos nosotros fuéramos a la universidad. Y lo primero que hizo en su aldea fue un grupo escolar. Que todavía está. 

Le he oído que ha llegado a llorar escribiendo este libro.
Sí, sobre todo cuando lo releía para corregirlo. Sí, porque hay momentos de una enorme ternura pero también de una gran tristeza. Además, como buena gallega, soy muy llorona (risas).

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