Leila Guerriero, periodista

"Mis padres eran cazadores. Mi madre era muy buena tiradora. Ahora salgo menos a cazar"

Corre para escribir y caza para mantenerse en contacto con la naturaleza. Hace reportajes y crónicas.Imparte talleres sobre periodismo narrativo. Su escuela fue la poesía del Siglo de Oro.
 

Leila Guerriero. XESÚS PONTE
photo_camera Leila Guerriero. XESÚS PONTE

Leila Guerriero (Junín, provincia de Buenos Aires; 1967) visitó Lugo para hablar sobre periodismo narrativo y para respaldar el nacimiento de la revista Hechos Mínimos, que dirige María Valcárcel. Antes de comenzar la entrevista confiesa que le sorprende que la inviten a participar en un acto en Lugo. "Me llama la atención que me conozcan fuera de Buenos Aires. No creo ser una figura tan conocida. España está muy lejos del lugar en el que vivo y me produce asombro". Al momento, recapacita y se contesta: "Mi trabajo también se publica acá". 

Sus columnas en prensa española son muy leídas. Acostumbra a pensarlas mientras corre. ¿Ha salido esta mañana?
En este viaje a España no me traje el equipo de correr. Me traje las zapatillas a modo de ilusión. Las uso para caminar más cómoda. Este año hizo un invierno de viento y lluvia en Buenos Aires. Como vi que se postergaban las salidas me apunté a un gimnasio. Prefiero correr fuera. No tiene nada que ver. Si corro en una ciudad desconocida es una forma de conocerla. Si corro en Buenos Aires es un acto de libertad. Hay algo muy salvaje en ver correr a alguien. La gente va apurada, pero correr a contramano es más apurado. Vas concentrada en un acto físico. Es algo salvaje.

Explica en Frutos extraños. Crónicas reunidas 2001-2008) que si nacías en Junín y eras mujer "tenías que tomas una sola decisión: eras casta o puta".  Usted se mantuvo apartada del lado salvaje.
No sé qué tiene que ver una cosa con la otra.

Mi pregunta se refería a que ser casta reportaba a las mujeres un mayor respeto social que ser puta. Lo salvaje estaba cerca de lo reputado en su ciudad natal.
En mi caso lo salvaje estaba en otra clase de apreciación. Era una adolescente obediente de las normas sociales, pero muy buena alumna y obediente a mis padres. Me revelaba del mandato. Estaba en contacto con lo salvaje, con la naturaleza. Fuera de las grandes  ciudades hay cosas que para quienes en una ciudad son extrañas. Andar a caballo o salir a cazar estaban muy presentes en mi vida. Mis padres eran cazadores. Mi madre era muy buena tiradora. Mi hermano pequeño también es cazador. Al del medio también le gustaba de chico, pero ahora dice que parecemos salvajes. Yo lo respeto.

¿Todavía salen a cazar juntos?
Sí. Seguimos haciéndolo. Mi hermano el del medio no se une. Ahora salgo menos porque tengo poco tiempo.

¿Qué tiene la caza?
Disfruto del contacto con la naturaleza. No solo con la naturaleza de mi pueblo, con la cualquier sitio. Ahora soy más urbanita.

"Intento hacer las entrevistas en las casas y lo logro con el 90%"
Prefiere mantener la distancia con las personas sobre las que escribe más que seducirlas. ¿Por que busca esa distancia?
Trato de mantenerla, pero que no se relaje, que recuerde que soy periodista. Uso grabadora y la tengo a la vista.
¿Tiene un modelo de primera pregunta?
Empiezo con preguntas sencillas y dejo las confrontativas para el final. No tengo una fórmula. Con cada entrevistado tengo una disposición distinta.
¿Cómo afronta las entrevistas ahora que es famosa?
Hay mucha gente que no tiene ni idea de quien soy. Cuando trato temas sociales o  policiales no me conocen.
Dos compañeras mías que la admiran mucho prefirieron no entrevistarla.
No iba a ser natural. Voy por la vida con la conciencia de que no me conocen. Me presento, digo mi nombre, digo que soy periodista argentina.
La casa es el mejor lugar para conocer a un entrevistado.
Intento hacerlo en las casas y logro en el 90 % de los casos.
Hubo un artista argentino que se le resistió.
Fue culpa mía. No logré sacar lo de su discurso de artista plástico, que me interesa; pero no logré entrar en su marco personal. No tuve paciencia.
 

¿Ese contacto la devuelve a su infancia?
Cuando voy a Junín, sí.  Me gusta estar ahí, en esa prescindencia. Me gusta ir a una playa cualquiera porque no está repleta de un entorno material, puedes ir con una mochila, un pareo y un libro. La naturaleza es muy asombrosa, interesante y brutal. No tengo una relación cándida con la naturaleza. La naturaleza es brutal, pero me interesa, me dá curiosidad.

Además de cazadores, sus padres eran lectores. ¿Su profesión de periodista viene de ese ambiente?
Es muy difícil saber de dónde viene la profesión, decir que viene de ahí; pero sí es cierto que el estímulo familiar fue importante. Nos llevaban al teatro, nos llevaban de viaje, a escuchar música en vivo, nos contaban historias, hablábamos con la gente en los pueblos,.. Eso estimuló mi imaginación.

Le gustaba el ritmo de la poesía del Siglo de Oro español, aunque no siempre la entendiese.
La leí en los colegios de Secundaria de mi madre. Yo fui a una escuela pública como habían ido mis padres. En aquel momento, y sobre todo en la época de mis padres, la escuela pública era muy buena. Los manuales de literatura eran tesoros, antologías poéticas increíbles. Empecé a leer esa poesía porque mis padres comentaban en la cena poesías como las de Quevedo. Uno le preguntaba al otro cómo era aquello de "polvo eres...". Hablaban de versos sueltos en la cena. Esa poesía estaba en la biblioteca de casa porque guardaban los manuales. Empecé a leerla. No la entendía porque tenían una lógica enrevesada, pero leía como un niño al que pones una música hipnótica. Era adictivo. Las melodías pegadizas nos llenan cuando somos niños. También buscaba los poemas más chanchos, más cerdos; la poesía más soez. Me encantaba esa lírica barroca con una métrica tan exacta. Me producía curiosidad. Esas estrofas tan complicadas también eran un desafío, un reto.

Estudió Turismo.
No sabía que tenía que estudiar para vivir de escribir. Letras no era una carrera que me atrayese porque preparaba para ser crítico o profesor. Yo quería escribir, no leer a otros. Turismo daba un panorama muy amplio. Enseñaban etnología, folklore, historia del arte, inglés,portugués, geopolítica,... Estudiar Periodismo no era una opción. Cuando egresé, en 1984, recién comenzaba la carrera de Periodismo. En Periodismo me hubiesen cuadriculado los esquemas.

Muchas redacciones son lugares burocráticos, con  un horario estricto y trabajo por teléfono

No es partidaria de la enseñanza reglada del periodismo. Imparte talleres, pero no sirven.
Yo nunca tomé un taller, pero no he dicho que no sirvan. Si no tuviese fe en los talleres sería una canalla. Organizan la diferencia entre redactar y escribir.

¿Para qué le sirven los talleres de periodismo a sus alumnos?
No debería decirlo yo porque soy quien los imparte, pero hay gente que he tenido en mis talleres que se ha hecho periodista y gente que era periodista que ha cambiado su modo de escribir.

¿Hasta que punto cuenta el talento en ese cambio?
Martín Caparrós es muy talentoso y no creo que haya tomado un taller en su vida. Los talleres abren los ojos a la realidad, pero cada persona tiene sus motivos. Hay quien encuentra la forma de encauzar sus conocimientos. Es como encontrar un buen editor en una redacción. Es estimulante.

Defiende que el periodismo está fuera de las redacciones.
Yo estuve en redacciones de periódico hasta 1993. No sé si las redacciones son para quedarse para siempre. En este momento, muchas redacciones son lugares burocráticos, con un horario estricto y trabajo por teléfono. La realidad no se manifiesta de diez de la mañana a seis de la tarde. Tampoco creo que deban ser lugares míticos en el que el periodista envuelto en humo resuelve un crimen a las dos de la mañana. De las redacciones me gusta el entusiasmo y la solidaridad entre colegas, que uno le da datos para una nota a otro. Eso es lo bonito y yo creo que se está perdiendo algo. Yo no sería nada si no fuese por las redacciones y los editores que tuve.

"Es un rasgo de esta época pensar en  lo que no ocurrió"
La periodista argentina ha entrevistado a cientos de personas, pero nunca ha publicado una entrevista en la que apareciesen las preguntas y las respuesta. Escribe crónicas y perfiles.
No es partidaria de que los periodistas se especialicen.
Hay algunos roles necesarios. Yo no podría escribir de economía porque es algo que se me escapa. pero no me gusta que hay periodistas especializados en deporte o en economía, pero tienen que cultivar una fuente. No está definido.
De hecho, defiende que el periodista cambie de estilo cada cierto tiempo.
En líneas generales no hay que quedarse en la comodidad, no se debe reiterar el truco porque es aburrido para el lector. Depende de cada autor. Hay gente muy buena en su registro. También hay quien no tiene estilo porque no tiene su personalidad. El estilo se puede cambiar cambiando la estructura, la temática, el fraseo,.. Se pasan por distintas etapas. Hay etapas en las que escribes textos más barrocos y más sencillos, temas marginales y otros que no lo son, diferentes estructuras...
Concede mucha importancia a  la escena, al ambiente, al clima.
A veces queda fuera porque se cree que el lector no va a superar una escena para llegar a la información, pero es mejor que lea la escena porque sirve como contexto. Hay cierto conservadurismo en la estructura. Tom Wolfe decía que el periodismo narrativo se hace escena a escena.
Pero eso requiere textos largos, que no son recomendados para internet.
Bajó la concentración de los lectores, pero esos textos se siguen publicando. Diría que más que antes, que hay más sitios para publicarlos de los que había. Hay un público que busca el texto largo del periodismo narrativo. Sospecho que es el mismo que lee en  su living buenas historias de no ficción y de ficción, el lector que hace un esfuerzo por leer. Es un lector más esforzado porque le llaman los atractivos de internet. Es un rasgo de la época estar todo el tiempo pensando en lo que no ocurrió. Vivimos lanzados a la agenda. Eso se replica a no sentarse a leer un libro. 
¿Tenemos ansiedad lectora?
No lo sé. Un periodista me decía hace unos días que en Holanda y en Alemania hay un regreso a los libros de papel por parte de los más jóvenes y que tratan de concienciar a las generaciones anteriores de que deben estar menos tiempo conectados. No lo sé. La lógica indica cuánto más se puede aguantar así. Las librerías siguen ahí, abren en muchas ciudades pequeñas. No soy pesimista. La literatura infantil y juvenil salva a muchas editoriales de habla hispana. No conozco la situación de otras. Eso dice algo de que los niños y los jóvenes leen...
...y abandonan la lectura a los 18 años.
Me ha pasado con mis compañeras del colegio, a las que sus padres leían historias y que los únicos libros que han leído son los del colegio. Eso va a seguir siendo así.
 

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