Fernando Pardo: "La Malasaña de los 80 era barata, peligrosa y llena de ‘freaks"

Su personalísimo sonido conquistó a Deep Purple, que en 1994 escogió a Sex Museum como telonero de su gira en España. La banda que nació en la "peligrosa y excitante" Malasaña de los 80 regresa con un nuevo disco, el 14º de su carrera, y con el mismo estilo innegociable que lo llevó a ser una referencia nacional en la década de los 90. Este viernes está en el Clavicémbalo

Fernando Pardo, compositor y guitarrista de Sex Museum, se reconoce más como un activista musical que como un músico. Alma máter del mítico grupo, no cambiaría la vida de rockero por ninguna otra. 

Fernando Pardo (arriba, a la izquierda), con el resto de integrantes de Sex Museum. TÁBATA PARDO
Fernando Pardo (arriba, a la izquierda), con el resto de integrantes de Sex Museum. TÁBATA PARDO

Cuatro años de silencio discográfico para publicar Musseexum. ¿Qué han hecho en este tiempo? 
Pues sobre todo tocar y tocar, con Sex Museum o con los otros proyectos que tenemos: Los Coronas y Corizonas. Cada vez que sacamos un disco con uno de los grupos, bajamos un poco la actividad de los otros. 

Son treinta años con un estilo innegociable. ¿Cuál es el secreto? 
Hay que ser muy fiel a ciertos principios, de una manera que en muchas ocasiones roza una obcecación enfermiza. Lo complicado siempre ha sido tratar de convencer al resto de los miembros del grupo, porque están en la música para hacer música, no para tratar de cambiar las cosas por medio de la música. Reconozco que soy más activista musical que músico y eso crea muchas tensiones con otros miembros de las bandas con las que toco que son simplemente músicos. Lo mío es una cruzada musical que roza el sinsentido y mis compañeros acaban sufriéndolo. 

La vida en la carretera es de un nómada, pero no la cambio por ninguna otra. No soporto la rutina ni lo previsible

El grupo nació en Malasaña a mediados de los 80, un barrio madrileño que cambió mucho desde entonces. 
La Malasaña de los 80 era excitante, peligrosa, barata y llena de freaks con talentos de lo más variado. Era un barrio con mala fama en el puro centro de Madrid, con alquileres muy baratos y llena de bares muy activos en la cultura alternativa que cerraban muy, muy tarde. Eso juntó en el barrio a una fauna de lo más variada, con mucha gente de fuera de Madrid que se sentía como en casa: pintores, músicos, fotógrafos, aventureros, yonquis, artistas, enfermos mentales, actores, curiosos, amantes de la juerga… Todo muy inestable, pero excitante y emocionante; en parte por el peligro, que a su vez mantenía alejado todo lo convencional que inundaba el resto de Madrid. Según llegaron los 90 todo empezó a cambiar, llegó otra generación mucho menos activa y comprometida, que básicamente sirvió para empezar a domesticar al barrio y cuando a mediados de los dosmiles ya estaba domesticado, los inversores hicieron su trabajo y se quedaron con él, que ahora se ha llenado de franquicias y Airbnb. La vida es así, nosotros llegamos a un barrio salvaje para disfrutar de algo loco e incontrolable que en Madrid hacía tiempo que no existía y acabamos ayudando a gentrificarlo. 

Sex Museum surgió en torno a la escena mod de Madrid pero han evolucionado hacia un hard rock. ¿Había mucho de Manchester?
Sí. Al principio del grupo nos influenciaba mucho ese tipo de música, sobre todo la británica, derivada de la música garagera de los 60, el mod de los 70 y mucho post punk o punk de Manchester y Londres, desde los Buzzcocks a Magazine o los Stranglers. Pero lo que más nos marcó fue la vida en la carretera, los primeros conciertos por Europa en squaters o casas ocupadas que acabaron dando forma a nuestra visión de la música alternativa. Eso nos convirtió en lo que somos e hizo que nuestra música garagera mas sesentera se volviera en un garaje salvaje, híper vitaminado y con esteroides. Un hard rock muy garagero. 

En 1994 fueron elegidos por Deep Purple para actuar como teloneros en su gira española. ¿Cómo fue aquello? 
Fue algo curioso, porque nosotros básicamente éramos un grupo alternativo y ellos unos de los grandes del rock de los años 70. La experiencia fue muy buena y lo más anecdótico era que Joe Satriani, su guitarrista en esa gira, estaba totalmente aislado, en un camerino personal del que nunca salía más que para tocar; allí comía y se pasaba todo el rato tocando la guitarra, como un ermitaño. El resto del grupo se mezclaba con todo el mundo y te los podías encontrar por los pasillos con mucha facilidad, eran muy accesibles. Viajaban con sus familias y comían todos juntos en una mesa enorme con el resto del equipo; los técnicos, mánager, los que cargaban el equipo… Llevaban un rollo sorprendentemente cercano y familiar, unos tíos muy guays. 

Joe Satriani estaba aislado, en un camerino del que nunca salía más que para tocar; era un ermitaño

¿Cuál ha sido el concierto más memorable que han ofrecido? 
Así de pronto, el del Mad Cool de este año fue cojonudo. En una carrera tan larga como la nuestra hay montones de momentos memorables. Este año, por ejemplo, recibimos unos premios en Plasencia, premios Pop Eye, y sin llegar a tocar, me pareció algo realmente memorable, muy emocionante. 

La mítica revista Ruta66 se preguntó en su día si Sex Museum era el mejor grupo de rock español de los 90. ¿Lo fueron? 
No sé, la verdad. Entonces había montones y montones de buenas bandas, aunque agradezco un montón ese tipo de reconocimientos. 

Musseexum es su decimocuarto disco y se ha grabado en directo. ¿Por qué? 
Somos un grupo visceral y esa visceralidad se mantiene si cocinamos poco nuestra música. Los ingredientes son buenos, lo que hacemos es tratar de mantenerlos lo más crudos y naturales que nos resulte posible y grabando en directo nos resulta más fácil. A parte, grabar en directo en el estudio es un ahorro importante de tiempo y dinero. 

¿Es tan dura la vida de la carretera como la pintan? 
No es tan dura, lo tenemos bastante bien montado. Eso sí, es una vida de nómada, siempre en tránsito. Yo no cambio esta vida por ninguna otra, más que nada porque no soporto la rutina ni lo previsible. Cualquiera que vea que no encaja con una vida rutinaria, debería probar con un grupo de rock o una pequeña compañía de teatro. La edad no importa, siempre hay tiempo y el mundo está lleno de pequeños bares para tocar y gente cojonuda que conocer. Y es mucho más sano que un diazepam o un trankimazin.

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