Adiós a José Luis Cuerda, creador del ‘amanecismo’

Lo que más le gustaba a José Luis Cuerda eran "las cosquillas". Hacerlas, que se las hiciesen. Cualquier motivo era válido para reírse. Nunca dejó de hacerlo ni de trabajar para que lo hiciesen los demás con sus películas.
José Luis Cuerda, a la derecha, durante un acto en Lugo. SEBAS SENANDE
photo_camera José Luis Cuerda, a la derecha, durante un acto en Lugo. SEBAS SENANDE

José Luis Cuerda empezó su carrera cinematográfica con una comedia, Pares y nones (1982), y la cerró con otra,  Tiempo después (2018). No sentía entusiasmo por la realidad, por lo que decidió que el humor lo mantendría cuerdo. Disfrutó de su don para "hacer cosquillas en el cerebelo de los demás" hasta el martes, cuando murió a los 72 años en Madrid.

Hablaba mucho, sus conversariones se medían en horas. Cuando se refería a sí mismo, reconocía su dureza como director y un fondo "bonachón". El oficio paterno lo llevó de Albacete, donde había nacido en 1947, a Madrid.

Estudió Derecho. Tenía vocación de confitero, pero le pareció más prudente hacerse abogado penalista porque era hijo de un jugador de póker. "Ya nos lo decía mi padre: Habéis salido buenos porque os ha dado la gana". El padre era abstemio, lúcido; bueno en su oficio. Ganó un piso nuevo, llave en mano, en el Paseo de la Habana, a un constructor.

Cuerda dejó la carrera para trabajar en Televisión Española, donde aprendió las técnicas necesarias para "hacer cine, no eso que se hace ahora".

Me preguntó si había leído El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez. Le dije que sí, claro. La leí aquella tarde

Había levantado dos películas cuando lo llamó un productor. "Me preguntó si había leído El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez. Le dije que sí, claro. La leí aquella tarde. Como la novela está llena de postes de telégrafos que hablan, pensé que serían dibujos animados, pero le eché una ojeada al guion y vi que era abordable".

El filme le valió cinco premios Goya y el descubrimiento de Galicia. Cuerda apreciaba a las mujeres y el vino. Ganó una fortuna gracias a una mujer —la actriz Nicole Kidman— como productor de Los otros (2001), de Amenábar. Con el dinero montó una bodega en Leiro (Ourense). La instaló en un caserón del siglo XVI que compró a un abogado de Calvo Sotelo y que llamó Sanclodio.

Como director, su emblema es Amanece que no es poco (1989), una comedia que propone un delirio al espectador. El éxito de la cinta se mide en que generó un movimiento, el amacenismo. Agrupa a un ciento de devotos que celebran una reunión cada mayo desde hace hace diez años y están recogiendo firmas para que la RAE acepte ‘amanecista’.

Tras El bosque animado regresó laboralmente a Galicia para rodar La lengua de las mariposas (1999) y Todo es silencio (2012), basadas en textos de Manuel Rivas. Personalmente, volvía a menudo. "Me impresiona la costa gallega, pero me emociona su interior y, metido adentro, sus ríos, sus venas. Rodeado donde estoy por el pai Miño, el Avia, el Arenteiro... y sus afluentes y las fontiñas y los regatos que enredan esta tierra, no echo en falta mar alguno. Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar".

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