Maricarmen Rodríguez: "Mi alegría es que lo pude ver, mucha gente no sabe si enterró a su familiar"

Su marido falleció de covid el pasado abril
Maricarmen Rodríguez, viúda de un fallecido por covid. D.V.
photo_camera Maricarmen Rodríguez, viúda de un fallecido por covid. D.V.

Recordará el año 2020 no solo como el del coronavirus, sino como el que perdió a su marido, Jaime, un hombre muy conocido en Burela donde ejerció la profesión de sastre. "Mi única alegría, aunque sea triste, es que lo pude ver porque mucha gente no sabe con certeza si tiene enterrado a su familiar", asegura. "Me pongo en la piel de esas personas y me sublevo porque es muy triste esa incertidumbre". 

La historia de Maricarmen empieza hace casi un año, cuando el 19 de marzo de 2020 la llaman desde la residencia Betania de Viveiro, donde estaba ingresado su marido, para comunicarle que lo trasladaban al hospital. "Cuando lo vi salir de la ambulancia estaba muy mal", reconoce, "su respiración sonaba como si tuviera un trozo de madera en el pecho". Le diagnosticaron neumonía, pero al día siguiente ya se encontraba mejor e incluso los médicos le hablaron de darle en alta. "El 25 de marzo por la mañana, el internista me dijo que si seguía así al día siguiente lo mandaban a la residencia. Le di la comida y me fui a casa y cMaricarmen Rodríguez, viúda de un fallecido por covid. D.V.uando regresé por la tarde me dijeron que tenía coronavirus", relata Maricarmen, que explica que a partir de ahí ella tuvo que hacer la cuarentena y le realizaron una prueba en la que dio negativo. También recuerda que en la habitación de su marido había otra persona y que durante los primeros días nadie usaba la mascarilla.

Fue el 12 de abril, 24 días después del ingreso, cuando le comunicaron el fallecimiento. "Murió allí solo, como tantos otros", lamenta Maricarmen que reconoce que con 87 años su marido ya estaba muy delicado de salud: "La médica me dijo que el bicho lo tenía, pero también es cierto que fue la gota que colmó el vaso porque tenía muchas patologías". 

A pesar de esta experiencia negativa, a sus 77 años Maricarmen asegura que no quiere que el virus acabe con su vida. "Cumplo las normas, pero salgo a pasear y esta semana salí a tomar un café", dice, "también es cierto que para mí es más fácil estar en casa porque vivo en una vivienda con jardín y huerta y es una ventaja poder estar al aire libre en tu propiedad".

Con respecto a la evolución de la pandemia, mantiene la esperanza de que se vaya controlando con la llegada de las vacunas, pero subraya que "el virus sigue ahí; es un enemigo invisible". "A ver cómo responden las vacunas, porque son nuestra esperanza, aunque creo que aún tardará en controlarse todo esto", asegura.

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