Manuel Pérez Parada

Pérez Parada, paciente pionero de Pasteur

El sábado 28 es el Día Mundial contra la Rabia   

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ESTE SÁBADO, 28 de septiembre, se celebra el Día Mundial contra la Rabia porque en esta fecha de 1895 fallece Louis Pasteur, el hombre que desarrolla la primera vacuna contra la enfermedad.

Aun hoy se calcula que unas 60.000 personas mueren anualmente de rabia, y sólo Europa, Estados Unidos, Chile y Australia, están libres de ella. Antes de 1885, ser mordido por un perro rabioso supone una condena a muerte.

En ese contexto vive nuestro protagonista de hoy, Manuel Pérez Parada, natural de Monforte de Lemos y posible sargento de la Guardia civil, aunque ese dato no hemos podido confirmarlo.

Por toda Galicia circula ya la “Memoria original que sobre el sistema curativo de la Rabia descubierto por Mr. Pasteur...”, de su paisano, el médico monfortino Maximino Teijeiro Fernández, y las esperanzas de que Pasteur o Ferrán hayan encontrado una vacuna eficaz contra el virus son casi absolutas.
Maximino Teixeiro había sido comisionado por el Gobierno a París en mayo de  1886 para  estudiar lo que entonces se conoce como el  sistema curativo de la rabia  descubierto por Pasteur. 

En abril de 1888, Pérez Parada es mordido por un perro rabioso y dadas las noticias que se producen en ese campo, ya no es un condenado a muerte, pues parece que si se adoptan las medidas oportunas, hay muchas posibilidades de salvarle la vida. 

Conocido el caso, el 18 de abril la Diputación de Lugo, como también había hecho el ayuntamiento de Ferrol con otros, acuerda subvencionar con mil pesetas el traslado a París de Pérez Parada, con el fin de que sea sometido a la vacuna de Pasteur antes de que  aparezcan en él los síntomas de la rabia, pues entonces sí que no habrá vuelta atrás.

Tengamos en cuenta que la efectividad de la vacuna ha sido probada con éxito el 6 de julio de 1885 en el caso del niño Joseph Meister y que el Instituto Pasteur de París no va a ser inaugurado hasta ocho meses más tarde, el 14 de noviembre de ese año.

La Corporación Provincial lucense entra en contacto con la embajada española en la capital francesa y le informa que Pérez Parada viaja hacia allí. En los 18 meses siguientes, 2.500 personas se benefician del descubrimiento de Pasteur y salvo diez, todas sobreviven. Uno de ellos, el monfortino.

También en 1888 se da noticia de una monja de Vitoria que frisa los ochenta años y que ha comenzado a mostrar los síntomas de la rabia. Lo sorprendente del caso es que la monja había sido mordida por un perro en su niñez, setenta años antes, cuando lo normal es que los síntomas se presenten en los 300 primeros días.

Desde Francia también llega la adopción de unas medidas que a muchos españoles les parecen exageradas, o modernistas, o imposibles de llevar a cabo.
Dicen las autoridades sanitarias galas que todos los perros deben llevar colgada una medalla que certifique el pago de sus impuestos y su vacunación antirrábica. Llevar al perro con bozal o sujetarlo con una cuerda no basta, ni protege contra nada. El que no lleve medalla debe ser sacrificado.

Y para que nadie se tome la medida a broma, anuncian la muerte allí de más de 50.000 perros, porque sólo en los países donde se exigen con rigor estas medidas han visto disminuir los casos de hidrofobia.

Seguimos en 1888 y la prensa española no acaba de creerse la seriedad con la que hay que enfrentarse a la enfermedad, pues opina: “En breve   tendremos nosotros que llamar la atencíón de nuestras autoridades sobre este asunto”, como si fuese cosa de pensárselo.
    

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