José María Díaz Sanjurjo

Díaz Sanjurjo es San An de Búi Chu

Hoy se celebra su festividad, 162 aniversario de su ejecución en Nam-inh, el año 1857

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El Progreso 20/07/19
 

POCO PUEDEN SOSPECHAR los turistas españoles en Vietnam que detrás del Bùi Chu Saint An´s Orphanage _ Orfelinato de San An _, se esconde el homenaje a un lucense. En efecto, San An no es otro que San José María Díaz Sanjurjo, nacido en Vigo (Suegos/Pol, 1818) y canonizado por Juan Pablo II el año 1988. 

En el momento de su martirio, el padre Díaz era obispo de Platea y vicario de Tonkín Central, en la Cochinchina que hoy es Vietnam. Allí es conocido como An, o José An, en lengua anamita, y de esa forma el orfelinato de Bùi Chu por él fundado en 1852, lo recuerda con su nombre local. El santo dominico de Pol lo bautizó como Maison des Anges _ Casa de los Ángeles _, de modo que su título actual parece una abreviatura del original _ An / Anges _, pero en realidad es a él a quien alude. 

Ese año había bautizado a 28.355 personas, lo cual supone un grave problema para el poder del mandarinato, pues el total de conversos asciende entonces a 150.000.

Así, después de recomendar a los padres católicos que no envíen a sus hijos a la escuelas sínico-anamitas y cuando éstas quedan prácticamente desiertas, es capturado en marzo de 1856 y obligado, según el relato de testigos, a pisar la cruz. A lo cual se niega. Pese a que el gobernador le había prometido su apoyo, es conducido a la cárcel de Nam-inh para ser acusado por el mandarín Nguyentan “de las más graves penas prohibidas por nuestras leyes”. 

La sentencia ordena que se le corte la cabeza y se exponga en una pica. También se condena al alcalde a recibir cien bastonazos y destierro por haber permitido la expansión de los religiosos, y premia a sus captores con diversas cantidades de dinero. La ejecución tuvo lugar hace hoy 162 años, el 20 de julio de 1857 _ 29 de agosto, en otros relatos _, y es referida por Nicolás Ky, natural de Doungbien. 

Afirma Ky que es conducido al lugar de las Siete Yugadas, habitual para los ajusticiamientos. Va atado a una canga y la tropa camina al lado de un teniente general y un coronel montados en sendos elefantes. Se le arrodilla sobre el mantel de misar y el verdugo necesita tres machetazos para separar la cabeza del cuello, que fue insertada en una pica. El cuerpo es arrastrado a una barcaza, envuelto en sus ropas y atado a una cuerda. A los remeros se les prohíbe mirar hacia atrás para que no sepan el momento exacto en el que un oficial corta la cuerda y se hunde en el río, de manera que a nadie se le ocurra rescatar su cadáver y rendirle culto.

Su escultura en madera, obra del artista extremeño Fernando Mayoral _ de quien también son las tallas de Manuel Fraga en Vilalba y de Torrente Ballester en Salamanca _, se encuentra en la iglesia de Suegos. En algunas referencias se dice que su cabeza se veneró en el convento de Santo Domingo de Guzmán de Ocaña (Toledo), donde es recibida con solemnidad el 27 de septiembre de 1891, sin embargo en la actualidad allí afirman no tenerla.

En Ocaña había hecho el noviciado y recibido el hábito dominico después de realizar sus primeros estudios en el Seminario Conciliar lucense y en Santiago.

En 1844 parte de Cádiz hacia Manila presidiendo una misión. Reside en la capital filipina algunos años donde ejerce una cátedra de Humanidades como buen latinista que era, y luego solicita ser nombrado misionero del Tonkin. 

El 8 de abril de 1849 es consagrado obispo de Platea, y el 26 de agosto de 1852, elegido vicario apostólico del Tonkin.  
     
 

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