A Fonsagrada se convirtió en una isla en plena montaña en su intento de escapar del contagio del coronavirus. Apenas entran no residentes en el municipio, con la salvedad del personal sanitario que trabaja en el centro de salud y vive en Lugo. La complicada orografía del ayuntamiento, el más grande de Galicia, y el envejecimiento poblacional obligan a un esfuerzo especial.
Así lo entiende Carlos López, que estos días ejerce de alcalde para todo y lleva alimentos y medicinas a vecinos con discapacidad o de avanzada edad de los núcleos rurales. "Asumín este labor pola obriga de axudar e para non arriscar o persoal municipal", explica el regidor socialista.
En el Ayuntamiento se turnan tres funcionarios de guardia cada día para minimizar el peligro de contagio. Solo hay una excepción, la del personal del Servicio de Axuda a Domicilio. "Son en total 50 empregados que atenden preto de 200 persoas que precisan desa axuda diaria", indica López.
"A xente está moi concienciada e sae o imprescindible á rúa para facer recados", asegura el alcalde
El regidor fonsagradino desarrolla este reparto a domicilio en solitario porque "a actividade municipal está restrinxida e non hai un excesivo número de pedidos". Este viernes llevó comida y medicinas a dos viviendas en un vehículo municipal. Para este sábado se recibió inicialmente una solicitud en el Concello. "Trátase de xente que non ten os fillos vivindo aquí e, aínda no caso de que poidesen desprazarse, é mellor que non o fagan ao tratarse dun grupo de risco", manifiesta Carlos López.
Los residentes en las aldeas están abastecidos "e mesmo teñen hortalizas e carne nas despensas", señala el alcalde de A Fonsagrada, un término municipal con 29 parroquias. De ahí que los encargos sean de productos básicos e, higiénicos y, sobre todo, de medicinas.
El comportamiento del vecindario en esta crisis es ejemplar. "A xente está moi concienciada e sae o imprescindible á rúa para facer recados", precisa el alcalde. Como en otros lugares, los supermercados, las farmacias y las panaderías son los establecimientos más concurridos, al igual que los negocios de venta de piensos.
La afluencia de visitantes del entorno a la capitalidad disminuyó muchos. Solo se ve movimiento por las mañanas, con más coches que peatones. La Guardia Civil tuvo que advertir a dos ganaderos por viajar juntos en el camión.
Uno de los sectores más afectados por los cierres es el de los albergues y pensiones. "O problema non é que xa non pasen peregrinos, senón a anulación das reservas para os meses de xuño e xullo", afirma Bernardo Niño, del albergue pensión Cantábrico. Los peregrinos suponen el 90% de los visitantes del municipio.
El problema no radica solo en el cierre, sino la inseguridad que rodea a los autónomos para afrontar los gastos que le esperan a finales de mes.