La vida tras diez meses sin patata

La prohibición decretada el pasado mes de marzo de plantar tubérculo en todo el norte lucense deja tras de sí un rosario de damnificados, que vieron como su economía se resentía gravemente al restarle los beneficios obtenidos de estas plantaciones

Plantación de patatas, con una trampa para la polilla. AEP
photo_camera Plantación de patatas, con una trampa para la polilla. AEP

LA PROHIBICIÓN de plantar patata durante un periodo mínimo de dos años y hasta que no se declare oficialmente la erradicación de la plaga de la polilla guatemalteca (tecia solanivora), interpuesta por la Consellería de Medio Rural en una resolución del pasado mes de marzo, dejó una negativa factura dificil de superar en productores, vendedores y almacenistas principalmente, aunque también las familias notaron la falta de un producto de autoconsumo muy demandado.

A pesar de que la plaga ya se había detectado en Galicia en 2015, no fue hasta principios de este año cuando se desató la alarma al incrementarse el número de municipios afectados. Finalmente quedó decretada la prohibición de plantar en 31 del norte de Lugo y A Coruña y se establecieron como zona tampón otros 16 en ambas provincias. El miedo a la extensión de la plaga por toda la comunidad y que esta llegara a afectar a las zonas grandes productoras, llevó a la Xunta a actuar a principios de año con premura, lo que llevó a tener que destruir patatas –tanto las que aún se conservaban de la cosecha anterior como las que se habían comprado para plantar– y a levantar plantaciones ya hechas. Unas obligaciones que cogieron con el pie cambiado a los productores, tanto profesionales como pequeños agricultores, y que casi un año después vuelven a encontrarse con las mismas dudas.

Algunas empresas optaron por aumentar la superficie dedicada a otros cultivos y alguna trasladó la plantación a la provincia 

PRODUCTORES. El riotortense Javier Miranda y el mindoniense Xulio Rodríguez son dos productores profesionales de la comarca de A Mariña que afrontaron la crisis desatada a principios de año de diferente manera, pero que ahora se encuentran en un punto muy parecido: sin información oficial y sin saber la manera exacta de como organizar la siguiente campaña, que ya están planificando.

Miranda tiene en la patata su principal fuente de ingresos y la campaña pasada vivió una odisea para poder plantar el tubérculo y cumplir así con sus clientes. Finalmente acabó alquilando fincas en el municipio de Sobrado dos Monxes, una opción que este año descarta porque está demasiado lejos para llevar un control de las plantaciones. "O único que fixen foi manter os clientes, que realmente era o meu obxectivo, porque economicamente non me supuxo ningún beneficio plantar", reconoce y añade que no quiere dejar el cultivo "porque apostei por él e fixen moita inversión, pero realmente a estas alturas aínda non sei que vou facer".

Miranda lamenta que la Xunta no sea clara y que no les ofrezca ningún tipo de información, una queja que comparte Xulio Rodríguez. Ambos creen que el Gobierno gallego ve la zona afectada como un territorio donde la mayor parte de los cultivos de patata son de autoconsumo y no piensa en productores como ellos que pierden facturación al no poder plantar patatas. Hay ayudas, sí, dicen, pero no son suficientes.

En el caso de Rodríguez la facturación de patata suponía entre un 20 y un 25% en su empresa, "e nunha pequena empresa esta cantidade afecta moito". "Nós xa tiñamos un mercado consolidado cunha pataca de calidade e agora teremos que empezar de cero, porque ese cliente xa colle a pataca noutro lado", lamenta. En su caso, la campaña pasada optó por aumentar los cultivos de verdura, como repollo o lechuga y poner cereal en las fincas donde iría la patata. "Agora xa estamos planificando a seguinte campaña e sobre a pataca non sabemos nada", asegura, "a Xunta deberíanos ter en conta e tomar as decisións máis consensuadas co sector, porque somos os primeiros interesados en acabar con esta plaga".

Los almacenistas no dejan solo de ingresar el dinero de la semilla sino la de abonos, sulfatos o artículos necesarios para plantar

Tampoco está siendo una época fácil para los almacenistas, que con la prohibición de plantar patatas redujeron a la mitad su facturación. "A pérdida da ganancia na semente vouna superar", reconoce Ramón Cruz, de Agricentro Viveiro, que llegó a vender 40 toneladas de tubérculo para sembrar, "pero non era só a venda da semente, senón que conlevaba máis cousas coma sulfatos, abonos, capazos, ferramentas, guantes, botas. Todo iso vai sumando e ao final deixas de facturar".

Cruz subraya que las plantaciones de patata "eran unha riqueza", porque quien más o quien menos sembraba alguna finca y critica la falta de información por parte de las administraciones sobre como será la próxima campaña. "Aos almecenistas deberían dicirnos algo, porque moita xente entra preguntando si se pode ou non plantar e non sabes que dicirlles", subraya,

VENDEDORES. Los vendedores al por menor son otros de los perjudicados por la situación. Un ejemplo son los que van con asiduidad a los mercados del entorno de Ribadeo. Allí explican que las pérdidas que pudieron asumir en este tiempo pueden ser de unos 200 euros mensuales de venta directa, pero explican que los problemas mayores llegaron arrastrados a raíz de esa situación, ya que incluyó un descenso añadido en las ventas del resto de productos.

Ana Isabel Díaz, por ejemplo, explica que "o baixón no mercado foi moi importante" y subraya que "a xente vén, pero xa non che leva patacas porque aquí no mercado a gracia é vender ao kilo, e agora é algo que non podemos facer". Dice que ahora tienen que vender lo mismo que se puede encontrar en los supermercados o en grandes superficies, y que no pueden competir con ellas a nivel de precio. Además, añade que "tanto as miñas compañeiras coma min tíñamos coidado en ofrecer un bo producto, que as patacas fosen boas. Agora chegan manchadas, ou verdes, machacadas.... A calidade é moi mala". "A xente que viña mercar patacas non se iba só con iso, levaba uns poucos kilos e logo comprábanche uns ovos, unhas mazás, outras cousas. Eso non se está tendo en conta na Administración para nada, pero a nós implicounos unha baixada da facturación moi importante nun ano no que estamos sufrindo moito", añade.

La prohibición de vender al kilo en los mercados conlleva menos clientes, que además dejan de comprar otros productos

Esta vendedora cuenta que sí es cierto que hay controles "e de cando en vez veñen os do Seprona a mirar que esteas vendendo as cousas correctamente".

Una de sus compañeras en el mercado ribadense, Susana Álvarez, coincide en que "esto foi un problemón". En su caso concreto recuerda que tenía 1.500 kilos de patatas listas para vender y sanas, por lo que dice no comprender una medida tan extrema como la de destruirlas, ya que apunta que al igual que les sucedía a ella le sucedía a casi todos los productores. Además, dice que "pese a eso e a toda a publicidade que se fixo, o certo é que aínda non cobrei todo o que me correspondía". Califica las indemnizaciones de "escasas" y añade que los trámites administrativos para acceder al dinero están muy enmarañados.

A la hora de analizar la situación en el mercado coincide con su compañera. "No mercado esto matounos. Xa non podemos 'quilear' e a maioría da xente venche comprar o quilo e agora xa non podemos vender así". En cuanto a las inspecciones, también notó las del Seprona, "miran que teñas todo en regra, ou sexa, basicamente que vendas envasado e etiquetado. Se che rompe a rede tes que tirar as patacas, non podes vendelas baixo ningún concepto".

Con respecto a la prohibición de hacer plantaciones, tanto a ella como a sus compañeras que producen a nivel particular les gustaría saber cuánto tiempo durará "porque en Asturias xa se fala de 2019, pero aquí non se sabe nada, e en Canarias levan vinte anos. Así que nos gustaría saber algo". "Moitos produtores non acabamos de entender esta prohibición", dice y cree que la afección de la polilla no era para tanto. "Non digo que non houbera polilla nalgunhas zonas, que a houbo, pero aquí que eu saiba saían as patacas sen ningún tipo de problema".

Esta vendedora también habla del tema de las trampas para capturar ejemplares de polilla "que tampouco está ben pensadas, xa que resulta que nelas colles as vespas velutinas que queiras, agora polilla, nin a primeira. Non sei como fixeron, pero resultaron ser efectivas para as vespas, non para a couza".

La captura de ejemplares bajó un 65%
Los últimos datos aportados por la Consellería de Medio Rural son de principios del pasado mes de octubre cuando se reunió la comisión técnica creada para hacer un seguimiento de la polilla guatemalteca de la patata, ya que las últimas cifras no fueron facilitadas. En ese momento, la Xunta constataba una reducción de más del 65% en el número de ejemplares capturados, pasando de los 12.785 del año pasado hasta los 4.465 de este.

1.027 dispositivos
Este es el número de trampas para cazar polillas que hay instaladas en toda Galicia, tanto dentro como fuera de las zonas demarcadas como afectadas por la plaga.

365 toneladas
Esta es la cifra de patatas que fueron recogidas para su destrucción. Del total, alrededor de 315 se corresponden con explotaciones particulares y las 50 restantes a almacenes.

Indemnizaciones
La comisión técnica de principios de octubre también hizo una evaluación de las indemnizaciones. En ese momento se habían recibido 1.376 solicitudes y habían sido abonados algo más de 90.000 euros. Al terminar el proceso de indemnización, la Xunta tiene previsto entregar 200.000 euros. En total fueron 667 personas las que ya recibieron o están a punto de recibir el pago que les corresponde.

Control
Otro de los puntos del control de la plaga está en los controles que hace del movimiento de tubérculos la Policía Autonómica y la Guardia Civil. En lo que va de año se hicieron unos cien controles.

Colaboración
La Xunta también estableció una vía de estrecha colaboración con Asturias, donde son trece los municipios afectados por la plaga. Así, en una reunión entre la directora xeral de Gandería, Agricultura e Industrias Alimentarias, Belén do Campo, y su homólogo asturiano, Jesús Casas, se acordó intensificar el trampeo y reforzar la vigilancia en Ribadeo, Trabada, Vegadeo, Castropol, San Tirso y Taramundi.

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