Renovación y desescalada a un tiempo en Burela

Los usuarios de calles como Rosalía de Castro recuperan sus rutinas de ocio con ganas de reencuentro y el entorno en reformas
Amigos en la terraza cubierta del hotel Sargo. EP
photo_camera Amigos en la terraza cubierta del hotel Sargo. EP

En pareja, en tranquila soledad o entre amigos, calles céntricas como Rosalía de Castro, en Burela, recuperan en esta semana el ocio perdido con la falta de varios locales de hostelería. Vuelven a estar abiertos, con limitación de aforo y sin posibilidad de arrimarse a la barra, locales como el Bella Galicia, la cafetería del Bahía o el hotel y el restaurante Sargo, en ambas aceras.

Para muchos son parte de sus momentos de ocio en torno al café o al echar la quiniela. Con su habitual sonrisa, disimulada por la mascarilla, el profesor jubilado Carlos Peinó recuperó la caña en el Bella Galicia: "Os primeiros días da corentena na casa custáronme bastante". 

Ángeles sirviendo a Divina y Plácido. EPEn la esquina de este bar, Divina y Plácido también volvieron a disfrutar de un café y un tinto, respectivamente. Poco han podido moverse en este tiempo y tras el maratón de videollamadas con hijas y nieto, todavía tienen pendiente la visita de una de ellas, residente en Sada y que no puede moverse debido a la limitación interprovincial.

"A maior traballa en Correos en Ferreira e estivemos tamén semanas sen vela", dice Divina. "Agora estamos pendentes dun neto na Coruña —dice la abuela—, que ten a voda para setembro, con 150 invitados, e a ver que vai ser". En este tiempo, a Plácido lo han parado varias veces los agentes policiales de camino a Cangas y ha tenido que enseñar su justificante, un permiso para poder alimentar a sus perros en la vecina parroquia focense. Poco a poco, parece que su vida vuelve a la normalidad burelesa. 

También lo será para los propietarios del Bella Galicia, de nuevo tras la barra, repartiendo cafés y sellando la Bonoloto, ya que es un lugar clave para este y otros juegos de azar. "Estivemos na casa —dice Ángeles—, como todo o mundo, esperando poder abrir". Mientras disfruta de nuevo de la prensa en el bar, con gorra y mascarilla puestas, Jesús Manuel Míguez reflexiona: "Nós esta vida ímola levando así pero vendo como se pelean outros polas poltronas, debe ser certo que dan moito; a ver como sae todo isto". 

Ya no está en obras la calle Rosalía, que presenta un aspecto peatonalizado, aunque todavía hay deficiencias. Algunas de las que señalan los transeúntes son los peligros de caída a causa de los topes de aparcamiento. "A xente sae dos doces, tropeza e cae coa bandexa", dicen. En comercios y bares reclaman la retirada de las vallas puesto que los vehículos de reparto deben quitarlas para pasar o poder aparcar con seguridad. 

En el vecino hotel Sargo, Manolo y Jennifer atienden a clientes que habían estado distanciados. "A xente vén bastante concienciada e no hotel volven vir viaxantes habituais e outros comerciantes e para xullo e agosto temos máis reservas que cancelacións, españois e algún alemán polo medio", explica Jennifer.

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