Nadie combate las velutinas asentadas en un edificio del centro de Burela

Un vecino alertó hace un año de un nido en Rosalía de Castro que ahora vuelve a estar activo

El afectado señala hacia la zona del edificio donde está el nido de velutrina. JOSÉ Mª ÁLVAREZ
photo_camera El afectado señala hacia la zona del edificio donde está el nido de velutrina. JOSÉ Mª ÁLVAREZ

Tras un año sin respuesta a su petición de retirada de un nido de velutinas, Fernando Varela vuelve a ver a las avispas instaladas en lo alto de un edificio, frente a su casa. Sus llamadas al 112, que ha vuelto a repetir, tenían un motivo más allá del civismo: su esposa es alérgica al veneno de estos insectos.

Varela, un lucense que ahora vive en el centro de Burela, en un piso de la calle Rosalía de Castro, ya tuvo un encontronazo con ellas en 2017. "Una entró en la cocina y tuve que reducirla a raquetazos con uno de esos útiles para matar moscas; se volvía a mí", recuerda. Comprobó entonces que se trataba de la especie velutina y que "al aplastarle el abdomen salía un aguijón parecido al de los aplicadores de pinchar la insulina".

Tras pedir la retirada del nido ahora vuelve a ver avispas con el buen tiempo. Las supone instaladas en la cámara del edificio. "Ya te llamaremos, me dijeron entonces, pero seguimos igual y temo abrir la ventana y que se cuelen en mi casa", indica. Tampoco en el Concello le dieron solución, al considerar que el asunto debe tramitarse particularmente a través del 112. "¿Tampoco ellos son quién para llamar?, ¿por qué no nos hacen caso?", se pregunta con inquietud, sospechando que el problema debe afectar también a los vecinos de Pardo Bazán, pues muchos edificios tienen traseras a la zona donde está el nido.

Lamenta que no se hubiera actuado a tiempo en este caso pues entiende que, de haber tapado el orificio del ladrillo por donde entran, hubieran muerto todas en el 2017

Como contraste pone de ejemplo lo que ocurre en Compostela, donde también se detectaron avisperos que sí fueron retirados. "Será que allí molestan a los peregrinos", ironiza Varela, lamentando que no se hubiera actuado a tiempo en este caso pues entiende que, de haber tapado el orificio del ladrillo por donde entran, hubieran muerto todas en el 2017.

Considera que estos casos en los cascos urbanos deberían tener preferencia, "ya que no estamos hablando de un nido sobre un árbol en mitad del monte". Curiosamente, en la ferretería que ocupa los bajos del edificio donde vive se ofrecen trampas para combatir una plaga que no parece tener freno ni solución satisfactoria.

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