Análisis | Un lugar mariñano para los negocios

Empresa, trabajadores y gobiernos deben buscar el punto de encuentro a pesar de que el momento económico se complica mucho
Infora

AMENAZA de cierres tras meses de encierro, mal paso dado ayer que refuerza el convencimiento de que Alcoa hace tiempo que plantea irse. A los 40 años dan por amortizados grandes centros de trabajo como Alúmina-Aluminio y Nissan. Sin embargo, perder mil empleos sería incluso peor debacle en Lugo que los miles de bajas en Barcelona. El desmantelamiento de Alcoa no solo cerraría una, dos o las cuatro fábricas del noroeste; los mariñanos nos jugamos el futuro de miles de familias, el hospital, varios institutos, una autovía que no llega y esa cadena económica en los que también están desde transportistas de Sarria u Outeiro de Rei a médicos lucenses, abogados o servicios profesionales e industriales repartidos por la geografía gallega y asturiana.

La industria del aluminio está atrapada en una maraña de normativas europeas e intereses corporativos eléctricos que tienen bien cogidos a muchos por el Ibex y sus puertas giratorias. Y si antes de la hecatombe del Covid-19 los gobiernos fueron incapaces de dotar de apoyos al sector electrointensivo, peor disposición hay ahora al faltar incluso liquidez para atender el pago de los Erte.

Una vez en marcha la maquinaria de consultas más o menos formales con trabajadores entre el estado de alerta y el vacacional, habrá semanas de cartas boca arriba. Se enseñó la fábrica a postores, se presionó por el estatuto y sería bueno saber si Alcoa quiere de verdad quedarse o seguirá transmitiendo que A Mariña ya no es buen lugar para los negocios.

La empresa ve incontestable que España no puede competir con los millones de toneladas de aluminio primario cocidos en China y Arabia Saudita (ver imagen adjunta del sector) quemando sin rubor carbón o petróleo para tener electricidad barata. La eficiencia energética de sus plantas también es mayor pues se estima que las europeas precisan unos 15.474 kilovarios/ hora para una tonelada de metal mientras China la saca con 13.531 kw/h. El precio eléctrico bajó por el parón pandémico aquí y para los competidores europeos y Alcoa puede esgrimir que el metal se cotiza bajo y el escenario hasta 2022 es pésimo: con las complicaciones del turismo, pocos aviones se van a construir, la automoción va mal, los restaurantes apenas consumen envases y la construcción se desploma. ¿Quién levanta un moderno hotel de aluminio? Y somos ese pequeño punto en el mapa mundial de la multinacional, un rincón donde suenan campanas de nacionalización, ese raro regreso a la Sepi que también escuché hace más de un año.

Sin embargo, somos una sociedad fiable, sana, estable, trabajadora, socio gallego y leal. Por eso hay que seguir buscando soluciones en un punto de encuentro.

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