Escritora después de los setenta y pico

Ana Mille escribió con 74 años un libro con una recopilación de relatos que lleva tiempo escribiendo desde O Vilarao, en O Valadouro
Ana Mille enseña su libro. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Ana Mille enseña su libro. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Ana Mille Galán cumplió 74 años en abril y la vida le tenía deparado uno de sus mejores regalos: ver plasmado en un libro la recopilación de relatos que lleva unos años escribiendo desde su "querido O Vilarao", en O Valadouro. Unos Escritos del corazón para los de ahí fuera, como ha decidido titularlo, en los que Ana habla de la vida cotidiana, de sus gustos, de sus miedos, de las presencias y las ausencias con los que ha conseguido llegar a mucha gente, además de aliviar algo su mala salud de hierro. Y es que hay regalos que son una grata sorpresa.

"El primer escrito, más en serio, fue de cuando nació mi nieta y yo creo que fue un poco eso, ser abuela, la jubilación, mis enfermedades…", cuenta Ana, en la misma cocina de su casa en la que siempre escribe, reflexiones en voz alta que se han convertido en una necesidad. "Escribo para plasmar mis sentimientos y por eso lo hago de cosas de todos los días: de la casa, las vacaciones, la cama, las fiestas, la soledad, el amor, la muerte…. No creo que fuera capaz de escribir una novela con personajes", asevera, pero ya en la pantalla de su ordenador está el primer relato con el que se anima a participar en un concurso.

Escribir se ha convertido en una terapia y nunca mejor dicho en el caso de una sanitaria por vocación y enferma por obligación, que se conoce todos los recovecos de los hospitales, hasta el punto de distinguir el sonido de los diversos carritos, como explica en uno de sus textos. Una enferma a la que su corazón le ha dado muchas prórrogas, lo que le ha permitido volver a reír, a llorar, a abrazar, a cuidar de sus plantas y a escribir para alegría de muchos más de los nunca pudo imaginarse.

"Todas esas crónicas hospitalarias que cuento las escribí para no hundirme, porque ya no tenía que estar viva", dice serena y con esa sonrisa burlona de haber esquivado varias veces lo peor. "Contarlo es una catarsis y poder encauzar hacia algo bueno lo malo que te pasa en la vida es una liberación", reflexiona Ana Mille. "Hablar de ello me ha venido muy bien por mis circunstancias, porque me divorcié después de treinta años y me dolió jubilarme, porque me encantaba mi trabajo y estaba muy a gusto, porque me entusiasma mi profesión", afirma la escritora que antes fue enfermera. "Me han llegado muchos correos y hay gente que me ha parado por la calle para comentarme y me emociona que me estén leyendo. Esas cosas son nuevas para mí, es como vivir otra vida de manera diferente", dice mientras acaricia el libro, que descansa en la estantería de su casa con el lomo bien visible.

Dos de esos ejemplares están reservados para sendas personas muy especiales, sus nietos. A la mayor, de siete años, de la que habla mucho en el libro, a la que siempre se refiere como española/ islandesa/gallega/vikinga y cuyo nacimiento fue tan intenso en su vida que fue la que despertó esas ganas de contar ese "amor de abuela" que solo las que lo son pueden entender.

Una relación especial que espera repetir con el pequeño, nacido en febrero y al que aún no ha podido conocer ante la imposibilidad de desplazarse a Islandia, aunque casi lo vio nacer gracias a esas redes sociales de las que renegaba en un principio y que luego fueron su altavoz para publicar sus escritos "y fue la gente la que me animó a recopilarlos", cuenta sobre un proceso de autoedición que le ha dado más de un dolor de cabeza, porque "me ha costado acostumbrarme a ese mundo digital", asegura, sentada a la misma mesa en la que descansa su libreta de rayas en la que escribe, siempre a lápiz antes de pasarlo al ordenador.

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