El detenido en Viveiro abastecía de cocaína a A Mariña y Asturias

La Guardia Civil hizo balance de la operación que desarticuló uno de los grupos más activos de O Salnés, que ocultaba 220 kilos de cocaína ► La droga estaba escondida en un zulo bajo tierra, dentro de un galpón en Vilagarcía de Arousa donde dormían los caballos del líder de la banda
Material intervenido. GUARDIA CIVIL
photo_camera Material intervenido. GUARDIA CIVIL

La Guardia Civil hizo balance de la operación desarrollada el pasado miércoles en las provincias de Pontevedra y Lugo, que desembocó en la incautación de 220 kilogramos de cocaína. El operativo policial, denominado Carplaya, supuso la detención de diez personas, muchas de ellas vinculadas familiarmente y relacionadas con el tráfico de drogas desde hace años.

Fuentes de la investigación señalaron que el arrestado en Viveiro, L.J.F., de unos 48 años, distribuía cocaína en toda A Mariña y Asturias, llegando alguna vez al País Vasco. Al parecer, el vivariense era uno de los últimos eslabones de la red, encargado de llevar los paquetes con la droga a distribuidores, y que él se quedaría con parte de la cocaína como pago, que a su vez también vendía. L.J.F. tenía en su poder un kilo de cocaína y tres de hachís, estos últimos probablemente fruto del intercambio con otras redes dedicadas al cannabis, algo habitual también en los últimos tiempos.

La droga apareció en un piso de A Xunqueira y también fue registrada una casa de Galdo. Los dos coches en los que se movía estaban a nombre de integrantes de la red arousana.

Cada vez que entra un alijo por las costas de las Rías Baixas (una circunstancia recurrente en los últimos meses, no hay más que recordar el narcosubmarino vacío), las organizaciones gallegas se quedan con una pequeña parte del mismo en forma de comisión por su trabajo. Ese trozo del pastel, que deja de ser pequeño cuando se introducen cargamentos de varias toneladas, permanece oculto, "enfriándose", en el argot de los narcos, a la espera de que baje la presión policial para proceder a su distribución. En ese papel se ubicaba, según el Equipo Contra el Crimen Organizado de Galicia (Eco Galicia) tras la operación del miércoles, la red dirigida por el líder de la banda, Marcelino B.B., objetivo de alto valor para todas las fuerzas de seguridad, conscientes de su papel como distribuidor, a través de coches habilitados a tal efecto, de esos paquetes de droga que llegan a O Salnés por vía marítima. El resultado de una investigación de más de un año fue espectacular: diez detenidos, entre ellos el presunto cabecilla del entramado, y el hallazgo de un zulo en un galpón en que dormían sus caballos, en la parroquia vilagarciana de Rubiáns, de 220 kilos de cocaína, cantidad recién llegada, aún dentro de las mochilas en las que se introducen los paquetes en Suramérica, y almacenada allí a la espera de salir hacia el resto de la Península.

La operación se centró en el gran chalé de Rubiáns que congregó la atención mediática el miércoles, pero tuvo ramificaciones en Vilanova, Porriño, Ponteareas, Tui, Viveiro y hasta Melilla, además de en Vigo, donde se encontraba una figura que resultaba clave para la logística criminal: el responsable de un taller clandestino. Su misión no era otra que preparar los vehículos con compartimentos ocultos (caletas) de forma que los transportes de cocaína, que llegaban a gran parte de las provincias españolas y también a Portugal, pasasen inadvertidos ante cualquier control superficial de las autoridades en carretera. Tal era su confianza en estos compartimentos que la red de Marcelino B.B. no hacía uso de los clásicos vehículos lanzadera, esos coches que circulan unos kilómetros por delante del que lleva la droga para advertir de los citados controles.

De los diez detenidos, uno quedó en libertad con cargos, cuatro ingresaron en prisión, entre ellos el supuesto jefe, y los cinco restantes podrán eludirla bajo fianza.

Máis en A Mariña
Comentarios