En compañía de animales

David Paz: "Es 'quid pro quo': limpia y nosotros miramos por ella"

Su dueño dice que Epona es "buenísima", le silba y acude corriendo porque le gusta que le hagan mimos y le den zanahorias
David Paz con Epona. M.A.N.
photo_camera David Paz con Epona. JOSÉ Mª ÁLVEZ
Los animales atrajeron al vivariense desde niño. Hoy tiene gallinas sedosas del Japón, tortugas, peces, gatos y tres perros, el último de ellos adoptado en la Protectora de Lugo. Sobre todo le gusta el dogo alemán o gran danés. Su mujer se empeñó en tener una burra que ahora limpia la finca mejor que una desbrozadora.


David Paz posee una minigranja en Galdo, aunque nació en un piso en Viveiro y su mujer en otro del Orzán. De niño pasaba tiempo con los animales de su tía Carmen o jugaba con los perros dE sus primos cuando no patinaba o jugaba al fútbol. Desde que se instalaron hace 18 años en O Malló, la cifra de animales no dejó de crecer. Dice que es por afición y que "los animales en mi casa mueren de viejos". Él come carne, pero no cría pollos "porque si no la mujer no los come, les coge mucho cariño a todos".

La burra Epona —nombre que le puso por ser la diosa de los equinos—, criada por el padre de un amigo al que se la regalaron, es la estrella de la casa, en la que lleva cinco años y tiene ya una década. Viven 35 o más. Es de color gris y luce una cruz negra por arriba. "Hay mucha gente que dice que es la cruz de Santiago", indica.

Del tamaño de un caballo gallego, hay que desparasitarla cada seis meses, recortarle las uñas, prepararle los cascos y vacunarla cuando le toca. "Solemos irnos pocos días, no porque vayan a estar mal, sino porque somos de estar con ellos y mirar por ellos". Cuando lo hacen, sus amigos les sustituyen un par de días.

Su dueño dice que "está como quiere, tiene cerca de diez hectáreas para ella sola" y razón no le falta. "A mi mujer le encantan, tengo mucha finca y me ayuda a limpiarla, en invierno la limpia y en verano aún le paso algo la desbrozadora", señala. El estío también lo aprovecha para guardar o comprar hierba, cebada y otros cereales para cuando no haya pasto suficiente en invierno. "Esto es ‘quid pro quo’: la burra limpia y nosotros miramos por ella. Es buenísima, le silbo y viene corriendo, solo quiere mimos, que le lleven zanahorias y así".

Epona pasa los días pastando dentro de las fincas valladas y por la noche se cobija en su cuadra, donde dispone de alfalfa, cereales y hierba seca. "Está gorda como un cesto, me lo dice todo el mundo que entiende de animales", resalta. El hecho de dormir en la cuadra permite que tengan estiércol para abonar la huerta.

Solo los niños montan de vez en cuando en ella por jugar. Paz asegura que la especie recuperó mucho. "En Castilla lo utilizan para defenderse del lobo, tienen burras porque lo olfatean y oyen antes que los mastines. Se enfrentan a ellos y a todo, a manotazos, a mordiscos y a coces".

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