Rafael Cerero: "La sastrería es matemática y geometría aplicada a la anatomía, hay que tener ojo"

Natural del País Vasco, llegó a As Pontes hace apenas dos años y acaba de inaugurar uno de los negocios que acapara más miradas, una minúscula sastrería que abre una puerta al mundo de los arreglos y de la ropa a medida. Su currículo lo avala, al haber trabajado con alguno de los grandes, y experiencia le sobra
photo_camera Rafael Cerero, en la sastrería que abrió en As Pontes. C.ARIAS

LLEVA APENAS DOS años en As Pontes y acaba de abrir una sastrería que se ha convertido en un imán de todas las miradas. En el corazón de la Praza do Hospital, el negocio de Rafael Cerero parece teletransportado desde una gran urbe cosmopolita, un toque entre lo vintage y lo moderno, con telas en el escaparate, la lista de los precios, una moto en miniatura con historia y un chaqueta de cuero —se estrenó con un abrigo de cuadros— como carta de presentación. 

Sastrería Rafael Cerero, desde 1980. Ese cartel sobrio está acaparando muchas atenciones. ¿Cómo fue la acogida del negocio? 

Estoy encantado, happy total —dice con su acento vasco y su conversación que engancha—. Hace poco más de un mes que abrí la sastrería y la gente ha reaccionado muy bien. El escaparate ha tenido gracia y la respuesta está siendo muy buena. Abrí con algo de miedito, pero el recibimiento es una maravilla. El local es alquilado y la verdad es que la ubicación es fantástica. 

¿Y la gente que cruza la puerta, pide encargos a medida o más bien arreglos?

Mi primer encargo ha sido un chalequito de cuero, que es una de mis especialidades. Por eso puse la moto en el escaparate, para que sepan que también se hacen trajes para motoristas. Es una Lube, una de las primeras compañías de motocicletas en España, y un guiño a mi abuelo, que las hacía, era el patrón. Pero de momento lo que más piden aquí son arreglos, pero los hay importantes, de cambiar forros completos, arreglar abrigos... También puedes venir a subir el bajo de un pantalón o acortar una manga. 

¿Cómo entró en el mundo de la sastrería? 

Terminé el antiguo COU y me metí a hacer Derecho en Deusto, por esto de que te dicen que tienes que hacer una carrera, pero no podía yo con aquello. Conocí a gente que estaba relacionada con el mundo de la sastrería y me empezó a gustar. Estuve trabajando en mi casa de forma autodidacta y fundé la sastrería en el año 80. En 1983 di el salto a Inglaterra. Allí estuve en la London Fashion School y empiezo a ver lo que es el diseño y después entro en la Tayloring Aprentship, que es una escuela de sastrería. Y me vuelvo para Bilbao y sigo trabajando en mi casa hasta que por el año 93 o 94 entro en la mejor sastrería de Bilbao, la de Javier de Juana, que ya se jubiló. El padre del dueño, de 83 años, fue mi maestro. Luego empecé a coser piel y seguí trabajando por mi cuenta, pero la incursión de las grandes corporaciones hizo fallecer la sastrería en el País Vasco. 

¿Y qué decide? 

En 2010 volví a Londres pero los ingleses empiezan a estar muy pesaditos con lo de que los continentales no son ingleses y no es fácil conseguir trabajo, regreso y entro en una sastrería de mi pueblo hasta que decido cambiar de sector. Tengo unos diplomas en cocina y puse un local de hostelería en Bilbao, pero no pudo ser. Así que lo traspasé y me vine. 

Es la cuarta sastrería que abre, después de tener negocio en casa y tiendas en Lekeitio y Bilbao. ¿Qué lo hace diferente aquí en As Pontes? 

Aquí con poco dinero se puede abrir un negocio, en el País Vasco no. Y Bilbao ha sido la meca de la sastrería junto a Barcelona, pero la modernidad, el turismo... ha ido mirando hacia afuera. Lo ven y lo quieren, ya no hay aquella magia de que te miren, te asesoren... Porque ese es el papel de un sastre, ponerte lo más guapo posible. En las ciudades grandes hay mucha industria, mucho comercio, y la tuve que cerrar por falta de clientela. Aquí no hay ninguna sastrería y tienes la oportunidad de poder ofrecer algo diferente. 

En su currículo hay nombres muy conocidos. 

Trabajé con Adolfo Domínguez tres años, tenía departamento de sastrería y vendíamos —dice con una sonrisa—. Y con Antonio Miró también trabajé otros cuatro años. 

¿Qué es lo más complicado del mundo de la sastrería aparte de la competencia de los gigantes del textil? 

Lo más complicado es la anatomía humana. Hay que tener ojo y muchas horas de probador para que quede bien el resultado. La sastrería es matemática y geometría aplicada a la anatomía. Está para tapar defectos y resaltar las virtudes, ese es el objetivo principal de nuestro trabajo. 

"Vestíamos a medio Bilbao y medio Madrid y vestí a los lendakaris Ardanza y Garaikoetxea"
¿Cómo aterrizó en As Pontes?
El local de hostelería que puse en Bilbao lo abrí con Roi Losada, que es de As Pontes. Yo ya conocía esto, venía al Festival de Ortigueira y a veranear a Galicia en moto, sobre todo a la zona de Corrubedo. As Pontes me parecía tranquilo y bonito. Y es un sitio con movimiento. Yo me quiero quedar aquí. 
Antes de abrir la sastrería, aquí también trabajó en la hostelería. 
Sí, estuve en el Casa Teresa, en el hotel Pontes do Eume y en el Tres Pontes. Conocí a mucha gente y eso también me ayudó. Y aparte estaba en las bolsas de Correos y nada más dejar la hostelería me llamaron. Voy dos tardes a la semana, martes y jueves. 
¿Cómo surgió la sastrería?
Me encargaron un abrigo y empecé a hacer alguna cosilla. Y así, cosiendo, decidí lanzarme. 
Vistió a multitud de gente. ¿Alguien que resaltaría?
Cuando estaba en la sastrería de Javier de Juana vestíamos a medio Bilbao y a medio Madrid. Vestí a varios lendakaris, como a Ardanza y a Garaikoetxea. 
¿Se animan más los hombres o las mujeres a entrar en la sastrería? 
El que tiene curiosidad y ganas entra, pero es verdad que las chicas son más lanzadas y los chicos son más reservados. 
¿Aparte de la moto, hay más símbolos?
Tengo unas tijeras de cien años. 

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