Profesionalizar la belleza

La pontesa Noemi Bouza decidió dejar a un lado la rutina del trabajo de oficina como administrativa para apostar por su pasión, el maquillaje, y en febrero abrió su propia empresa

La pontesa Noemi Bouza apuesta por una empresa de maquilladora profesional. C.ARIAS
photo_camera La pontesa Noemi Bouza apuesta por una empresa de maquilladora profesional. C.ARIAS

Estudió Administración y Finanzas para abrirse un hueco en el mercado laboral y mientras no encontraba la  Puerta correcta se animó a probar en el mundo del maquillaje. Empezó como una afición, que se convirtió en su apuesta personal el pasado mes de febrero, cuando decidió crear su propia empresa. 

"El mundo del maquillaje siempre me gustó pero nunca lo vi como una opción. Una amiga me invitó hace  Cuatro años a una clase de belleza de Mary Kay y la cabeza me hizo un clic, me entró el gusanillo y empecé a ir a eventos y formaciones para aprender, pero como algo para mí y para asesorar a clientes, nunca lo  enfoqué como comercial", explica Noemi Bouza, una pontesa de 26 años que tras conseguir trabajo de administrativo en varias empresas dio un giro laboral.

"Me ofrecían un puesto indefinido pero a mí el trabajo de oficina me estaba matando. Trabajé unos meses en  Seara con Carolina —la directora de la asociación de empresarios pontesa— y conocer ideas, ver a la gente  emprender... me sirvió para abrir mi cabeza y ponerla a volar", relata.

Y alzó las alas con la idea clara de profesionalizar lo que estaba haciendo como ‘hobby’. "Decidí seguir con el producto de Mary Kay porque siempre me funcionó pero tenía más inquietudes y quería hacer algo que fuera  más yo, crear la marca Noemi Bouza. A raíz de verano empecé a abrir el campo acercándome más al  maquillaje de novias, eventos...", dice, mientras asegura que el reto es darse a conocer y seguir formándose y anuncia que cerró una colaboración con el restaurante Peizás, de A Capela, para ofrecer servicio de  maquillaje profesional y ‘beauty corners’.

En la actualidad, la joven trabaja a domicilio o en la sala coworking del Centro de Dinamización Empresarial de Seara.

"Baso mi negocio en el asesoramiento y diagnóstico del cuidado de la piel y el maquillaje, y también imparto  cursos", dice, e indica que suma una media de 50 clientes, principalmente mujeres de entre 30 y 50 años. "Se puede vivir de esto, pero todo requiere tiempo. Lo más difícil es el miedo a afrontar que no vaya bien, pero me considero valiente", dice con su objetivo claro.

"Una cosa es un centro de estética y otra que te lleven de la mano y te asesoren. Intento que cada persona salga siendo ella misma pero mejorada. No entiendo el maquillaje como un disfraz ni para tapar  imperfecciones, sino para sacar las cosas bonitas. Y a la gente le gusta un trabajo personalizado", concluye. 

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