Dos años de incertidumbre e intensa lucha en As Pontes tras el parón de la térmica

La localidad reclama una transición justa y real antes de que se produzca el desmantelamiento casi inevitable de la central de carbón
Fundas de trabajo descoloridas después de dos años colgadas en la valla de la térmica como señal de protesta. M.MANCEBO
photo_camera Fundas de trabajo descoloridas después de dos años colgadas en la valla de la térmica como señal de protesta. M.MANCEBO

El futuro es negro. Más negro que el carbón que se extrajo de las entrañas de la mina y se quemó durante décadas en la central de As Pontes, que frenó en seco su producción hace ahora ya dos años debido al mayor peso de las renovables y al aumento del precio del CO₂ en el mercado.

Un total de 24 meses de incertidumbre y lucha que no han servido para contener el casi inevitable desmantelamiento de una instalación que dio trabajo, vida y prosperidad a un pueblo que sigue exigiendo una transición justa y real, además de alternativas industriales para mantener viva una comarca muy castigada.

Endesa dio el primer paso hacia el fin en septiembre de 2019 y después de haber invertido más de 200 millones para adaptarse a la nueva normativa europea de emisiones (DEI). Entonces aseguró que no retomaría la actividad, que la chimenea no volvería a echar humo, y anunció la discontinuidad en la producción. Un golpe que provocó movilizaciones y marchas multitudinarias a Santiago, A Coruña o a Madrid, además de caravanas de camiones, cierres, huelgas y apagones.

Cuando la lucha estaba en su punto más álgido, la eléctrica volvió a dar otro zarpazo. Fue en diciembre de 2019 cuando solicitó el cierre de la central de carbón.

Endesa confirmó el cierre en enero de este año, argumentando inviabilidad económica, técnica y medioambiental de las pruebas con biocombustibles

El Gobierno, las eléctricas y los sindicatos firmaron un convenio de transición justa para marcar la hoja de ruta si echaba el cerrojo definitivo —acaban de firmar otro en el que ya incluyen a todas las centrales de carbón—, y supeditaron su futuro a unas pruebas con biocombustibles que no se realizaron hasta casi un año después, en septiembre de 2020.

Cuando todos los agentes implicados esperaban un resultado favorable de los test, la eléctrica dio la estocada definitiva con la confirmación del cierre en enero de este año, argumentando una inviabilidad económica, técnica y medioambiental que no convence a nadie, salvo a ellos.

Ahora solo queda esperar si se confirman o no los peores augurios y de qué manera se puede revertir una situación que preocupa y mucho. Endesa presentó un proyecto con hidrógeno. La Xunta otro. Las renovables también planean como alternativa. La duda es, ¿seguirá siendo As Pontes una potencia industrial?

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